cap.34

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Capítulo 34. Sin rumbo.

I’m With You – Avril Lavigne. 
It’s a damn cold night trying to figure out this life, won’t you take me by the hand? Take me somwhere new. I don’t know who you are, but I... I’m with you. 

Cuando llegamos, guié a Russ hacia mi baño, allí se lavó la boca y se quitó la ropa manchada de su asquerosa vomitada. Le presté una camisa y se acurrucó en mi cama. Le dejé una tina al lado de esta por si en la noche se le ocurría vomitar de nuevo. Yo, sin embargo, bajé las escaleras y me recosté en el sillón de la sala. 

No quería verlo, seguía habiendo en mi mente un montón de preguntas que yo no lograba aclarar en lo absoluto. ¿Él de qué estaba huyendo? ¿Qué era lo que lo estaba haciendo actuar de esta forma? Russel no era este tipo de persona, me hubiera dado cuenta de cómo era al momento en el que lo conocí, es cierto, era algo tenebroso y tenía actitudes que yo no esperaba de él, pero al mismo tiempo sabía que muy en el fondo él no era una mala persona. Él tenía principios, valores, un futuro… el cual estaba desperdiciando en tonterías. 

No sabía realmente si lo que quería era arruinar su vida o simplemente atravesaba por una etapa dura en su vida. Cerré los ojos y tomé mi teléfono a tientas. Entre los contactos encontré a Ludwika y le envié un mensaje corto: “Russ está en mi casa, mañana lo llevaré temprano a la tuya. Cúbrenos con tus padres – H” 

Unos minutos después mi teléfono comenzó a timbrar, era ella-. Harry… -murmuró ella-. ¿Está bien? Dime que está bien, ¿está despierto? ¿Puedo hablar con él?
- Está dormido –respondí-. Vicky… ¿qué está pasando? 
- No lo sé. Mis padres no quieren hablar conmigo y él tampoco. Me ha ignorado desde que llegamos de Rusia y tampoco ha armado ningún barco, ni leído. No hace tarea, solamente está en su cuarto dormido, sino robándole dinero a mi papá. 
- ¿Por qué? ¿Qué es lo que pasó en Rusia? 
- No sé… 
- Vicky, si no tengo respuestas no puedo ayudarlo, ¿qué es lo que sabes? 
- Lo que te dije ya… es… solo no dejes que esté solo. Él no es malo. Es mi hermano. 
- Lo sé –respiré profundamente y apreté fuerte los ojos-. Necesito averiguar qué es lo que pasa con él. Hablamos mañana, ¿si? Duérmete ya. 
- Bien… buenas noches Harry. 

Terminé la llamada y me giré en el sillón, colocando mi cuerpo boca abajo, enterré mi cara entre los cojines y gruñí, esto andaba mal, muy mal. Necesitaba sacarle información, pero cómo hacerlo sin que él se viera acorralado. Pistas, tenía que ponerle más de la acostumbrada atención, o más bien atención que nunca le puse. 

Ahora que lo estaba reflexionando, sabía lo que le gustaba, sus aficiones a futuro, pero jamás le pregunté por Rusia, por qué vino de tan lejos. ¿Huía de su pasado? ¿Había cambiado en algo? ¿Era tan malo como lucía cuando peleó con Quinn? 

Mi cabeza estaba llena de preguntas, de pistas, de palabras que él usó desde que me conoció, frases que a veces yo no entendía o yo lo juzgaba loco. Sentía un hueco en el estómago, estaba nervioso, nervioso por las respuestas que buscaba y tenía miedo de que lo que encontrara no me fuera a agradar. 

La curiosidad mató al gato… pero murió sabiendo la verdad.

Me abracé a mi mismo tratando de mantener el calor en mi cuerpo. Decidí apagar mi cerebro por un momento y dormir. Mañana sería un día realmente cansado y yo necesitaba fuerzas para poder enfrentarlo. 
Cuando desperté fue porque sentí un poco de calor. Me senté en el sillón y tenía otra manda sobre mí. Tal vez mi padre la había puesto antes de irse a trabajar. Era temprano, necesitaba prepararme para ir a la escuela. Me levanté y noté que las llaves del auto de Russel no estaban. Tampoco mi copia. Subí las escaleras trotando y él no estaba sobre mi cama, pero estaba alzada y mi camisa doblada sobre el escritorio. 

