cap.33

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Capítulo 33. Crash.


New Divide – Linkin Park. 
So give me reason to prove me wrong to wash this memory clean let the thoughts cross the distance in your eyes give me reason to fill this hole connect this space between let it be enough to reach the trutch that lies across this new divide. 

Estaba en medio de la clase de Literatura cuando sentí que azotaban la mano en mi pupitre. El maestro sustituto estaba intentando ser firme conmigo. Fruncí el ceño y alcé la vista hacia donde estaba Russel, él me miró y negó con la cabeza. Suspiré y guardé silencio, no iba a matar a nadie, lo prometí, era uno de mis propósitos de año nuevo. No lo haría, en verdad que no lo haría. 
- Responde entonces… 
- No puedo opinar sobre un libro que en realidad no leí y no me interesa –murmuré firme, él se acercó más a mí. 
- Me hablaron de ti, Styles, me dijeron que eras un huesito duro de roer y que no te importaba absolutamente nada. Que no respetabas la autoridad y que te importaba más estar en casa haciendo nada que empeñarte en algo como, no lo sé, tu… futuro. 
- ¿Qué me va a ayudar saber cómo una mujer no pudo decidir entre dos hombres? –inquirí- yo no lo leí pero Russel sí y me lo platicó. 
- Su compañero no me interesa, ¿es su novio? –preguntó desafiante y yo sonreí. 
- Estoy seguro de que si lo fuera usted estaría bastante bien informado –él se enderezó-. ¿Tiene algún problema con las relaciones homosexuales? Digo, yo no lo soy, tengo novia y él tiene la suya, pero estoy seguro de que el comité de alumnos le encantará saber su postura. 
- No tengo nada en contra de ellos, pero eso explicaría tu comportamiento aniñado, porque supongo que tú eres la dama. 
- Deje de agarrarse los huevos para gritarme, ¿se siente amenazado por mí? 
- Si quiero puedo simplemente expulsarte de mi clase hasta que la próxima maestra me reemplace, ¿eso es lo que quiere? 
- Lo único que quiero es que usted cierre la boca y haga su trabajo… me importa realmente poco. ¿Quiere expulsarme? Hágalo, al final pasaré la materia con 100 como siempre –sonreí y él me dio una hoja rosa-. Que rápido huye cobarde –sonreí y tomé mi libreta. Miré a mi lado derecho donde estaba Russel y él tenía los ojos cerrados. 

Lo miré fijamente y él comenzó a bostezar. Entrecerré los ojos, parecía tener gripe. Se abrazó a sí mismo y se acurrucó-. ¿Estás bien?
- ¿Hm? –preguntó abriendo los ojos. 
- Es… 
- ¡Largo de mi clase Harry! –gritó el profesor Darrell. Miré a Russel nuevamente y él solamente asintió y yo me retiré. 

Estuve un buen rato en detención, hacía mucho que no me sacaban de una clase. Regularmente porque nadie se atrevía a echarme, ni mucho menos a enfrentarme. Creo que a la multitud le daba miedo lo que yo podría decirles, sí, aún tenía esa boquita floja que me caracterizaba. Algunas veces me divertía el volver a mi ritmo, el volver a humillar a la gente, el permanecer en las sombras observando a esta bola de animales comerse entre sí, mientras que yo capturaba los detalles de la manada de hienas que se comía las sobras que el equipo de rugby dejaba. Cuando las porristas eran la jauría más peligrosa de lobos hambrientos con los de primer grado. 

¿Qué pasaba con Chloé? Bueno, ella había decidido darme un tiempo de prueba. Éramos algo así como una pareja, sí, definitivamente exclusiva, pero a la vez no teníamos ni horarios, ni reglas, ni pautas, solo eso: fidelidad. Funcionaba para mí y para ella. En la escuela había miraditas, uno que otro beso robado mientras caminábamos por el pasillo, se sentaba a veces con nosotros en el comedor, a menos que tuviera un entrenamiento y no pudiera zafarse de él. Debo admitir, que cuando iba a casa y me daba una paliza en el X-Box, era cuando más tiempo me la pasaba riendo. Ella lograba robarme las carcajadas de manera tan extraña que a veces pensaba que me hacía cosquillas con la mirada. 

Es ese tipo de sensación en el estómago que te hace sentir extraño a kilómetros de distancia. El nerviosismo que te da al saber que en cinco minutos llegará. La sonrisa estúpida que aparece en la cara cuando ella se te acerca. La loca idea de escuchar una canción en tu cabeza cuando ella sonríe. No lo sé, pero Chloé me gustaba, era más que obvio, no quería arruinarlo. Tenía poco tiempo para estar con ella. Pronto se iría a Yale, sí, ya había sido aceptada. 

Todo se acababa, de alguna forma todo acababa. Prometió mantener contacto, pero ambos sabíamos que todos estaríamos lo suficientemente ocupados como para eso, así que preferíamos disfrutar de los últimos meses en el instituto. 

Llegué a detención y allí estaban un montón de gorilas, un par de inadaptados, algunos tipos desconocidos que al verme, hicieron su idiotez un poco más notable y me senté en el rincón, el más apartado de toda esa sociedad incómoda. 



Enero 7, 2013. 

Boo. 

Debo decirte que ha sido un día bastante curioso. Me han enviado a detención, ¿recuerdas al profesor ese de Literatura que te hablé? De nuevo quiso jugar conmigo y se ha puesto algo altanero esta vez. No sé de donde agarró valor esta vez, pero me expulsó por el resto del semestre de su clase. No creo que vuelva a recibirme hasta que haya cambio de tutor otra vez. ¿Cuánto tiempo crees que tarde en hacer que lo echen? ¿Apuestas conmigo? 

Bueno, me gustó que fueras a casa anoche, aunque no tanto que me ganaras en NFS, quisiera saber si eres así de genial en la vida real. En fin, espero que los entrenamientos no sean tan duros y que tu madre no sea tan dura esta vez con las clases de etiqueta. Pasa un buen día. 
- El nada anónimo Harry. 





Cuando terminó el módulo de Literatura me dirigí a los casilleros, mientras lo hacía me encontré con el profesor Darrell, quién sonrió ampliamente y se acercó a mí. Fruncí el ceño y él apoyó la mano en el candado que yo trataba de abrir. Me aparté y lo fulminé con la mirada-. ¿Qué?
- Sabes perfectamente que lo único que tú necesitas es mano dura, disciplina, si te disculpas ahora podría aceptarte en mi clase de nuevo. 
- No lo haré –dije dándome vuelta, pero él caminó detrás de mí- si me sigue diré que me está acosando y no creo que quiera hacerme llorar frente a los profesores y padres de familia ante una demanda contra usted. 
- Dios que cansado haces todo esto –murmuró-. ¿Qué si solo quiero ayudarte? También soy psiquiatra y tú presentas un caso de… 
- ¿Sabe qué? –dije dándome vuelta-. Usted definitivamente no me conoce, no quiero su ayuda, yo no se la pedí. Definitivamente no sé si los maestros lo han enviado, sí, me he portado mal y he humillado a cientos de mis compañeros durante varias generaciones más, pero no es que no hayan sobrevivido. Saben defenderse ellos mismos. No necesito que un hombre de traje ridículo y corbata de moño intente psicoanalizarme realmente no lo hago. Por favor, resérvese sus ‘ayudas’ para alguien a quien le interesen. 

Caminé más decidido hacia la salida, pero cuando iba llegando al patio trasero él me siguió y se puso de pie a mi lado. Fruncí el ceño y cuando lo iba a confrontar estiró su mano. 
- Profesor Darrell Soul… director –se presentó. 

No supe qué fue lo primero que me dejó de funcionar, las piernas, la visión, el habla, la vista… no tengo idea. Simplemente me le quedé mirando y sentí que el estómago se me había caído al suelo. Sí, sabía que jugar con los profesores era divertido, muchos de ellos lloraban, pero había una regla principal: “pelea con todos, excepto con la máxima autoridad”. Sí, yo había perdido esta vez. 

- Señor Styles, usted está suspendido por el resto del mes. Apreciaría se pusiera de acuerdo con sus profesores para averiguar qué tipos de trabajos presentará para poder mantener una calificación. Pase luego a la oficina para entregarle el citatorio para sus padres en veinte minutos –sonrió y yo tragué saliva-. Que pase bonito día –solté el aire contenido-. Oh… que nadie sepa quién soy. Gracias.

Él se giró y yo me quedé ahí parado. Estático, jamás en mi vida había tenido una suspensión. Había sido una horrible persona, pero nunca me había ganado algo tan grave. Demonios, esto no se vería bonito en mi expediente. Creo que una carta de buena conducta jamás me la ganaría. 

Suspiré, me giré y caminé hacia donde estaba mi casillero, en el camino me encontré con Russel y él caminaba apoyado en los casilleros. Me miró y yo medio le sonreí-. ¿Qué tienes? –preguntó. 
- Me han suspendido. 
- ¿Qué? –dijo él más que sorprendido-. Mierda Harry, ¿qué hiciste ahora? 
- Reté al director –respondí- no tenía ni una maldita idea de que Darrell era director. ¿Por qué nadie me lo dijo? –pregunté y él giró el rostro algo confundido. 
- ¿Darrell, director? –asentí-. Joder, eso sí es un problema. La mayoría de nosotros no lo sabe. No se ha anunciado públicamente. 
- Me amenazó con que alguien más lo supiera, al parecer quiere seguir formando su red. Pero me ha atrapado a mí. ¡Nadie me atrapa a mí! 
- Lo sé, pero te atraparon en la movida amigo, estás más que jodido ahora –asentí-. ¿Qué harás con tus padres? 
- No tengo idea, jamás les he dado problemas escolares –admití-. Sí, había habido algún citatorio, pero cuando era más joven y… -suspiré mientras secaba el sudor de mi frente-. No sé qué demonios haré, lo único que tengo en mente es la palabra: “venganza” y esa nunca es buena. 
- ¿Por qué no? –preguntó con media sonrisa-. ¿Quieres hacer algo? Yo me apunto. 
- Últimamente estás muy complaciente, ¿debo de preguntar por qué? –inquirí y él negó. 
- Solo estoy de humor –aseguró-. De hecho… tengo una idea. Lo he escuchado hablar con Marie un par de veces y creo que nos puede ayudar. 
- ¿Estás seguro de esto? Es la asistente del director –mencioné y él sonrió. 
- ¿Y? Yo soy Russel Schmidt –reí y ambos caminamos hacia la oficina en la que ella estaba. 

En cuanto llegamos noté que la oficina estaba iluminada, llena de vida, como si la mera alegría viviera aquí. Caminamos decididos hasta la recepción y allí estaba ella, alta, de cabello castaño oscuro, ojos grandes y un tanto rasgados, boca pequeña y una sonrisa plasmada en ella. 
- Hola Marie –saludó Russ-. Lamento molestarte de nuevo, ¿cómo estás? 
- Hola Russ –respondió ella animadamente-. Estoy bien, oh y nunca es molestia. ¿En qué te ayudo ésta vez? ¿Ameritas otra copia de tus calificaciones semestrales? –negó-. ¿Qué es entonces? 
- La razón es un tanto personal… -mencionó y ella levantó una ceja ahora más cautelosa-. Supe que el cumpleaños del director sería pronto y tú sabes que yo fabrico barcos, me preguntaba si había alguna posibilidad de que… me dieras la dirección de su casa, ya sabes… para darle una sorpresa. 
- Hmm –dudó-. La verdad es que no lo creo posible, sé cuando te agrada mantener conversaciones con él, pero… 

Esperen aquí. Miré a Russel y él asentía todo lo que Marie decía, yo dejé de prestarle atención desde aquí por la simple oración de: “sé cuanto te agrada mantener conversaciones con él”. ¿Desde cuando hablaban? ¿Russ necesitaba un psiquiatra? ¿psicólogo? ¿Qué mierda? ¿Estaba loco? 

- Lo sé Marie, pero por favor, por mí… sabes que no haría nada para dañarle ni mucho menos. Pero sería como una muestra de agradecimiento –Russ sonrió y puso una mano sobre la de Marie. Ella se sonrojó un poco. ¿Quién no iba a hacerlo? Ella era joven, bonita, inteligente, y él un chico atractivo con experiencia en manipulación-. ¿Sí? 
- De acuerdo, pero que nadie sepa que yo te la proporcioné –asintió- y me ayudarás a entregar las flores y cartitas el 14 febrero. 
- Eso es cruel –dije y Russel bufó. 
- ¿De verdad?
- Sí –dijo Marie decidida. 
- Bien, lo haré –dijo rodando los ojos, ella sonrió y en un papel pequeño le entregó la dirección. 
- Dale algo bonito –pidió ella y nosotros sonreímos. 
- Le encantará –prometió él. 


Seis de la tarde. Jamaica estaba en la parte trasera del auto. Tenía en sus manos el pequeño caimán que Russel había traído de Rusia cuando regresó de su último viaje. ¿Cómo lo obtuvo? Alguna de sus abuelas se lo había obsequiado. Decían que lo dejarían morir, por lo que él se lo trajo aquí. 

Nos enteramos de que Darrell tenía un tanque de peces, los adoraba. Más bien Russel nos dio esa información. Aún no había tenido el valor de preguntarle por sus ‘pláticas’ con el director, porque no tenía las palabras necesarias para eso, además, si él no me lo había dicho, era por algo. Él siempre ocultaba las cosas por una razón. Sí, me mataba la curiosidad, pero yo no quería arruinar nada. 

Estacionamos el auto en la parte delantera, los tres bajamos, Russel sostuvo a Crock con ambos brazos y de debajo de una maseta sacamos una llave, era algo bastante común, pero funcionó. 

Entramos a la casa del director, era lujosa, sí, bastante. Pero a la vez tenía un toque de sencillez que la hacía sentir cómoda. Russel andaba en ella como si fuera su casa, nosotros lo seguimos y él subió las escaleras, entró a una habitación y allí estaba un enorme tanque, en él se encontraban gran variedades de peces, de muchos colores, algunos extraños que yo no lograba identificar, de hecho a ninguno, más que a los que eran como Nemo. 
- ¿Estás seguro de esto? Sabrán que fuiste tú –susurré y él se encogió de hombros. Tomó un banquito de detrás de una puerta, lo subió y luego le quitó la cinta aislante a Crock y lo echó al tanque. 
Este comenzó a nadar por el lugar y cuando notó a los peces comenzó a comerlos sin piedad. Muchos desaparecieron en cuestión de segundos. Miré a Russel y él desvió la mirada hacia el suelo. Estaba callado y apretaba su brazo izquierdo, suspiró pesadamente y cerró los ojos. Jamaica tomó la hoja de máquina que habíamos preparado y la colocó en el tanque: “Tú eres él… comiéndote a los pequeños peces escolares” 

Me acerqué disimuladamente a Russ y él gruñó fuertemente mientras se apretaba el brazo con su mano derecha. Entrecerré los ojos y toqué su hombro, él se separó sorprendido y yo alcé las cejas-. No pasa nada. 
- No parece que estés bien. 
- Estoy bien –respondió calmadamente mientras se alejaba de mí y yo trataba de seguirlo, él bufó y me empujó-. Déjame en paz, ¿quieres? 
- ¿Qué demonios sucede contigo? –inquirí. 
- Nada, solo deja de meterte en mis cosas.
- Ah claro, primero estás con que no te pongo atención y cuando lo hago de repente te sientes acosado –él miró a Jamaica y ella a mí. 
- Solo vámonos de aquí, antes de que el profesor ese llegue –murmuró J y ella me dio una rápida mirada que no supe interpretar. 
- ¿Qué pasará con Crock? –pregunté. 
- Estoy seguro de que Darrell me lo regresará –respondió Russel mientras bajábamos las escaleras. 
- Te estás metiendo en problemas por mí –suspiré- te expulsarán. 
- Da igual –respondió y yo me detuve de golpe. 
- ¿Da igual? ¿Qué demonios está sucediendo? ¿Desde cuanto no te importa que te expulsen? ¡Tienes que terminar la escuela con una buena calificación! ¿Qué no piensas ira Cranfield? 
- ¡No iré! 
- ¿Qué? –me detuve y él suspiró alzando ambos brazos. 
- No voy a ir, me tomaré el puto año, no quiero ir a la universidad –puso los ojos en blanco y salió de la casa a paso rápido. Me giré a Jamaica y ella suspiró cansada. 
- No ha tenido unos buenos días… -susurró- no sé qué le está pasando. No es nuestro Russel. 

Caminamos hacia su auto, el cual ya estaba encendido y entramos sin siquiera preguntar o decir nada. Él fue a dejar primero a Jamaica y luego a mí. El silencio era sepulcral, incómodo. Jamás nos había pasado algo como esto, me carcomía por gritarle un montón de preguntas sobre su comportamiento. Pero a la vez no podía estarle presionando, nuestra amistad no era así. 

Llegamos a casa y abrí la puerta del auto para salir de ahí-. No sé qué putas te pasa… pero puedes decírmelo cuando quieras.
- No necesitas saberlo. Sal de aquí –ordenó y luego de mirarlo por última vez salí del auto y él aceleró a fondo.


… 


Estaba quedándome completamente dormido. Había estado dando vueltas en la cama pensando en lo que le estaría pasando a Russ, pero a la vez trataba de no complicarme tanto la existencia. Tal vez él solo extrañaba su casa en Rusia o sufría de algún colapso, no tengo idea, pero él estaría bien pronto. Siempre era así. 

Mi teléfono comenzó a timbrar y noté que era un número desconocido pero local-. ¿Hola? 
- Soy Russ… -su voz se escuchaba adormilada y sosa- necesito que vengas por mí. 
- ¿Dónde demonios estás? –pregunté mientras me sentaba en la cama y comenzaba a ponerme los tennis-. ¿Russ? 
- Es…estoy en la estación… 
- ¿Cárcel? ¿Qué demonios pasó? –pregunté poniéndome de pie, buscando un abrigo y colgándome la bufanda-. ¡Russ, maldita sea, háblame! 
- Toma mi auto, solo ven por mí –rogó y yo pasé mi mano por mi frente- en mi auto hay dinero, puedes pagar la multa… 
- Bien, estaré ahí en cuanto pueda… -respondí-. Russ… -intenté pero él ya había terminado la llamada. 

Me dirigí a su casa, gracias al Dios, él había logrado enseñarme a conducir, no fue difícil después de todo, así que cuando llegué, saqué las copias de sus llaves que él me había obsequiado y me dirigí a la estación policiaca del centro. 

Hice un montón de papeleo cuando llegué, logré pagar la multa y unos cuantos euros más para que lo dejaran salir siendo yo un menor. Russ caminaba dando tumbos y parecía más pálido de lo normal. Se sostenía de las paredes cercanas y cuando llegó a mí, puso su mano en mi hombro. No me miró a la cara, solo me empujó a la salida. 

En cuanto el aire tocó su rostro, él se giró a un lado y vomitó al lado de la entrada todo el contenido de su estómago. No sé a qué rayos apestaba, pero no era solamente a alcohol. No podría llevarlo así a casa y eso me tenía realmente preocupado. Él era el maduro, él era el que me controlaba a mí, él era quien me cuidaba, no yo. Esto me asustaba. 

Lo ayudé a entrar al auto y se abrazó a sí mismo, se apretó fuertemente su brazo izquierdo y cerró los ojos. 

Conduje despacio, trataba de darle un poco de tiempo para que él se explicara, para que me diera una maldita señal de lo que estaba pasando, pero no hablaba, no abría la boca y tampoco me miraba. 
- Dormirás en mi casa –informé y él no respondió-. No sé qué mierda estabas pensando… ni lo que estés haciendo, pero… no eres tú. ¿Esto es lo que siempre me ocultaste? ¿Esta porquería de hombre es lo que eres? 
- Tal vez siempre fui este. Tal vez esto es lo que soy, tal vez no te importa. Tal vez esta mierda ni siquiera deberías de llevarla tú. 
- ¿Entonces qué demonios estás haciendo? –pregunté mientras me detenía en un semáforo-. ¿Qué es esto?
- Nada. 
- ¿Nada? –reí y me giré-. Dios, estás tan ebrio…
- Drogado. 
- ¡Lo que sea! –grité y él rió bajito-. Detesto esto. Detesto lo que haces, como te portas. No se qué pasa contigo. 
- Deja de actuar como si fueras mi padre, no lo eres… No responderás por mí y tampoco te importo lo suficiente. Ni tú a mí. Eres solamente un tipo más. 
Reí bajito-. Bien, mañana cuando estés desintoxicado me lo repites –sonreí y él se abrazó a sí mismo-. Estoy decepcionado de ti. 
Escuché un sollozo de su parte y asintió-. También lo estoy de mí.

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