El refugio

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Ya han pasado 2 horas desde que Richard me salvó de la furia de mi padre y nos adentramos en este camino tan largo hacia nuestra salida de las garras de Hawk. No hemos parado más que para comprar algo de comida y puedo ver a lo lejos como el sol se está metiendo, Richard me prestó el cargador de teléfono que tiene para el auto, lo conecté pero no quiero encenderlo del todo, quien sabe.....papá podría haber dado mi número a la policía y sería cuestion de que me llamase para obtener mi ubicación, o solamente papá me estaría llamando cada media hora para gritarme sobre lo que ha pasado. Y no estoy para eso ahora.

-¿Falta mucho?-Pregunto y Richard me contesta algo pero no logro entenderlo con el dulce que tiene en la boca. Así que se lo arranco de los dientes.

-¡Hey! Devuelvelo, tu tienes el tuyo.-Se queja pero yo lo miro seria esperando mi respuesta.-Ya te había contestado, falta una hora más o menos.....bueno ¿quieres darme mi dulce?.

Se lo regreso y me pongo a pensar en qué momento decidí soportar a Richard tres horas o más, aunque debo admitir que no ha estado tan mal como creí. Hemos escuchado música, un poco de la suya, un poco de la mía y un poco de todo, también platicamos un rato sobre nuestra infancia, nunca le habría contado todo lo que me pasó pero ya que vió la verdadera cara de mi padre tenía que hacerlo. A cambio el me contó su historia con sus padres, algo que jamás imaginé.

Es adoptado, hasta los 4 años estuvo en un orfanato donde lo trataban mal, no le daban bien de comer y no había juguetes. Cuando conoció a sus padres creyó que por fin tendría la familia que siempre había querido pero al conocerlos y con el paso de los años su padre no estaba del todo contento con él. No le ponía atención y dejaba que su madre hiciera todo el trabajo en casa, un día cuando cumplió 7 años, su madre le hizo un pastel y lo partieron juntos pero al llegar su padre a casa lo que quedaba lo tiró a la basura por enojo en su trabajo y Richard decidió salirse de su casa, donde conoció a chicos más grandes que le enseñaron a drogarse, robar y pasarla bien. Desde entonces le da un poco de dinero a su madre, nada a su padre y casi nunca esta en casa, al igual que yo con este tipo de trabajo.

-Oye mira, creo que ya llegamos.-Me dice, pero lo único que yo veo es un roca gigante tapando el camino.-Hace mucho no venía pero me acuerdo de esto.

-Bueno ¿y como piensas que vamos a seguir avanzando?.-Pregunto sarcástica.

-No lo hacemos ellos vienen por noso........

Lo interrumpe una metralladora en su cabeza, al igual que en la mía. Los dos por instinto levantamos las manos aún dentro del auto.

-¡Fuera!-Grita uno de los tipos.-Quiero ver sus manos y su rostro en alto.

-Escucha vengo con Argos, él sabe que vengo.-Anuncia Richard más relajado. Los tipos no parecen inmutarse pero igual salimos del auto.

-Bueno ya lo veremos.-Responde el tipo.

Rodeamos la gran roca para encontrarnos con el termino del camino, en donde a lo lejos se ve la valla de la frontera, tal vez a unos 150 metros. Caminamos otro par de minutos y veo la entrada hacia el subterraneo, su fortaleza está debajo del suelo, que raro.

Al bajar llegamos a una puerta de acero en donde los tipos tocan un cierto número de veces para que nos abran, cuando eso pasa hay más tipos armados, un salón y otra puerta aún más grande, así que nos sientan en el suelo sin decir nada.

Yo miro a Richard algo preocupada, el me devuelve la mirada con un susurro "Tranquila conozco algunos".

De repente se abre la gran puerta para dejar pasar a un tipo muy fornido, calvo, demasiados tatuajes para contarlos y un bigote que impone. Es Argos.

EN TINTA NEGRA.Where stories live. Discover now