Embarcándome algo tembloroso hacia una parada cercana de autobús que se encontraba aproximadamente a unas dos manzanas de mi casa. Comencé a caminar con tranquilidad dirigido hacia el cruce de West Grode con Liberty Street, donde estaba la parada que me llevaría a mi destino, el instituto Crosswell.
Mientras caminaba con paso firme, observé desde la distancia el autobús aproximándose a la parada. En ese mismo instante empecé a correr a toda velocidad sin detenerme tan siquiera a respirar. Mi poca destreza atlética comenzó a hacerse notar poco a poco mientras empezaba a notar la falta de oxígeno que iba en aumento. El cansancio por mi insomnio que padecía por los nervios del día anterior produjo que no llegase a tiempo.
Extraje mi teléfono móvil de mi bolsillo trasero y tras desbloquearlo pude observar en la aplicación de transporte público que otro autobús estaba de camino, por lo que esperé sentado en el abrasador banco metálico de la parada.
Aproximadamente después de unos 5 minutos de espera pude contemplar como se acercaba el transporte. Decidí coger de mi bolsillo la cartera para extraer el dinero para el viaje. Una vez posicionado a unos dos metros de mí, el conductor abrió las puertas y mientras subía peldaño a peldaño las escaleras del vehículo, extendí mi mano con el dinero y se lo entregué. El conductor sacó mi ticket de embarque y torné la vista hacia el interior del autobús. Nada más entrar vi un asiento vació en la parte posterior. Mis pies, hartos y agotados de pasear, me suplicaban sentarme. Mis pulmones de manera similar me suplicaban recuperar el aliento. Me dirigí hacia el asiento y coloqué mis pertenencias allí.
Después de un largo viaje de 15 minutos, notifiqué al conductor de detener el autobús en la siguiente parada. Tras haber realizado mi trayecto con éxito, me despedí de aquel amable conductor y bajé del vehículo. El nombre del instituto enmarcado en un fondo grisáceo claro sobre una de las paredes principales del instituto fue lo más destacado que encontré.
—Instituto Crosswell— susurré en voz baja para mí mismo, mientras trataba de apaciguar mis inquietudes —¡Vamos allá Dylan! ¡Tú puedes!— traté de motivarme mientras pausadamente reunía fuerzas aunque fuera simplemente para mover un pie.
Nervioso y cada vez más asustado, caminaba sin rumbo esperando encontrar mi clase por accidente. Oí a varios alumnos que caminaban por mi lado hablar sobre sus experiencias veraniegas mientras que yo intentaba no ahogarme del estrés y evitaba que el sudor de mi frente llegase a mi cuello por culpa de los nervios.
Por fin llegué, casi por accidente, a la puerta de mi nueva clase, el aula de estudio 11. Ahí estaba, esperando a entrar. Mis músculos no respondían a ninguna orden. Me encontraba petrificado por culpa del miedo. Sin saber lo que me esperaba tras esa puerta desgastada de color granate, traté de no ponerme más nervioso de lo que ya estaba.
Terminé aunando fuerzas para abrir esa puerta con mis manos heladas y vibrantes. Giré el pomo de la puerta poco a poco. Nada más abrir la puerta vi un montón de chicos de mi edad hablando unos con otros. Lo primero que aprecié fue una butaca vacío en primera fila, al lado de la ventana, y sin pensarlo dos veces me senté intentando no hacerme notar. Dejando mis pertenencias a los pies de mi mesa, me apoyé sobre mi mano y lo único que podía hacer tras eso era esperar a que todo saliese bien.
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Every Night ✔ (#novela juvenil)
Fiksi RemajaDylan Stewart, un joven de 15 años, se enfrenta a su primer año en un instituto nuevo. Acostumbrado a una vida controlada y estable, su mundo cambia cuando conoce a Luke Flynn, el otro chico nuevo del instituto, con una cara bonita y una personalida...