Me arrastraba entre las alambradas que había casi a ras de suelo, manchando todo mi uniforme de barro, tenía que batir el récord, no podía quedar por detrás de aquellos hombres. Casi íbamos todos igualados, hasta que se me enganchó en la parte trasera de mi pierna el alambre, di un gran tirón, rajando el pantalón y seguí, no debía parar, no debía mirar atrás.
Me levanté del suelo, subiéndome a una escalera que estaba de forma vertical y luego una plataforma llena de anillas colgando de una cuerda recta, esta vez no fue la excepción y caí desde un metro y medio de altura de rodillas, no tenía suficiente fuerza en los brazos ni en las manos para mantener todo mi peso en el aire, resbalándome siempre.
Estaba asustada, aunque llevaba poco tiempo entrenando, nos estaban metiendo mucha prisa en tener que prepararnos y estar listos.
Cada día, nos obligaban a nadar, correr y levantar objetos pesados, debíamos ponernos fuertes, por lo que también nos daban más comida, pero yo siempre dejaba la mitad para después por las noches, a través de una reja, dársela a Jin Sol y ella siempre comía con mucha ansiedad.
—Si sigues así, vas a vomitar...—susurré a mi novia, quien no apartaba su boca de la comida.
—Tengo mucha hambre...
—Pero come más tranquila, ¿vale? —ella asintió e intentó ir más despacio, su tripa gruñía sonoramente.
—¿Mañana sales de aquí?
—Sí, es mi día de descanso.
Una vez a la semana, nos dejaban salir para ver a nuestros familiares y novias, aunque ellos no supieran que salía con alguien de mi mismo sexo, yo me metía en el mismo saco que los chicos. Saqué la mano por la valla y acaricié la pierna de Jin Sol.
—Te echo de menos... —suspiró la rubia.
—Yo también...
—Dame un beso...
—Jin Sol, estoy cerca de donde acampamos... ¿y si alguien nos ve?
—Uno pequeñito...
—No...
—Sí... —hizo un puchero.
—Que no... —ignoré sus súplicas.
—¡Quiero un beso tuyo, Jung Eun!
Ella cogió mi mano repentinamente y la llevó a sus labios, besándola varias veces.
—Para... —miré a mi alrededor, pero todo se veía oscuro.
—¿Has venido sola? —pregunté con preocupación, ya que en muchas ocasiones lo hacía.
—Hee Jin está detrás de aquellos árboles —señaló un hueco oscuro— pss pss Hee Jin... - chistó la rubia.
Una cabellera negra se levantó de donde estaba y se acercó despacio.
—Hola, Jung Eun... —esbozó una sonrisa.
—Gracias por acompañarla... —ella hizo un gesto con su mano, como que no importaba.
Jin Sol terminó de comer el arroz del tarro, dándole un poco también a su mejor amiga y me lo devolvió, menos mal que los huecos de la alambrada eran grandes...
—Nos vemos mañana... —me despedí con la mano.
Ella me agarró del brazo, sabía lo que quería y no me soltaría hasta que no se lo diera.
—Tú ganas...
Mi rostro chocó suavemente con la fría reja, Jin Sol lamió sus labios antes de unirlos con los míos en un corto beso, pero luego de separarnos, los volvimos a juntar y así varias veces más...
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—Te quiero... adiós... —sonreí algo sonrojada levantando de nuevo la mano.
Hee Jin reía por lo bajo y Jin Sol estaba abrazada a ella, muerta de vergüenza al haberme besado así delante de su mejor amiga.