12. Tío Ian

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(EDITADO)

Ian

Jodidamente hermosa así es como lucía Edén.

No pude quitarle los ojos de encima ayer en la fiesta de Abby, mi amigo lucía feliz a su lado, es un cabrón con suerte, por ahora.

"Su juego ha empezado".

Recuerdo claramente las palabras que le dije hace unas semanas. Al verlo tan feliz supe que estaba cayendo por ella, en su maldito encanto.

Le doy una última calada a mi cigarrillo antes de arrojarlo al suelo. Miro la hora en mi reloj, ya casi son las nueve de la noche en un momento más se presentará ella. Entro en el club y veo a todos los perdedores que miran a la pelinegra posicionarse en su habitual asiento. Me siento junto a la barra.

—¿Lo mismo de siempre guapo? —miro a la curvilínea morena detrás de la barra.

—Ya sabes lo que me gusta hermosa —le guiño un ojo.

Nicole podrá estar buena, pero a quien deseo es a la manipuladora de Edén.

Sus manos empiezan a moverse por el saxofón, mi entrepierna cosquillea ante el recuerdo de las demás cosas que saben hacer sus manos. Esta noche lleva el cabello recogido solo de un lado, me sumerjo en sus cálidas notas hasta que los aplausos me sacan de mis pensamientos.

Veo como uno de estos tipos que vienen a verla noche tras noches pretende acercarse a ella, pero Edén solo le regala un guiño y se retira. Le doy un sorbo a la bebida que ha dejado Nicole frente a mí. Agito la cabeza sonriendo ante el infortunio de ese perdedor.

"Ian estoy rota"

Aprieto mi vaso ante las palabras que salieron de sus labios hace tiempo.

"Lo siento no puedo quererte"

Frunzo el ceño ante el recuerdo.

—¿Recordando viejos tiempos? —escucho a la morena preguntar, solo le sonrío y le doy otro trago a mi bebida.

Me empiezo a levantar para dirigirme a su camerino, sé que hoy es uno de esos días en que mi jodido amigo viene a tirársela.

Nicole me detiene sosteniendo mi brazo y agita la cabeza, se volvió una buena amiga después de haber sido compañeros de sexo. Me zafo de su agarre, paso entre la gente y llego a su camerino. Toco la puerta un par de veces y a la tercera sale.

—¿Ian?

—Hola hermosa

—¿Qué es lo quieres? —espeta.

—¿Así le hablas a tu nuevo jefe? —papá me hizo el dueño de este club hace unos días. Ella pretende cerrarme la puerta en la cara así que no lo permito.

—Dime ¿qué es lo que necesitas? —la molestia es clara en su voz.

Debo decir que eso me calienta un poco, siempre se ha comportado como una fiera conmigo y eso es lo que hacía el sexo con ella más que placentero. Abro más la puerta y logro entrar, ella resopla y deja la puerta entre abierta. Me apoyo sobre un amplio escritorio que hay aquí.

—¿Tú y Aarón han estado pasándola bien? —ella cruza sus brazos bajo y arquea una ceja.

—Eso no es tu incumbencia Ian —replica.

—¿No te dijeron que puedo despedirte si le hablas así al jefe? —instigo pasando mi mano por mis labios y la miro con descaro.

Vamos fierecilla sé que aun sigues ahí, sal.

Da tu espectáculo.

Ven a mí.

Resopla con fuerza apretando una de sus manos sobre su brazo.

—Que seas mi jefe no te da derecho a meterte en mi vida, lo que pase con Aarón es mi problema.

—Lo prometiste —ella se tensa un poco —. Dijiste que no te meterías con mi mejor amigo si yo dejaba de venir a tu camerino.

Se acerca molesta a mí y coloca su dedo índice derecho en mi pecho con fuerza.

—Él es lo suficientemente mayor para saber en qué se mete, nuestra relación es solo sexo y nada más, a diferencia de ti no creo que él cruce la línea y luego me acuse absurdamente de haber jugado con él cuando he sido clara —achica los ojos —.
Sabes muy bien como soy Ian, no te metas en mis asuntos.

Estoy más que caliente la tengo donde la quería.

Cerca de mí.

Sin pensarlo la tomo de la mano y la arrastro hacia mi pecho para encajar con furia mis labios en los de ella tomando todo lo que puedo. No hay respuesta positiva. Ella me empuja y se limpia la boca molesta.

—¿Qué te pasa idiota? —vocifera.

—¿No eres Edén Wood, la perdición de los hombres? —exclamo con rabia.

—¿Qué mierda estás diciendo? —masculla.

—He aquí una más de tus víctimas, uno más que noche a noche se une a esos perdedores que vienen a verte y a desear lo que no pueden tener, aunque saber que has estado con algunos de ellos me hace cuestionar mis pala... —mi rostro se gira ante su fuerte cachetada

—¡Lárgate! —me grita.

—¿La verdad te duele Edén? —clavo mis ojos en ella.

—¡Que te largues maldita sea!

Me acerco hasta ella y tomo sus mejillas para rápidamente besarla levemente.

Sus ojos están fijos en la puerta.

Aarón.

Él nos mira con enojo y cierra la puerta.

—¡Lárgate de una buena vez por todas! —vuelve a insistir.

Me acerco a la puerta y antes de salir giro mi cabeza hacia ella viéndola con las manos en la cintura por el espejo.

—Hasta pronto fierecilla —su mirada se endurece, toma un florero que tiene cerca y se gira para aventármelo.

Por mis rápidos reflejos me agacho y logro esquivar el golpe.

Me giro hacia ella.

—Apuesto que él no conoce este lado tuyo —le guiño un ojo, ella solo ladea la cabeza y me indica la salida con su dedo índice.

Salgo de su camerino, este pasillo es algo oscuro al acercarme un poco más a la luz de afuera soy recibido por un puñetazo. Tambaleo un poco tocando mi nariz, bajo mi mano manchada con sangre.

—No la vuelvas a besar a la fuerza —me advierte mi agresor para perderse entre la gente.

Aarón.

Su reacción me ha dejado claro que le gusta Edén. Nicole quien presenció todo viene en mi auxilio. Yo solo no dejo de pensar en el sabor de los labios de la fierecilla, en lo emocionada que mi entrepierna se siente.

Sí dos pueden jugar, creo que es hora de que Edén y Aarón hagan espacio para un tercer jugador.

No estoy dispuesto a perder.

No otra vez.

Edén sin censura © ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora