cap.36

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Capítulo 36. No es un adiós es un…

Goodbye My Lover – James Blunt. 
Goodbye my lover, goodbye my friend, you have been the one, you have been the one for me. I am a dreamer and when I wake you can’t break my spirit – it’s my dreams you take. Remember us, and all we used to be, I’ve seen you cry, I’ve seen you smile, I’ve watched you sleeping for a while. I’d be the father for your child. I’d spend a lifetime with you. I know your fears and you know mine. We’ve had our doubts but now we’re fine, and I love you I swear that’s true. I cannot Live without you. 

Estaba sentado en el filo del techo de la casa de Russel, él tenía en sus manos un pequeño barco de madera que J le había regalado. Miraba al frente, estaba a punto de amanecer, estaba en silencio, solo observando como el sol poco a poco iluminaba el cielo. No quería mirarlo directamente, ya había llorado lo suficiente. Se suponía que yo debía de ser fuerte, él también, se iba a curar, yo lo sabía. 

Nosotros nunca fuimos de silencios prolongados, pero a veces, solo a veces tienes que mantenerte callado, analizar la situación y en su momento decir lo correcto.
- Todo lo que toca la luz, es nuestro reino. 
- Wow –murmuró él mirando a su alrededor. 
- Algún día, Simba, el sol se pondrá en mi reinado y ascenderá siendo tú el nuevo rey… -él me miró. 
- ¿y todo será mío? –preguntó él con cierto brillo en los ojos. 
- Todo hijo… 
- Todo lo que toca la luz… ¿pero y ese lugar de sombra? –preguntó señalando hacia las otras casas aún oscurecidas por los árboles del derredor. 
- Eso está más allá de las tierras del reino, nunca debes ir allá –amenacé- o dejaré que las hienas te coman. 
- ¡Hey! –rió y ambos soltamos una pequeña carcajada-. ¿Quieres preguntarme algo? 
- Muchas cosas en realidad –admití soltando un fuerte suspiro-. ¿Cómo era todo en Rusia? Quiero decir… tu infancia, no sé nada de ti. 
- Hm –dudó un poco, rascó su oído y luego miró al frente-. Mi casa parece un hospital –respondió-. Había enfermeras por todos lados, tenía niñeras, mi madre trabajaba todo el día en una empresa donde hacían arneses para los autos, era ingeniera y tenía que trabajar para poder mantener mi seguro médico. Papá viajaba demasiado por negocios… 
- ¿No cuidaban de ti?
- Sí, cuando ambos llegaban a casa, cenaban conmigo en la cama, hablaban conmigo, jugaban videojuegos…
- Creí que no te gustaban… 
- ¿Por qué crees? –preguntó-. Terminé demasiado aburrido de eso, todos los días era lo único que hacía si no dormía. 
- Oh… -torcí los labios. 
- Luego mamá me trajo mi primer libro y comencé mi colección, luego fui escritor durante un buen rato, todavía tengo algunas cartas que hacía para mí mismo. 
- ¿Para ti mismo? 
- No tenía a quién entregárselas, así que hablaba conmigo. 
- Definitivamente estabas loco –él rió bajito y asintió. 
- Estaba cansado y enfermo, era lo único que podía hacer. Cuando volví a estar de pie, y mi cabello comenzaba a crecer, regresé a la escuela, pero era llamado Lysyy (Calvo) todo el tiempo. 
- Lysyy, parece nombre de niña –él asintió. 
- Fue cuando empecé a descubrir cómo golpear a las personas, era muy problemático, ellos no me tocaban porque yo estaba enfermo así que me aprovechaba de la situación. Los chicos malos de la escuela me detectaron y me enseñaron a fumar, beber, drogarme… tenía doce años cuando probé la cocaína. 
- Wow… -dije sorprendido- ¿No te daba miedo? 
Él tocó su brazo izquierdo y gruñó-. No… sabía que moriría en algún momento. Mis padres me regañaban y me querían hacer entender que ese no era el camino, pero yo simplemente no escuchaba. Hasta que Ludvika me regañó. 
- ¿Ella? 
- Sí, tenía unos seis años cuando me dijo: “apestas y tus ojos son feos, no quiero jugar contigo” –reí y él también lo hizo-. Ese día me quedé rogándole que me dejara entrar a su cuarto, pero se negó, durante tres días no me habló… y yo lo dejé todo. 
- ¿Así de fácil? 
- No conoces a Ludwika enojada… esa mujer tiene un poder sobrenatural para hacerme sentir mal –miré al frente y él suspiró-. Me alejé de todos, volví a la escuela, traté de llevar una vida normal, pero cada habitación en ese lugar me recordaba a cuando yo estaba tirado, sin fuerzas… Mis actitudes aún eran frías, y mi comportamiento ya me había dejado señalado ante la sociedad. No es bueno relacionarte con una pandilla dueña de una zona en Moscú. 
Torcí los labios-. ¿Es por eso que no dijiste nada cuando yo te hablé de mi infancia?
- Sí, algo así… sabía que todos hacemos estupideces cuando creemos que eso nos alejará de la realidad. 
- Síp. Por cierto… no te he dicho que tengo un hermanastro, es más grande que Gemma, hijo de mi madre. Vive actualmente en Estados Unidos. 
- Vaya –respondió él moviendo los pies en el aire- ¿cómo es?
- Idéntico a ti –él frunció el ceño- me refiero en el físico, cabello negro, ojos azules, solo que tú no tienes pecas y él unas cuantas sobre la nariz. 
- Hmm –asintió-. Es endemoniadamente atractivo entonces. Que sensual –reí- ¿qué pasa con él? 
- Me golpeaba cuando chico, decía que por mi culpa mi madre y su padre no podrían salir nunca más. Tenía problemas de ira –él asintió a todo lo que le decía- está en mi casa. Pidiéndome perdón. 
- ¿Lo perdonarás? 
- No lo sé, ni siquiera he hablado con él, pero me acuerdo de todo lo que decía o hacía y me comienzo a molestar –suspiré- las cosas han cambiado para todos, si me pone un dedo encima, creo que podrías enseñarme a usar una navaja antes de que te vayas –asintió. 
- Bueno, ¿por qué no? –rió. 





Bueno, creo que era el tercer día en que había evitado a Chloé. No es porque no pudiera verla a la cara, sino porque… bueno sí, era por eso. Lo que haría por los próximos días no me hacía sentir orgulloso. En cuanto Russel estuviera fuera de Londres tendría que hablar con ella, igual que estar detrás de J. ¿Cómo hacerlo cuando yo ni siquiera sentía una gota de atracción por ella? Sabía que si presentaba demasiado interés ella notaría que algo iba mal, si la trataba diferente se daría cuenta que algo quería. Además, yo era el mejor amigo de su novio, no se suponía que hiciera estas estupideces. 

Era temprano por la mañana, unas horas antes de entrar a la escuela, Jamaica estaba al lado de Russel, quien la mantenía abrazada a él-. Hey… si me entero de que te enamoras de una vieja amiga rusa tuya… iré hasta allá y te clavaré una navaja en la mejilla. 
- Suenas bastante salvaje, ¿podrías herirme así? –ella rió y negó besando su sien- no puedo ni estirarte el pelo sin sentirme mal, jamás te tocaría así. 
- “Así” –recalqué yo- Que se note que de ‘otra forma’ tal vez lo haría –les alcé las cejas y ambos se sonrojaron. 
- Comienzo a pensar que estás obsesionado con nuestra vida sexual –murmuró Russ y yo me encogí de hombros-. Ya dile a Chloé que te haga caso. 
Reí y negué-. Tal vez un día. 
- ¿Cuándo volverás? –preguntó J y él negó-. Odio que tus padres tengan que volver por una temporada, y que tengan que llevarte. Eres mayor, puedes cuidarte solo. 
- Alguien tiene que cuidar de Ludwika –murmuró él- si pudiera me quedaría. Si pudiera estaría aquí todo el tiempo, y no haría fiestas salvajes –ambos rieron y él me miró disimuladamente-. Pero no puedo quedarme, volveré… eso lo prometo. 
- Bien, estaremos aquí de todas formas. 
- Sí –sonrió. 
- Podemos hablar por Skype y eso… Twitter… -ella dijo con una gran sonrisa y él solo apretó los labios tratando de asentir. Me pregunto cómo teclearía sin una mano. Observé su brazo, estaba completamente cubierto por su abrigo, aún era enero, el invierno le ayudaba a ocultar la evidencia, pero el dolor que él soportaba ya era demasiado. No podía dejar más tiempo pasar, si lo hacía podría producirse la metástasis y propagar el cáncer por todo su cuerpo y órganos vitales, por ahora solo se encontraba en su brazo. Lo que le daba muchas posibilidades. 

Él a veces se portaba un poco pesimista, tal vez la esperanza de curarse no era tan fuerte como cuando era niño. Cuando él era un niño, no pensaba mucho en su futuro, solo estaba molesto porque él había sido diagnosticado, porque de tantas personas en el mundo, tanta gente malvada, tantas personas que no merecían siquiera pisar la tierra, él había sido el elegido para portar semejante enfermedad. Él quería curarse, quería simplemente vivir. 

Sin embargo, ahora, con diez y ocho años de edad. Él pensaba. Pensaba en lo que perdía, lo que pudo tener, la gente que estaba a su alrededor, el sufrimiento ajeno, el propio. Él tenía ambiciones, tenía un ