cap.24

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Capítulo 24. Anónima.

Last Hope - Paramore.
I don't even know myself at all, I thought I would be happy, but now, The more I try to push it, I realise, Gotta let go of control Every night I try my best to dream, Tomorrow makes it better. And wake up to the cold reality, And nothing has changed. But it will happen,

Agosto 20, 2012. 

Hey. 

Me has dicho cielo. Sin duda debí haber dicho algo bueno que te hizo cambiar tanto. Debo admitir que también me gusta dibujar aviones, en clase de Arte haré otro que tal vez pueda gustarte. 

Me gusta que tengas amigos, aunque realmente sé que eso no cambia nada en tu actitud, solo te hace menos huraño. Me gusta verte sonreír. ¿Te he dicho que tienes una sonrisa hermosa? Sobre todo cuando es maléfica. Tienes ese algo que me hace preguntar todo el tiempo cual es tu siguiente paso. El correo que me enviaste… creo que no he visto nada más asqueroso que eso. Tuve casi formatear mi teléfono después de toda esa porquería. ¿Saliste con ella? Que horror. 

En fin, me dio gusto verte el sábado por la noche, lucías bastante guapo en ese traje y tu cabello todo desarreglado. Ya no digo más, pensarás que estoy enamorada de ti o algo por el estilo y no, solo admiro la belleza desde lejos. Pequeños placeres que da la vida o tal vez sí me intereses un poco pero tengo terror a que lo sepas. Ups, lo sabes. Bueno, tengo que terminar de escribir aquí. 

Hasta pronto socio. 
- Anónima. 
PD: Fuiste cursi, pero me gusta ese pequeño milagro que sucedió en tu carta anterior. 


Cuando terminé de leerla sentí que el estómago se me revolvía. ¿Qué demonios es esto? ¿Le gustaba? ¿Y por qué me sentía extrañamente emocionado? Apreté los labios y guardé la carta en mi mochila. Cuando caminaba hacia mi clase me encontré con Kim y me sonrojé. ¡Sí, me sonrojé! Ella me miró y se sonrojó también. Dios, medio le sonreí y ella mordió sus labios apartando la mirada. 

Sí, lo sé. Sé que ella no podría juntarse con alguien como yo, pero qué importaba. Sentía algo por mí y yo… yo bueno, yo tengo hambre. 

Entré a mi primera clase y solamente estaba Russel ahí, cosa que me pareció extraño. Al mirarme medio me sonrió. Debo admitir que extrañaba el hablar con él a solas, no es porque no quisiera a J presente o… bueno en realidad sí, era un estorbo cuando yo quería ser honesto con Russel. Pero la aguantaba porque a él le gustaba tenerla consigo. Además de que no se verían fuera de la escuela por un buen rato ya. 
- ¿Y tu sombra?
- Con el doctor, le tocaba cita hoy –explicó-. ¿Qué pasa contigo? ¿Quién te sonrojó si no fui yo?
- Kim Eaton –respondí sincero y él me miró.
- Eso es nuevo, ¿qué pasa con ella? 
- Creo que es mi anónima. 
- Ajam… -dijo él esperando que le diera más explicaciones. 
- Le gusto. 
- ¿Qué más?
- Me gusta gustarle –respondí y él entrecerró los ojos-. No lo sé, me pone nervioso y a veces quisiera hablar con ella personalmente pero temo que entonces no le agrade tanto como cuando escribimos. 
- ¿Te enamoraste de tu anónima? 
- ¡No! –dije y me removí en mi asiento-. No sé. 
- Dios, Harry… no sabes si es ella… 
- Lo sé. 
- Bueno, solo no quiero que te ilusionen. No es bonito tener el corazón roto. Además sería tu primer amor y…
- ¿Qué? –pregunté-. ¿Cómo lo sabes?
- Vamos Harry, soy hombre pero no soy estúpido. No creo que con lo que me contaste sobre tu infancia tuvieras tiempo de enamorarte. No prestabas atención a nada hasta hace poco y me hablas de ella. Si no fuera importante no me lo dirías. 
Torcí los labios-. No estoy en…
- Lo estás. ¿Quién dijiste que era? –preguntó y yo desvié la mirada algo incómodo-. Kim Eaton. 
- ¿La chica de la Fast’s? –la cafetería en el centro, yo asentí-. Es guapa. ¿Por qué no la invitas a salir?
- ¡¿Estás loco?! ¡Yo, yo no sé hacer eso! –dije anotando la fecha en mi cuaderno-. Claro que no. 
- Lo harás. 
- No.
- Lo harás.
- Russel, por favor… te lo pido como amigo… no. 
- ¿Cuándo entenderás que siempre haces lo que yo quiero? –preguntó y yo negué con la cabeza y me crucé de brazos-. No me vengas con rabietas. Lo harás. 
- Que no. 



Entonces estaba aquí, en clase de arte con Kim Eaton a dos mesas más delante de mí. Russel no estaba aquí, pero podía sentir su mirada fija en mi espalda aún cuando él no estaba cerca. Me levanté algo nervioso y bastante incómodo. ¿Qué se suponía que hiciera?

“Hey, soy Harry Styles y me gustas. Sé mi novia” 

Sí, eso no sería mi mejor frase pero tal vez funcionara o tal vez no y me vería como un completo estúpido. 

Caminé hacia donde ella estaba y cuando estuve a punto de llegar me detuve y di unos pasos hacia atrás. No, definitivamente no lo haría. Suspiré y me daba la vuelta cuando noté que Russel estaba en la puerta. 
- ¿Qué demonios estás…? –pregunté sin voz. 
- ¡Invítala! –moduló y yo apreté los puños. Él me mostró el dedo medio y pegó su frente a la puerta-. ¡Invítala ahora!
- Hijo de puta –susurré, incluso fuera del salón me intimidaba. Tragué saliva y llegué a donde Kim-. Hey.
- Hola socio… -saludó-. ¿Ya se fue tu amigo? Me da miedo en la puerta. 
- Sí, es… es especial. 
- Lo noté. ¿Qué te trae por aquí? 
- Am… Solo me preguntaba por el avión que hiciste… -mentí y ella negó con la cabeza. 
- Creí que tendrías que invitarme a algún lado –arqueé una ceja y miré a la puerta. Ahí estaba Russel con una libreta y en ella tenía escrito: “invítala a salir”. Bufé y luego miré a Kim, quien me veía con media sonrisa.
- ¿Quieres ir al cine?
- ¿Cuándo?
- Hoy en la noche –reté y ella asintió. 
- ¿Pasas por mí?
- No tengo auto, te veo allá –ella me miró y luego suspiró. 
- Bien, ¿hora?
- Ocho, odio la impuntualidad, más vale que llegues temprano –mencioné mientras volvía a mi mesa, ella se giró y medio sonrió. 
- Más vale que tú llegues –murmuró-. Tendré entrenamiento, pero llegaré. 
- Bien. 
- Bien –dijo ella y me dio de nuevo la espalda. 

Dios, jamás en mi vida me había visto tan incómodo. Agaché mi vista hacia mi cuaderno y luego traté de prestar atención a todo lo que nos indicaban. 

Llegué yo primero a cafetería, por increíble que pareciera, la mesa estaba sola. Las D estaban divididas por el lugar. Al parecer ninguna se volvería a sentar más aquí. Luego de buscar mi comida, me senté en mi lugar habitual y Russel a mi lado. A penas lo vi le lancé un pedazo de pollo-. ¡Me avergonzaste!
- Si no lo hacía, nunca la invitarías. ¿Dijo que sí? –asentí-. Bien, ¿Cuándo?
- Hoy. 
- Genial, ¿qué harán?
- Ir al cine –respondí-. ¿Qué pasa de si no es lo que yo esperaba?
- Una porrista menos en tu lista –sonrió-. ¿Qué es lo que sabes de tu anónima?
- Que es rubia, que es porrista y me dice socio. Además de que me dibuja avioncitos. Igual que Kim hace. 
- Bueno, entonces sí, creo que es ella…
- Solo hay algo –respondí yo-. Mi anónima es algo así como honesta. Es directa y no me teme en lo absoluto. No lo sé, Kim es… dulce, directa, pero le falta ese toque de malicia.
- Hmm… puedes salir hoy con ella y ver si lo es. Pregúntale cosas sobre tus cartas anteriores –recomendó Russ. 
- Suena bien –admití. 
- Pero no seas tan duro con ella. Dale una linda cita… -recomendó y yo asentí. 




Eran las ocho y yo estaba parado frente al cine, estaba esperándola. Me había puesto una camisa blanca de vestir, unos jeans negros y unas botas negras. Era un estúpido, juro que lo era, pero… tenía una rosa en mi mano. Me sentía ridículo, jamás pensé que yo fuera hacer algo como esto por una chica y mucho menos una que no conocía en realidad. 

Suspiré y entonces la vi. Tenía el cabello liso, sus ojos resaltaban por el delineado negro que usaba. Sus labios eran rojos y vestía una blusa azul eléctrico y unos jeans blancos con Converse azules igual que su blusa. Cuando me vio soltó el aire que había contenido, al igual que yo. Al parecer tampoco estaba segura de que vendría. 

Me acerqué a ella y le entregué la rosa. Ella la miró y arqueó una ceja-. Gracias.
- Sí, de nada. Tengo una mala noticia. 
- ¿Te vas?
- Nos vamos. Estoy vetado del cine… olvidé ese pequeño detalle cuando te invitaba –admití y ella miró hacia la puerta con mi cara en ella. 
- Ya lo noté –rió- ¿entonces a donde vamos?
- Pensaba… escucha… ¿quieres ir a casa? He descargado toda la trilogía de Volver al Futuro y eso –ella sonrió y luego miró hacia un lado. 
- Dios, normalmente te diría que no, pero me encanta esa cosa. Vamos –mencionó y yo tomé su mano. Caminamos por la banqueta en silencio hasta que un taxi se detuvo. En el camino no solté su mano, me sentía nervioso, pero gracias al cielo no me sudaban-. Oye… -llamó y yo la miré-. No te aprovecharás de mi castidad ¿cierto? 
Reí-. Si quisiera hacerlo no te habría dejado salir del salón de Arte –ella se sonrojó y luego apretó mi mano juguetonamente.
- Siempre tienes algo bueno con lo qué atacar, me agrada –sonrió y yo también. Me gustaba, tengo que admitirlo. 
- ¿Cómo está tu perro? –pregunté y ella suspiró. 
- Bien, haciéndose por todas partes –respondió-. ¿Por qué? 
- Ah, solo preguntaba. 

Bien, todo esto era confirmado. Era ella. La miré y me sonrió, pero desvió la mirada algo nerviosa. El camino siguió en silencio hasta que nos detuvimos en mi casa. Mis padres no estaban así que no tendría problema con sentirme incómodo con ellos en la siguiente habitación o preguntándome si ella era mi novia. 

A penas entramos le mostré el lugar, el cual misteriosamente siempre estaba limpio. Conecté la portátil de mi madre –porque la mía seguía confiscada- y esta a la pantalla. 
- ¿Quieres algo de tomar?
- Preferiría de comer. ¿Qué hay? –caminamos a la cocina y abrí la nevera-. Hmm, hay pastel de algo, con… algo. 
- Vaya, suena tan rico –se acercó a mí y puso sus manos en mi cadera para moverme- creo que son frambuesas… o eran fresas pero ya están echadas a perder. 
- Veamos –mencioné mientras la sacaba y lo ponía sobre la mesa-. ¿Esto habrá sido una uva? 
- Pues parece una pasa… -quité la tapa transparente y este apestaba horriblemente, me alejé y ella también lo hizo con una tos severa. Mis arcadas comenzaron y ella reía. 
- ¡No vomites!
- ¡Cállate! –dije y de nuevo el asco casi me ataca. 
- ¡Oh no! –dijo y luego puso la tapa de plástico en el pastel, ella arrugó la nariz y yo reí. Buscó en los cajones y de uno sacó una bolsa de plástico negra. Echó el pastel ahí y luego en el cesto de basura-. ¿Qué querías hacer con ese pastel? –preguntó-. ¿Matar a un vecindario completo?
- Sí, planeaba dominar el mundo –admití mientras respiraba profundo ahora el aire limpio. 
- Pues ahora he arruinado tu maléfico plan. Sabía que algo horrendo me aguardaba al venir aquí –sonrió y yo reí. 
- ¿Entonces por qué viniste?
- Curiosidad –admitió-. En realidad no lo sé. Eres misterioso y complicado, y… no sé, quería venir. 
- ¿Te gusto?
- Creo que te lo he dicho ya sin querer, buen sí, sí quería que lo supieras… -dijo algo sonrojada- pero no me preguntes más, no me gusta sonrojarme, ni decirte las cosas cara a cara, simplemente… no… ignora lo que dije. 
- Ajam… -respondí mientras tiraba de su mano y la acercaba más a mí, ella plantó sus ojos verdes en los míos y yo medio sonreí-. ¿Quieres ver la película? –mis manos estaban en su cadera y las de ella en mis brazos. 
- Sí, anda, antes de que me de un colapso aquí o algo –me empujo y yo reí-. Mueve tu culo hacia el sillón socio. 
- Voy, voy –dije riendo. 

Después de la película hablamos un poco sobre ella, luego como el hambre nos embargaba a ambos, ella decidió preparar unas deliciosas sopas instantáneas. Le salieron deliciosas. 

Estábamos sentados sobre el tejado, ella tenía las piernas cruzadas y veía al frente, simplemente sin decir nada mientras enredaba su tenedor en los fideos de la sopa, o lo que sea que sean esas cosillas de hule. Las comía y luego me sonreía de vez en vez. 
-¿Qué pasará cuando salgas de la preparatoria? ¿Tienes algún plan?
- Posiblemente entraré a la Universidad de Londres o Manchester, aún no estoy segura de en cual de las dos me acepten –respondió-. Seré porrista allá, me ganaré una beca para poder pagar mis estudios y no lo sé, tal vez los entrenamientos me hagan distraerme. 
- ¿Necesitas la beca? 
- Sí, no puedo pagar toda la carrera sola y mis padres bueno… me ayudan. 
- Ya veo –respondí-. Lo lograrás –medio sonreí y ella también lo hizo-. Creo que debo de llevarte a casa. 
- Gracias, pero puedo caminar… además no tienes en qué. 
- Era solo una excusa para acompañarte –admití y ella rió. 
- Lo sé, y yo te he dicho que no. Tengo que asimilar toda esta cita antes de tenerte frente a mi puerta y fingir que juego con mis llaves para que me beses –ambos nos pusimos de pie y bajamos la escalera que había colocado en la parte trasera de la casa. 

Caminamos hacia el frente y me detuvo ella cuando estuve a penas a unos metros de mis propiedades-. Aquí, bueno… fue bueno salir contigo. Te veré otro día… o mañana pues, en la escuela. 
- Sí. Vete… -mencioné y ella me miró. 
- Sí, anda… bésame ya –reí y me acerqué a ella, tomé sus mejillas entre mis manos y la acerqué más a mí. Mis labios tocaron los suyos, fue lento, suave, con cariño, simplemente un primer beso. Ella asió mi camisa y me acercó un poco más a sí. Sonreí y luego me separé lentamente de ella. Puse mis labios en su frente y luego la escuché suspirar. 
- Sí, demonios que me gustas –confesó y yo reí-. Debo irme… pasa buena noche socio. 
- Vete ya –dije con media sonrisa. Ella se dio la vuelta y luego de un rato dejé de verla. 

- ¡Creí que no se iría nunca! –me moví sobresaltado y Russel estaba a mi lado con una bolsa de bombones-. Dios, es guapa y te gusta. He notado cómo te mira y tú tienes esa sonrisa estúpida que yo hago con Jamaica cuando me habla –dijo levantando una ceja-. Le has dado una rosa, eso ha sido muy dulce. 
- Cállate, ¿qué demonios haces aquí?
- Recibo la exclusiva –murmuró mientras caminaba hacia mi casa, caminé detrás de él y cuando entramos él se tiró en el sillón-. ¿Y bien?
- ¿Qué? –pregunté sentándome a su lado y quitándole uno de los bombones, uno blanco. 
- ¿Es ella?
- Sí, lo es… todo el tiempo actuó como ella. Siempre risueña, con un toque de frialdad y usaba mucho sarcasmo, créeme… no hay duda de que ella lo sea. 
- Genial –murmuró divertido-. ¿Entonces saldrás con ella otra vez?
- Russel… -interrumpí- me gusta Kim. Es… cuando hablaba era lo único que pensaba. Todo lo que decía me parecía interesante, aunque de repente se le iban las cabras y sacaba temas estúpidos, pero recobraba el hilo de la conversación y volvía a ser mi anónima. Es… es estúpido que me sienta así por alguien con la que he hablado muy poco. Ella me había dicho que éramos amigos y ahora no puedo… no puedo esperar a que sea mañana.
- Lo sé amigo, es un sentimiento agobiante y cansado –dijo él negando con la cabeza-. Ya te acostumbrarás. Mientras tanto disfruta de… esos bonitos placeres que da la vida. Además, con quien eres cursi es conmigo, no con ella. No tienes nada de qué asustarte. 
- ¿Soy yo o comienzas a sentirte amenazado?
- No bebé, el único que aquí gobierna tu corazón soy yo. Ella… ella solo es otra perra que se quiere adueñar de lo mío pero… na –me guiñó un ojo-. Yo te enamoré primero. 
Reí y negué con la cabeza-. ¿Seguro?
- Solo no me dejes por ella. 
- Yo no te he dejado porque salgas con Jamaica, ¿qué te hace pensar que te dejaré por que yo salga con Kim?
- Que sé que la anónima es como tu mejor amiga y la quieres… aunque a mí no me lo digas, pero se nota. Ahora la has encontrado… no lo arruines.
- Jodo todo.
- Conmigo no. Con ella también puedes. 
- ¿Quieres ver una película? –pregunté levantándome del sillón. 
- Sí… ¿tienes una de miedo? –inquirió mientras me seguía a mi habitación. 
- No, las detesto. 
- Veamos una. 
- No.
- Anda.
- No. 
- ¿Por favor? –preguntó con una gran sonrisa. 
- No. 
- La veremos. 
- ¡No!
Russel rió y luego suspiró-. Dios Harry, solo… ponla. 
- Te odio. 
- Yo más.

PD: it's meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora