Principes y pollos

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6 años de edad.

El pequeño Namjoon se había echo muy amigo de Seokjin, incluso le comenzó a llamar Jin en lugar de Seokjin.
Habían entrado a la escuela primaria, Jin había llorado porque no quería entrar en un salón distinto al de Namjoon, pero así los había asignado el Director de la escuela, Namjoon sintió pena por Jin, y es que estaba seguro de que, desde que Jin había conocido a Nam se había echo casi dependiente de él, apenas dándole espacio para respirar.

Por otro lado, Jin comenzó a darse cuenta de que unas de sus compañeras, y compañeras de Nam estaban "coqueteándole" al mencionado. Esto lo enfureció enormemente, que decidió mentir de manera amable a aquellas pequeñas.

-Mi Namjoonie no está interesado en las niñas por ahora-

Con esas simples palabras, alejaba a cualquier niña que tuviera otras intenciones con su hyung.

Namjoon se destacó en lo académico como el primero siempre, seguido de Jin, ambos estaban en natación y Jin entró a un taller de teatro, mientras que Namjoon a uno de lectura. Jin aprendió a superar un poco su obsesión con Namjoon, ahora solo pasaba el receso junto a él, ya no lo jalaba del brazo y lloriqueaba por su atención. Aunque claro está, iba a diario a la casa de Nam.
Y Nam comenzó a comprender un poco más a Jin, pero había algo que ninguno de los dos había aprendido a controlar aún.
No eran las calificaciones, ni sus talleres, o su Tiempo juntos.

Jin no podía controlar el color rojizo en sus mejillas y Nam no podía dejar de preguntarse porqué Jin se coloraba cuando estaban jugando, estudiando, o cuando Nam le hablaba.

Jin cumplía 6 años, su madre, Lee le había organizado una pequeña fiesta, Jin invitó a sus familiares, amigos y a la familia Kim, a quienes ya se refería como si fueran sus tíos.

-Mami, ¿ya vienen mis tíos Kim?- preguntó Jin impaciente jalando el vestido de su mami delicadamente por el borde.

Seok no podía esperar a que Namjoon lo viera con su lindo traje de marinero, pues un fin de semana que habían salido a la plaza Namjoon había dicho que ese traje era lindo y que se le vería bien a Jin.

-Cariño, calma, de seguro no tardan en venir, aún faltan 10 minutos para que tu fiesta empiece, ve a jugar con Ken, se le ve muy solito, no seas así con tu amigo.- dijo su madre mientras se agachaba y depositaba un delicado beso en la frente de su hijo.

Jin se dirigió cabizbajo hacia su amigo Ken, quien se encontraba sentado en la esquina del brincolin en forma de castillo, rápidamente, el pequeño Ken se arregló el cabello y su pequeño moño color celeste.

-¿Quieres subir al brincolín?-preguntó algo decepcionado Jin.

-¡Si Jinnie!- sonrió Ken, tomó la muñeca de Jin y lo jalo hacia el interior del brincolín.

Jin comenzó a sonreír un poco más y había empezado a brincar alegremente, Ken comenzó a correr en círculos hasta quedar mareado y caer acostado, Jin lo levantó y siguieron brincando.

-Oye Jinnie, ¿te gusta mi disfraz?- preguntó ilusionado Ken.

- Amm, si, es muy lindo, ¿de qué es?- preguntó Jin mientras se detenía y comenzaba a inspeccionar lentamente el disfraz.

-Soy un príncipe-

-Wooow- exclamó Jin con los ojos abiertos- Si eres un príncipe debes de tener un castillo, que esté sea tu castillo.- propone Jin señalando el brincolín en el que se encontraban.

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