“Estoy bien – R”

Estaba escrito sobre mi libreta de Historia. Tomé mi teléfono y lo llamé, necesitaba saber que al menos estaba en casa, pero no me contestó, lo hice un par de veces más en lo que preparaba la ducha y no, no atendió. 

Suspiré y me dirigí al instituto. Cuando llegué tomé la carta del buzón y no me molesté en abrirla, luego lo haría. Entré al salón donde estaban ya la mayoría de los alumnos, estaba Jamaica en su lugar, pero Russel aún no llegaba. 

- Hey –dije y besé su mejilla, ella solo medio sonrió y siguió mirando su cuaderno. Me senté en mi lugar y cuando giré el rostro para preguntarle por Russ noté el enorme moretón que tenía en la mandíbula. Parte de él estaba siendo cubierto por maquillaje, pero aún así notaba esa franja rojiza al lado de su oído-. ¿Qué demonios te pasó?
- Nada –susurró ella mientras movía su cabello para ocultarlo más. Me levanté y moví su cabello pero ella se quejó y yo la solté-. Me caí. 
- Busca una mentira más creíble, tú puedes –dije frío-. ¿Quién te pegó? 
- Caí. 
- ¿Sí? ¿De cara contra el suelo? ¿Quisiste escuchar lo que hacían bajo tierra? –dije molesto y ella solo agachó la cabeza, la gente nos miraba. Tiré de su mano y la saqué del salón, caminamos por los pasillos hasta que llegamos a la desolada cafetería. 

Me paré frente a ella, todo lucía tan preocupante ahora. Russel andaba drogado y ebrio. Jamaica tenía golpes. ¿Él la habrá lastimado? Si lo hizo, ¿por qué? 

Tapé mi boca tratando de contener el aire, no aguantaba esta presión. Miré a J y ella comenzó a sollozar. Jadeé cansado y la abracé fuerte a mí. Cerré los ojos y ella se ciñó a mí. Lloraba sin parar, no podía entender sus razones, al menos no hasta que ella descargara todo lo que tenía dentro. Hablaba, pero no podía entenderle debido a los espasmos y la forma en que me gritaba. Me alejé un poco y limpié sus lágrimas suavemente con mis manos mientras la miraba a los ojos-. ¿Fue Russel? 

La mirada de Jamaica, esos tremendos ojos castaños estaban enrojecidos, lucían apagados, agotados-. No fue su intención… -trató de defender. Me le quedé mirando y ella apretó sus labios con sus dientes-. Anoche… él fue a mi casa, estaba ebrio y venía en la motocicleta. No decía mucho, solo cosas sin sentido que yo no lograba entender. 
- ¿Qué te decía? 
- Algo sobre su pasado, que ahora estaba volviendo a lo que era, que no podía remediarlo –ella sollozó-. Solamente se sentó en el borde de mi ventana y miró hacia abajo como si tuviera algo perdido ahí. Dijo que tenía que irse y… 
- ¿Por qué te pegó? 
- No lo hizo, le dije que se quedara en casa, que mañana cuando estuviera sobrio lo hablábamos mejor y él no quiso hacerme caso, lo tomé del brazo y él me arrastró hasta que estuvo a punto de salir de mi habitación, le rogué que se quedara y cuando sacudió su brazo para quitarme de encima me caí y me golpeé contra el pomo de la puerta –dijo mostrándome la marca- por ahí tengo la forma –señaló y yo noté los bordes y suspiré-. No sé qué le está pasando Harry. 
- Yo tampoco… -rasqué mis ojos-. Vamos a clase, tal vez ya llegó… o ni siquiera se presente, no tengo idea.
- ¿no deberías tú estar suspendido? 
- Aún no presento mi citatorio en casa y Darrell seguramente querrá hablar conmigo –mencioné-. Es nuestra primera clase así que da igual. Me iré pronto. 
- Si no viene… ¿podrías ir a buscarlo? –asentí. 

Abrí la puerta, sabía que ambos tendríamos problemas por llegar después del timbre, pero eso dejó de importar cuando noté a Russ sentado en cuclillas sobre el escritorio del profesor Darrell. Traía puesta una camisa negra de cuello V, unos jeans desgarrados y unas botas llenas de lodo. Sonreía altanero, su cabello estaba levantado y despeinado, sus manos manchadas de tinta y apuntaba con el dedo al director.
- Tú lo mataste… 
- Me deshice de Crock, no lo maté… Puedes buscarlo en el acuario cuando quieras… 
- Te dije que nadie podía tenerlo sino yo –gruñó y Jamaica estaba pálida a mi lado solamente observando la acción-. Sabes cuan importante es para mí. 
- ¿Qué demonios estás haciendo? –pregunté y él se giró a verme. Rodó los ojos y volvió la vista al director-. Te hice una maldita pregunta. Baja de ahí. 
- Tú no eres nadie Harry, cállate –murmuró sin mirarme, caminé furioso hasta donde estaba, tiré de su camisa y lo hice bajar a la fuerza, él se giró y me empujó fuertemente contra la pared-. Te dije que te apartaras… 
- Dijiste que me callara, no que no te tocara –ambos nos mirábamos y todos los demás solo nos observaban, los que habían estado en su casa sabían lo que él era capaz de hacerme. Yo sería fácilmente un muñeco de trapo en segundos. 
- Russ –interrumpió Jamaica-. No sé qué es lo que estás haciendo pero por favor, detente, por favor –ella tocó su brazo y él se la quitó rápido de encima. 
- No me toques –dijo en un tono increíblemente gélido. 

- ¿Qué demonios sucede contigo? 
- ¡¿Por qué mierda quieren saberlo?! –gruñó y tocó su brazo izquierdo nuevamente. Lo tomé por ese brazo y lo empujé hacia fuera, ambos caímos al suelo y él se quejaba como si le quemara mi agarre-. ¡Suéltame! 
- ¡Por que estás arruinándote y estás haciendo el ridículo en la escuela! ¡Es el puto director! 
- ¡Tú estás suspendido! ¿Qué importa que yo esté expulsado? ¡Mató a Crock! 
- ¡Puedes conseguir otro maldito caimán! 

Russel se levantó como pudo apoyándose en su brazo derecho y negó con la cabeza-. Tú nunca lo entenderías. 
- No lo entenderé si no lo dices, y si me dices que es una tontería te mataré. Si sales con que Jamaica no quiere follar contigo te mataré. 
- Esto no tiene nada que ver con ella –se giró dándonos la espalda. 
- Estoy harta –dijo Jamaica cerrando la puerta detrás de sí. Los alumnos se quedaron atrapados en el salón, esperaba que Darrell saliera a enfrentarnos, pero por alguna razón no lo hizo. Tenía aún mis dudas sobre ese hombre. Actuaba de una forma que yo no lograba comprender aún. 
- Todos lo estamos –respondí a J. 
- Russel, ven aquí –dijo ella firme mientras él solo la miraba sobre su hombro-. Necesito que aclares unas cosas. ¿Esto se volverá una costumbre? ¿Esta porquería eres tú? Porque yo no me enamoré de esto, yo no salgo con esto. ¿Qué estás haciendo? Faltas a clases, no haces los trabajos, llegas a mi casa ebrio o con no sé qué sustancia dentro de tu cuerpo. Me estás dando demasiados dolores de cabeza –dijo ella alzando las manos-. ¿Es esto lo que tú eres? Porque… realmente no sé qué hacer contigo. 
- Siempre puedes terminarme… -susurró él- puedes mandarme a la mierda, a quién le importa. Terminaríamos a penas se acabara la escuela, ¿qué importa adelantar un par de semanas? 
- ¡Me importa a mí! ¿Acaso a ti no? ¿Qué demonios pasa contigo? –dijo ella al borde de las lágrimas-. Dime… dime qué debo de hacer para que me digas la verdad. ¿Qué está pasando? Quiero… quiero ayudarte. 
- Déjame en paz Jordan. Será mejor dejar las cosas como están. 

Ella dio unos pasos hacia atrás, me miró y luego lo miró a él de nuevo. Quien estaba completamente de espaldas-. ¿Estás terminando conmigo Russel? 
- Sí –dijo sin pensarlo siquiera, siguió su camino, pero J lo siguió y lo empujó fuertemente contra el casillero-. ¡¿Qué estás haciendo?! 
- ¡Quiero que me digas la verdad! ¡Mierda Russel! –él frunció el ceño y la empujó. 
- ¡No significas nada para mí! ¡No quiero estar contigo! ¡Entiéndelo de una vez! ¡Estoy cansado! ¡Cansado de todo esto! ¡De estas mentiras! ¡De que crean que soy un ángel! No lo soy, mírame, no soy lo que quieres, no soy lo que te gusta, nunca lo fui. 
- ¿Este no eres tú? ¡Qué pasó con el que yo conocí! 
- Él… 
- Russ –interrumpí y él me miró fijamente-. Será mejor que te vayas. Vete –ordené y él se dio la vuelta y se fue. 

Jamaica se quedó un buen rato ahí parada, cuando me acerqué ella me fulminó con la mirada, pero luego su semblante se rompió y comenzó a llorar de nuevo. 

- No quiero perderlo. 




Estaba parado en la puerta de la habitación de Russel. Él estaba frente a su escritorio con un martillo y sus barcos en una fila, ponía uno frente a sí, lo aplastaba hasta quedaba hecho añicos y avanzaba al siguiente. Sus padres hacían oídos sordos a sus gruñidos y frases sin sentido, mientras que yo simplemente lo observaba. 
- ¿No significas nada para mí? –pregunté y él se giró incómodo y sorprendido. 

Tenía el rostro pálido, los ojos increíblemente rojos y sus brazos estaban blancos, las venas le lucían verdes debajo de la piel. Caminó hacia mí y apretó los puños. 

- Estás cometiendo un grave error –susurré-. Tú, no quisiste decirle nada de lo que dijiste a Jamaica. Te conozco, tal vez no te pongo mucha atención, pero sé que tú no querías decir eso. Simplemente querías que ella dejara de preguntar. Yo no pienso hacerlo más. Son tus mierdas, son tus porquerías, es tu pasado, es tu vida, ¿quieres arruinarla? Hazlo, pero no nos involucres en ellas. Si algo he aprendido de ti, es que la vida se separa en mis problemas, los de ellos y la realidad. 

Los ojos de Russel comenzaron a llenarse de lágrimas y cayó de rodillas frente a mí, gritó y comenzó a golpear el suelo a puños cerrados. Me quedé ahí, parado mientras él lloraba. 

No había nada más que hacer, simplemente lo dejé que gritara e hiciera lo que tuviera que hacer. Negó y apretó fuertemente su brazo izquierdo. Gimió y luego de cerrar los ojos, se quedó completamente dormido. 

Estábamos frente a la casa de J. Russel bajó del auto junto conmigo y caminamos juntos y en silencio. Él solo miraba hacia el suelo y cuando Jamaica nos encontró en las escaleras, sin pensarlo dos veces se lanzó a sus brazos y ambos comenzaron a llorar. Él negaba suavemente mientras ella le hablaba. 
- Lo siento, lamento haberte gritado todo eso, no quise decirlo, no quise hacerlo yo solo. Lo siento –susurraba Russ una y otra vez. Jamaica lo miró, acarició ambas de sus mejillas y besó suavemente sus labios. 
- No, no importa… olvídalo –susurró ella a cambio. 
- Lo siento, lamento lo de tu mejilla, Dios, lo siento… no sé cómo…
- Da igual, yo, estoy bien, estoy bien cuando tú estás conmigo. Por favor, no me alejes más. No lo hagas –Russ tragó saliva y besó sus labios de nuevo. 

Me senté unos escalones más abajo, ambos se disculparon entre sí y lograron llegar a algún acuerdo. Ella tuvo que volver porque su padre la llamaba, pero mientras nosotros caminábamos Russ se detuvo y suspiró-. Mañana… ¿tienes algo que hacer mañana? –negué. 
- ¿Qué? 
- ¿Te importaría ir a cenar conmigo? –arqueé una ceja y él medio sonrió. 
- Laa-laa, ¿este es el momento en el que tú me dices que estás sufriendo porque estás enamorado de mí y no sabías cómo afrontarlo? 
- Sí, algo así –sonrió, al fin una sonrisa sincera, no alcanzaba hasta sus ojos pero era algo. 
- De acuerdo, pasa por mí a las 7. 
- Bien.

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