Capítulo 5

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No hay nada como despertar y encontrarse con esa mirada. Tenía a Blas delante mía, casi podía sentir su respiración , parecía preocupado pero no por mi estado sino por otra cosa. Alargó una de sus manos y me acarició la mejilla, no puede evitar soltar un suspiro, el contacto con su piel me producía escalofríos, me excitaba demasiado.

Durante unos minutos se dedicó a acariciarme suavemente la cara, con cada caricia me excitaba más, necesitaba besar sus labios, lo necesitaba ya. Al parecer leyó mis pensamiento pues fue acercándose lentamente hasta que nuestras frentes quedaron pegadas, y pasó lo que tenía que pasar. Fue uno de los mejores besos de mi vida, fue un beso intenso, lleno de pasión.

Ese beso dio lugar a otros muchos besos sin embargo, durante uno de esos besos irrumpió en la habitación la rubia oxígenada que Blas tenía por novia. Al ver la situación no pude evitar pegarme un guantazo, pero eso no fue lo que más me dolió, lo que mas me dolió fueron las palabras de Blas.

-          Cariño, te juro que yo no he echo nada, ha sido ella la que me ha besado- dijo acercándose a la rubia y dejándome a mi destrozada- Sabes perfectamente que yo te quiero sobre todas las cosas y que nunca te haría semejante cosa- le dijo mientras depositaba pequeños besos en sus labios.

-          Claro que te creo, esa no es más que una cualquiera que se folla al primero que ve- dijo mientras me acribillaba con la mirada.- Como te vuelvas a acercar a mi novia te mato, zorra.

Nada más decir esto salieron por la puerta de la mano dejándome más sola que la una.

En eses instantes quería morirme, no quería seguir viviendo, no depués de las palabras de Blas.... Me incorporé en la camilla y ajena a las punzadas de dolor comenzaban a hacer acto de presencia, me levanté y abrí la puerta. No aguantaba más en ese lugar, necesitaba respirar aire fresco, no quería pisar el mismo lugar que había pisado Blas.

Los dolores iban aumentando a medida que atravesaba aquel maldito pasillo, era un dolor insoportable. Muy dolorida llegué a la entrada, ya casi no me aguantaba en pié a causa del dolor, todos me miraban y cuchicheaban a mi alrededor pero no me importaba, necesitaba salir ya y  mi libertad estaba a escasos metros. 

Un dolor muy fuerte atravesó todo mi cuerpo, un dolor mucho peor que los demás y  sin poder evitarlo me desplomé allí mismo.

Noté como unos brazos me levantaban como si fuera una pluma y me colocaban en una camilla, a partir de ahí volví a entrar en un sueño profundo.

Escuché los pitidos de una máquina, ahora si que no entendía nada, ¿donde estaba? ¿que eran aquellos pitidos? Fui abriendo los ojos poco a poco  con el fin de encontrar el origen de aquellos sonidos.Estaba en una habitación totalmente diferente a la anterior miré hacia los lados y pude localizar de donde provenían los pitidos, de una monitor que tenía conectado a mi brazo izquierdo.

Minutos después de mi nuevo despertar apareció por la habitación un señor de bata blanca que supuse que sería el médico. Tras una intensa bronca por haber intentado huir en mi estado me recetó unos calmantes que debería tomar cada seis horas y me entregó el alta. 

Por fin libre, cogí todas mis cosas de una especie de cajón que me dió una de las enfermeras y salí del hospital. Para mi sorpresa alguien estaba esperándome, un perfecto Álvaro estaba apoyado sobre el capó de un coche deportivo de color verde, estaba demasiado ocupado mirando por el móvil por lo que pasé desapercibida o eso pensé.

-          Eeeeey guapa quieres que te acerque-dijo guiñándome un ojo.

Pasé de él y continue mi camino, al momento noté como alguien coría detrás mía, me giré y allí estaba él con su sonrisa perfecta. Se acercó con paso firme hasta alcanzarme, justo cuando iba a abrir la boca se vió interrumpido por el sonido de un móvil. Yo, que estaba como una tonta mirando para él no me había dado cuenta que era mi teléfono el que sonaba, miré quien era pero un desconocido.

-... ... ... ¿Diga?-pregunté

- ¿Andrea?, soy Vero la chica de la pasteleria-

- Aaaah Vero, si soy yo, dime-pregunté mordiéndome las uñas.

- Le he dado a mi jefe tu solicitud de empleo y me ha dicho que estás aceptaba- su tono indicaba que se alegraba.

- Guau, muchísimas gracias, ¿cuando empiezo?-pregunté.

- Mañana mismo si quieres, comenzarías a las nueve de la mañana pero tendrías que venir antes para firmar el papeleo- me explicó Vero.

- Perfecto, mañana nos vemos- contesté alegre.

Tras despedirme de Vero comencé a saltar como una loca, provocando que los malditos dolores regresaran.

-          Quieta fiera, como sigas así te pondrás peor-dijo Álvaro agarrándome de la cintura. – ¿A que se debe tanta alegría, si se puede saber?- preguntó curioso.

-          He conseguido trabajo- dije mientras me apartaba de él y proseguía mi camino.

-          Espera, yo te llevo, es lo menos que puedo hacer por ti- dijo colocándose a mi lado- En tu estado no es recomendable que hagas esfuerzos, por favor deja que te acerque- suplicó

Al final terminé aceptando, le indiqué la dirección y al cabo de media hora ya estaba en mi piso. Descargué las maletas de su coche ( las recogió él después del accidente ) y cuando me disponía a abrir la puerta del edificio una mano me detuvo.

Me dí la vuelta y me econtré otra vez con Álvaro, tenía una de sus manos encima de la mía, el contacto con su piel hizo que me sintiera segura, no sabía porque pero en ese instante supe que con él nunca me pasaría nada .

 Lo invité a pasar al piso después de avisarle unas mil veces de que desconocía el aspecto interior del piso, aún así el aceptó encantado.

Mi piso estaba situado en una cuarta planta por lo que nos vimos obligados a tomar el ascensor pues con las maletas se nos hacía todo muy pesado. Durante el corto trayecto en ascenso Álvaro no paró de preguntarme si me encontraba mal, realmente parecía preocupado por mí. Cuando salimos de ese ascensor, nuestras manos libres se rozaron sacándonos una sonrisa a ambos.

Tenía que intentar olvidar a Blas con Álvaro, al fin y al cabo este último aún no me había fallado.

Al final decidí dejarme llevar, apuré los últimos escalones que me llevarían a mi nuevo hogar, en la puerta me econtré a un sexy Álvaro apoyado en el marco de la puerta- A la mierda, Blas tu te lo buscaste-pensé.

Una vez en el interior pude comprobar que el piso estaba en perfecto estado, le indiqué a Álvaro que dejara la maleta en la entrada, después ya la guardaría.

Quise invitarle a tomar algo como agradecimiento pero caí en la cuenta de que no había pasado por el supermercado por lo que no tenía nada de comida. Le expliqué la situación a Álvaro y él se ofreció a ir a comprarme las cosas básicas mientras yo guardaba reposo, se me había olvidado completamente que tenía rotas tres costillas y obviamente no podía cargar pesos.A ver si las costillas no me daban la lata en el trabajo.

Mientras Álvaro se acercaba al supermercado más cercano, empecé a vaciar las maletas y justo en el momento en el que tenía en mis manos aquel conjunto sexy que me habían regalado entró Álvaro cargado de cosas. Muerta de vergüenza guardé rapidamente el conjunto otra vez en la maleta.

El día terminó como había empezado, bueno con una diferencia, ahora ya estaba totalmente instalada y contaba con la compañía de Álvaro que no se había separado de mí ni un segundo, era todo un amor.

Cioccolato ( Blas Auryn  y Alvaro Auryn )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora