30 Septiembre, 1922.
Después de haber comentado que me casase con un hombre, reinó un silencio incómodo, hasta que habló el prometido de mi hermana.
—Tengo un amigo que está soltero, podrías quedar con el uno de estos días.
—No quiero ser una molestia, no soy bonita y no sé, mi manera de ser no agrada a muchos hombres...
—No seas modesta hija, claro que acepta cariño —acarició mi madre la mano del muchacho.
—¿De dónde es él? —preguntó mi hermana.
—Es un hombre de Japón, tiene 37 años y un hijo de 3 años.
Ese hombre podría ser perfectamente mi padre... no quería ir a ese encuentro, no quería conocer a ningún hombre, no me habían gustado nunca y ahora tampoco iba a obligarme a amar a uno.
Prefería mil veces estar soltera para los ojos de los demás.
Ningún hombre iba a reemplazar los sentimientos que sentía por Jin Sol... porque ella me dijo que lo nuestro, sería para siempre.
1 Septiembre, 1918.
Ayudando a los vecinos a recolectar verduras y frutas del huerto, me sentí observada, giré un poco mi cabeza, encontrándome con mi hermana y sus amigas, Ha Seul y Choi Ye Rim.
—¡Jung Eun, Jin Sol te estaba buscando! —exclamó Ha Seul desde el otro lado del huerto— ¡se encuentra en el templo!
Levanté mi mano como señal de aprobación.
Cuando terminé de hacer mi trabajo, les dejé dentro de casa las coles puestas en una cesta, entre otras cosas recogidas, regué con un poco de agua las plantas y me dirigí al templo.
Subí unos 50 peldaños antes de llegar, me dejé caer en una de las columnas rojizas que adornaba la entrada. Allí junto a una gran estatua buda se encontraba Jin Sol en posición zen, tenía una vara de incienso encendida a sus pies.
Sus ojos estaban cerrados y parecía haber entrado en un estado de concentración total, no quise molestarla, por lo que me senté a su lado y comencé a hacer mis oraciones también.
Al cabo de un rato, vi cómo se levantaba del suelo y me miró, antes de sacar un pequeño trozo de pergamino que tenía en su bolsillo.
—Ven... —me dio la mano y la acepté— estás manchada de tierra...
Reímos levemente cuando me limpió un poco, luego cogió el incienso y un poco de carbón, para prenderlo con una cerilla. Un ligero olor a pétalos de rosas, clavo y mirra comenzó a expandirse alrededor de nosotras. Abrió el pequeño escrito y me lo extendió para que lo cogiera por un lado.
'Que estemos juntas para siempre'
Había escrito con una buena caligrafía.
—¿Sabes que para siempre es algo indefinido...? —la miré de reojo, ella sonrió— el tiempo se puede parar en cualquier momento, Jin Sol...
—Esperemos que eso ocurra dentro de mucho... —acercó el pergamino al carbón, comenzando a formarse una aureola negra, quemándose.
—Aun así, si se parase y ambas nos perdiéramos... —susurré sin apartar la mano de la pequeña llama que había aparecido— no pararía hasta encontrarte.
Una lagrima corrió por el costado de su mejilla. Soltó el pequeño pergamino, al igual que yo, terminándose de consumir por completo. Me agarró del brazo, tirándome para que saliéramos de allí, adentrándonos en un bosque que había justo detrás del templo.
Llegamos a un pequeño claro, donde se podía observar la pequeña ciudad de Seúl sumergida en la miseria y el río bordeando sus alrededores.
Jin Sol enlazó su mano con la mía. Miré sus ojos azules, algo rojizos, como a punto de llorar. Intenté descifrar su mirada, pero no lo logré. Me empujó lentamente hasta que mi espalda chocó con un árbol, seguíamos mirándonos sin decir nada.
—Me gustan mucho tus ojos... —escapó de sus labios.
—Son unos simples ojos marrones, bebé... —los achiné un poco— los tuyos azules son especiales por aquí...
—Jung Eun... de todos los que veo, únicamente en los tuyos encuentro sentimientos como este... —colocó mi mano sobre su pecho, su corazón latía rápidamente— explícame que tiene de malo esto para que tu hermana o las demás personas no lo acepten...
Yo solo permanecí callada, porque no sabía que responder, era algo realmente frustrante, porque no encontraba explicación para ello.
Se acercó, tomándome del cuello con sus delicadas manos. Se agachó un poco para quedar a mi altura y capturar mi labio inferior con un leve mordisco. Sentí su respiración más pesada cuando volvió a juntar nuestros labios en un beso más profundo, como si sintiera que estaba desvaneciéndome y no quisiera perderme.
—Para siempre... —me recordó Jin Sol.
Dejada caer sobre su pecho, vinos el sol caer por el horizonte, poniendo fin a otro día, un día más y a la vez un día menos para que esta cruel vida me arrebatara a mi hermosa mujer.
↠ ↞

ESTÁS LEYENDO
𝒴𝓊𝒶𝓃ℱ𝑒𝓃 缘份 (ℒ𝒾𝓅𝓈𝑜𝓊𝓁)
Fanfic- 𝑱𝒖𝒏𝒈 𝑱𝒊𝒏 𝑺𝒐𝒍, 𝒉𝒆𝒎𝒐𝒔 𝒏𝒂𝒄𝒊𝒅𝒐 𝒆𝒏 𝒖𝒏𝒂 𝒆́𝒑𝒐𝒄𝒂 𝒆𝒒𝒖𝒊𝒗𝒐𝒄𝒂𝒅𝒂 𝒑𝒂𝒓𝒂 𝒂𝒎𝒂𝒓𝒏𝒐𝒔, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒎𝒊 𝒂𝒎𝒐𝒓 𝒑𝒐𝒓 𝒕𝒊 𝒇𝒖𝒆, 𝒆𝒔 𝒚 𝒔𝒆𝒓𝒂́ 𝒔𝒆𝒎𝒑𝒊𝒕𝒆𝒓𝒏𝒐, 𝒏𝒖𝒏𝒄𝒂 𝒍𝒐 𝒐𝒍𝒗𝒊𝒅𝒆𝒔. - 𝑲𝒊𝒎 𝑱𝒖�...