6. Conexión

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(EDITADO)


Aarón

Veo a Ian en la puerta con la decepción gobernando su rostro.

Mierda.

Sabía que debía alejarme de ella, sus sentimientos aún siguen vigentes.

Me ha resultado imposible hacerlo, cuando mi mente ha estado divagando con las distintas posiciones en las que podía colocarla en el piano desde que sus senos resaltaron sobre él.

Paso mis manos por mi cara con algo de frustración. Miro a Edén quien parece algo agitada y pensativa.

—Lo siento —es lo único que logro murmurar y salgo a buscar a mi amigo.

Apenas salgo lo veo apoyado junto al ascensor con los brazos cruzados. Me acerco a él.

—Ian yo... —trato de explicarme.

—Espero que no rompa tu puto corazón, porque ella no estará ahí para ayudarte a recoger los pedazos.

—Lo siento.

—Su juego ha empezado —me dice con mirada severa, presiona el botón y las puertas del ascensor se abren.

Él entra y las puertas se cierran. Paso una mano por mi cabello y resoplo.

Carajo.

¿Cómo puedo llegar a arruinar una amistad por una mujer?

Una a la que apenas conozco.

Tengo que arreglar esto.

Me dirijo hacia el apartamento y veo a Edén haciéndole cosquillas a Abby en el sofá, tomo aire y me relajo. No puedo evitar sentir una punzada de ternura al verlas así, pero necesito hablar con la chica que clava sus ojos verdosos en mí.

Necesito saber el motivo de las palabras de Ian y que fue lo que pasó entre ellos.

—Pero miren ya despertó la bella durmiente —exclamo.

Abby me ve y su sonrisa es inmediata.

—Papi, Edén nos acompañará a elegir mi pastel de cumpleaños.

Ella la mira con alegría y Edén sonríe.

—Genial princesa, ahora ve y lávate las manos antes de comer —mi pequeña se levanta y corre hacia el baño.

—Iré si estás de acuerdo —dice rompiendo el silencio la pelinegra.

Me siento en el sofá junto a ella.

—Necesito respuestas.

—¿Él ...está bien?

—No lo creo —se remueve en su asiento y parece pensar en sus siguientes palabras.

—Te responderé solo si aceptas venir hoy de nuevo al club —propone.

El recuerdo de ella tocando se pasea por mi mente, sus manos en el saxofón, su mirada, la abertura de su vestido, sus caderas contoneándose y mi entrepierna levantándose ante tal espectáculo.

De solo acordarme, esta quiere volver a hacer su aparición.

Su mirada se dirige justo ahí, ella se levanta, toma su saxofón de uno de los sofás donde yo lo había depositado al entrar y se acerca lentamente a mi oído.

—Ocho en punto, no llegues tarde, lleva un antifaz —sus palabras son como un hechizo susurrado en el que estoy dispuesto a caer.

Besa mi mejilla, se dirige hacia la puerta y me arroja un beso antes de irse.

Me quedo clavado al sofá. Su presencia es atrapante cuando se pone en modo seductora. Necesito respuestas y las conseguiré esta noche.

***

Mamá viene para quedarse con Abby, las dos están en mi cama viendo una película de la jodida Barbie a la que piso sin querer cuando está en el suelo.

—¿Papi volverás pronto para darme mi beso de buenas noches?

—Claro princesa aun si estás dormida iré a dártelo —le digo por el espejo mientras arreglo mi camisa, tomo mi saco en el que guardé previamente un antifaz de una fiesta pasada, me despido de ella con un beso en la frente y de doña Esmeralda con un beso en la mejilla.

—Abby sin juegos bruscos con la abuela, no quiero tener que armarla cuando vuelva —bromeo.

Esquivo una almohada en respuesta a la reacción de mamá y salgo riendo finalmente a mi destino.

Estaciono mi auto afuera el cual ya me ha sido entregado y entro al club, esta noche está muy concurrida, todos los presentes llevan un antifaz así que me pongo el mío.

El suave jazz de un saxofón invade mis oídos y se de inmediato que es Edén quien lo toca. Esta noche hay un piano en el escenario y es donde ella se ha sentado, su cabello lacio está recogido en un elaborado peinado que no deja nada suelto.

Lleva un vestido negro de tirantes que deja al descubierto su espalda y nuevamente una de sus piernas. Tiene puesto un antifaz dorado que coincide con el color del mío.

Nuestros ojos se encuentran y ella cruza sus piernas mientras sigue tocando dejando así su pierna descubierta encima de la otra provocando que el vestido se remueva un poco.

Paso una mano por mis labios, a pesar de los silbidos que obtiene sé que ese movimiento ha sido solo para mí y me siento halagado. Otra parte de mí también se empieza a sentir halagada.

Ella termina de tocar y todos aplauden.

—Bien esta noche Lady Gold tendrá un invitado especial acompañándola —dice el presentador que le dio paso hace una noche —. ¿Podría venir aquí el invitado especial por favor?

El murmullo de la gente se hace presente y la mirada de Edén sigue conectada a la mía. Es ahí cuando entiendo la presencia del piano y guiado por nuestra pequeña conexión me dirijo a él.

Subo al escenario, tomo asiento junto al piano y empiezo a presionar las teclas. Edén me sigue con el saxofón y el ambiente se vuelve relajado, mágico y candente con ella sentada ahí siendo una tentación.

Cuando terminamos los aplausos hacen eco, ella y yo nos miramos sonriendo.

—Bien damas y caballeros eso ha sido alucinante démosle paso a la noche de tango —habla el presentador.

Edén y yo bajamos del escenario dirigiéndonos a la pista donde otras parejas se han reunido y la música se abre paso por los parlantes llenando el lugar.

Coloco mi mano en su espalda desnuda y puedo sentir como su piel quema bajo mi tacto. No nos hemos dicho una sola palabra pero la conexión que hemos creado es suficiente para saber lo que está pasando.

En un giro repentino ella queda de espalda hacia mí con su cara cerca de la mía, nuestras miradas danzando en el dulce fuego y nuestros labios casi tocándose.

Nos movemos lentamente y es así como en otro giro su pierna está entre las mías deslizándose lentamente con sus manos en mi cadera y su media sonrisa.

Mierda.

Si continua así con sus sensuales movimientos yo... yo...

Cuando la música acaba todos se dispersan y el jazz se hace presente de nuevo. Ella me lleva de la mano tras bambalinas y veo en una puerta su nombre.

Es su camerino.

No hay nadie alrededor.

No soportamos más y nos besamos, su mano haciendo presión en mi espalda, la mía palpando la suave piel de su pierna descubierta y subiéndola hasta quedar a la altura de mi cadera.

Somos adultos, nuestros cuerpos hablan, sabemos lo que deseamos en este momento.

Ella me desea y yo...

Yo deseo entrar a su paraíso y poder pecar a mi antojo.

Edén sin censura © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora