1. La chica del club

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(EDITADO)

Edén

Me levanto de mi cama viendo el reloj que marca las ocho de la mañana, rasco mi cabeza y me ato el cabello negro en un moño desordenado viéndome en el espejo con una blusa de tirantes y un short de conejos que uso para dormir, voy a la cocina, me sirvo algo de leche en un tazón y busco el cereal de chocolate en las gavetas. Enciendo mi estéreo y la voz de Frank Sinatra suena contra las paredes. De pronto alguien toca mi puerta, dejo mi cereal en la mesa y me acerco a abrir.

Lo que veo me deja perpleja. Un hombre con mirada enojada tiene puesta una de sus manos sobre la pared junto a mi puerta y en la otra mano lleva... ¿las flores que tenía en mi balcón?

Llevo una de mis manos a mi boca para evitar reírme por la maceta que tiene en la cabeza como gorro. Su cabello está repleto de tierra, unos audífonos cuelgan en su cuello, lleva ropa deportiva gris y luce agitado. No lo había visto por el vecindario, así que deduzco que es de esas personas que les encanta salir a trotar en las mañanas. Al ver mi reacción, estira las flores hacia mi pecho con el ceño fruncido.

Levanta su ceja derecha, mira hacia abajo moviendo la cabeza de lado a lado en negación.

—Bonito short —musita.

Dios mío, sus labios son tan sexys.

Miro hacia donde él tiene sus ojos.

Gran día para usarlo eh.

Levanta la mirada, se quita la maceta de la cabeza, sacude la tierra de su negro cabello y me la entrega, se coloca los audífonos dándome un último vistazo con esos ojazos azules y se aleja de mi puerta.

Entro confundida, dejo las flores junto al fregadero me dirijo a el balcón de la sala y veo una de mis macetas recostada con la tierra regándose, seguro esta empujó a la otra gracias al cielo las compré de plástico porque si fueran de otro material de seguro estuviera en el hospital a punto de ser demandada por ese sexy hombre.

***

Aarón

Después de darme un baño y quitarme la tierra de encima pasé todo el día escribiendo mi siguiente libro de poesía. Amo ser escritor y tocar el alma de la gente con mis letras.

Mi celular vibra en la mesa, es una llamada entrante de Ian, mi mejor amigo.

¿Estás listo? —pregunta algo apresurado.

Mierda, lo olvidé.

Estuve tan absorto en escribir que ni siquiera recordé que esta noche iríamos a ese club al que tanto ha insistido en llevarme esta semana.

Dame 15 minutos.

Lo olvidaste cabrón —murmura algo molesto —. Bien pasaré por ti.

Cuelgo la llamada, me cambio de ropa de prisa al ponerme un traje gris con camisa negra y zapatos a juego. Minutos después salgo de mi casa y puedo ver a Ian ahí afuera con las manos en los bolsillos de su pantalón, apoyado en su auto negro. El mío está siendo reparado por mi mecánico de confianza.

—Por lo menos no eres mujer para engañarme con lo de los quince minutos —sonríe y chocamos las manos —. Luces como la mierda, ni siquiera te has peinado.

—Cállate idiota. Dime a dónde vamos.

—Sube a tu carruaje y ya verás, pero antes quita el papel higiénico de tu zapato.

¿Qué? Miro hacia abajo y él ríe por su broma, le saco el dedo medio mientras abro la puerta del copiloto.

Cuando nos bajamos puedo ver el nombre del club "Coltrane". Entramos y de inmediato la música nos envuelve. Tomamos asiento en una de las mesas frente al escenario y pedimos bebidas que nos traen de inmediato, el lugar se ve amplio y lleno ya que también funciona como restaurante, estoy echándole un vistazo cuando un hombre de mediana edad sale y empieza a hablar por el micrófono.

—Damas y caballeros es un honor presentarles a esta hermosa y talentosa mujer —unos tacones empiezan a resonar en el suelo acercándose al escenario —, con ustedes Lady Gold.

—Te va a encantar esto —me dice Ian cruzando sus manos sobre la mesa sin apartar la vista del frente.

El lugar se oscurece por completo y la luz es concentrada en una escena que casi veo en cámara lenta. Una mujer hace aparición entre los aplausos del público, toma asiento sobre una silla, su cabello negro y lacio cae sobre sus hombros desnudos, un flequillo adorna su frente, coloca uno de sus tacones sobre una barra casi al final de la silla dejando ver por la abertura de su largo y rojo vestido una de sus piernas como una invitación a pecar.

El solo pensarlo hace que me cosquillee un poco la entrepierna.

Lleva el saxofón que trae en una de sus manos a sus labios y el ambiente empieza a llenarse de notas agradables, me quedo embelesado siguiendo el movimiento de sus manos en el instrumento durante los siguientes minutos.

Cuando termina se levanta de la silla hace una reverencia inclinándose con los brazos abiertos al público mientras cierra los ojos. Al ir irguiéndose de nuevo abre los ojos a medio camino y nuestras miradas se cruzan, ladea la cabeza y me sonríe.

En ese momento es cuando me doy cuenta de que es la chica de esta mañana, el simple recuerdo de esos ojos verdosos me hace devolverle la sonrisa y levantarme para aplaudirle.

Se incorpora por completo y empieza a irse entre aplausos más eufóricos esta vez. Coloca uno de sus mechones de cabello detrás de su oreja y se dirige tras bastidores, mi mirada la sigue, coloca una mano en la pared, girando la cabeza sobre su hombro izquierdo para regalarme una última mirada.

El resto de la gente también se ha puesto de pie para aplaudirle. Ian me pone una mano en el hombro y nos sentamos nuevamente. Le da un trago a su bebida.

—Es muy talentosa —consigo decir saliendo de mi embelesamiento.

—Además de hermosa ¿no? —añade el rubio junto a mí.

—Está claro amigo —acerco la bebida a mi boca.

—Edén Wood, apodada "la perdición de los hombres" —espeta con un tono algo amargo mientras se sirve otro trago.

El nombre hace eco en mi mente, al recordar quien es miro con sorpresa a mi amigo quien tiene la mirada fija en otro lado, sigo su mirada.

Ella es la causa de sus insomnios pasados.

La chica que le rompió el corazón.

La chica que se está acercando a nuestra jodida mesa sin quitarme los ojos de encima.

Mierda....

Edén sin censura © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora