Capitulo 36

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-¿Quiere que la acompañe a su piso?

-No, sé cómo funciona un ascensor – reí – estoy esperando a alguien más – le dije a la recepcionista, era algo tonta y si la mirabas con detenimiento se notaba.

-¿Cuál es el nombre de la persona que espera?

-Harry, vendrá a eso de las 11:00, 11: 30 más o menos.

-Está bien, es un gusto conocerla señorita Evans – sonrió, yo solo tome la tarjeta de mi apartamento y camine hacia el ascensor con el botones tras de mí. Llegamos al onceavo piso, el lugar se dividía en dos puertas, una a la derecha que tenía el número 22 y a la izquierda el 21, mire mi tarjeta y era la puerta 22, esto parecía un hotel. Pase la tarjeta por la puerta, la abrí y por poco se me salen los ojos de orbita, mi madre obviamente había exagerado con el apartamento como sospeche, pero no podía ya dar vuelta atrás, además también me encantaba, las cosas simples son lo mío, pero mi antigua casa y a comparación de está es una pocilga. No podía ocultar mi sonrisa de oreja a oreja mirando cada espacio del living.

-Señorita, ¿quiere que lleve sus maletas a algún lugar en especial? – Habló el botones sacándome de mi fantasía.

-Eeeeh no, déjelos ahí mismo – lo mire distraída, el hombre empezó a bajar las siete enormes maletas del carro que con mucho esfuerzo había traído hasta aquí.

-¿Puedo ayudarla en algo más? – Negué con la cabeza – sí necesita algo hágamelo saber.

-Gracias, Kevin – metí mi mano en el bolsillo y le regale dos billetes de 50 euros que tenía, el hombre me dio un sonrisa junto con una leve reverencia y se retiró. Voltee a ver el living de nuevo y mis ojos cayeron en el enorme sillón en “L” color crema que atravesaba todo el lugar, era hermoso, la madera del suelo y la alfombra eran de otro planeta. De un lado había un gigantesco ventanal que dirigía al balcón con algunas sillas de playa y un jacuzzi.  Del otro lado estaba lleno de  pequeñas puertas de madera más oscura acompañados de un televisor pantalla plana de la mitad de la pared. Una mesa de centro y más y más cristal, todo era hermoso. La cocina no me importaba mucho pero sé que Harry va amarla, una isla y pequeñas bancas negras, la nevera que era mucho más alta que Harry y todas esas otras cosas para cocinar. Una escalera que conectaba con la segunda planta me hizo preguntar ¿qué tan grande era este edificio? Subí y encontré dos puertas, la puerta de la izquierda conectaba con una habitación simple, una cama doble con colchas totalmente blancas, televisor, un baño, closet, nada del otro mundo. Camine hacia la puerta de la derecha y definitivamente esta seria nuestra habitación, había demasiado espacio libre, pero nada que no se pudiera arreglar, la cama era mucho más grande que la doble en la otro habitación y mucho más alta también, frente a ella  un televisor más pequeño que el de la sala, mesas de noche, un closet de toda la pared y un sillón,  camine hacia la puerta que se encontraba en el fondo de esta. Abrí la puerta y reí al ver que él baño era más grande que  la sala de mi antigua casa, había un closet lleno de toallas limpias, una ducha con puerta de cristal y una bañera tres veces más grande que la de la otra casa, todo la casa en blanco, café oscuro, claro y crema. Era un sueño hecho realidad para mí, era como si mis padres la hubieran hecho para mí, no me importaba que tendría que inventarle a Harry para excusar todo esto, pero no la dejaría por nada del mundo. Un extraño sonido me saco de mi fantasía de Harry y yo en el jacuzzi, era el timbre o eso supongo. Caminé atravesando el living, mire por el ojo de la puerta una vez llegue y un Harry muy sudado estaba del otro lado, eso me daba una idea. Abrí la puerta a medias solo dejando ver mi cabeza y brazo, él me miro un intento de sonrisa, debe de estar muerto.

-Hola…

-¿Cuál es la contraseña? – Lo interrumpí – si no vas a decirla no puedes entrar –dije tratando de sonar lo más seria posible.

FallDonde viven las historias. Descúbrelo ahora