3. Edén respira

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(EDITADO)

Edén

No puedo creer que lo encontré, que él esté de pie junto a mí. Todo mi ser baila de emoción al verlo y saber quién es ahora. A.T. Donovan, escritor de uno de mis libros favoritos.

Su libro es una joya, estuvo ahí en uno de los peores momentos de mi vida, contiene poemas de amor, melancolía y poemas con bellas palabras de aliento que fueron mi soporte cada día en ese pasado que deseo borrar de mi memoria.

Él nunca se ha dejado tomar una fotografía, no ha dado una sola entrevista ni siquiera por la gran acogida de su libro. Siempre ha permanecido en el anonimato. Sé que es él porque le he seguido la pista buscando datos en la editorial que publicó su libro.

Debo decir que lo único que soltó un editor que trabajaba ahí con el que salí por un tiempo fue que él tenía una cafetería y que su madre se llamaba Esmeralda. A quien, por obra y gracia de una caída, me la encontré en el camino mientras iba hacia mi departamento después de tomar un atajo.

Ella se presentó y fue muy amable al invitarme a tomar un café. Ver a Aarón aquí fue una sorpresa exquisita que hizo que mi cuerpo vibrara por completo. Me perdí un momento de las palabras al observarlo, su cabello negro es algo ondulado, sus ojos azules tienen esa chispa de deseo cada vez que nos miramos desde lo sucedido con mi planta. Verlo preparar café es una delicia y el amor que le tiene a su hija lo hace aún más encantador.

¿Quién será la mujer afortunada casada con ese sexy hombre?

Pude ver el libro que tanto amo en una estante junto a algunos adornos con forma de taza y otros libros. Me levanto, lo tomo y vuelvo a sentarme acariciando su portada donde se puede la silueta de un hombre escribiendo a la luz de una vela mientras las letras parecen caminar hacia su mano y plasmarse en ella.

—Es un hermoso libro ¿verdad? —indaga la mujer frente a mí con una cálida sonrisa y yo asiento, sus ojos verdes miran con orgullo el libro. Aparta algo de cabello castaño con algunas hebras blancas de su hombro y suspira —. Mi hijo es un gran escritor —musita.

Mi mente asocia de inmediato su nombre, la cafetería y el libro. Cuando nuestras miradas se encuentran sabe que es demasiado tarde, un grito de emoción sale de mi boca. Tomo el libro, acomodo el saxofón sobre mi espalda y me dirijo hacia Aarón quien limpia su camisa por el café derramado.

—Te encontré —se tensa y evita mirarme.

—No sé de qué hablas —balbucea.

—¿Estás seguro? —recibo silencio de su parte y se dirige al baño a limpiarse su camisa o eso creo porque lo sigo y empieza a desabotonarla.

—Sí Edén no sé de qué hablas —deja al descubierto su pecho sus manos viajan a los botones de más abajo y trago en seco cuando veo sus abdominales y una pequeña cicatriz en forma inclinada antes de llegar a la orilla de su pantalón.

Diablos, él es tan caliente.

—¿Dejarás que me cambie y hablamos? —pregunta de manera lenta y ladina apoyando una de sus manos sobre el marco de la puerta.

Mis ojos suben de inmediato a su rostro rodeado por una barba incipiente, su mirada se pasea por el escote de mi blusa y por la mano que sin darme cuenta está tocando su cicatriz. Él toma mi muñeca y siento como todo mi cuerpo reacciona ante su agarre.

—Te espero afuera —farfullo y me alejo ante su atenta mirada.

Mi cuerpo emana un calor repentino en mi pecho. Ese hombre es deseo puro. Observo las paredes de la cafetería mientras la pelirroja que vi hace unos momentos atiende a una pareja, Esmeralda se encuentra charlando con su nieta.

Edén sin censura © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora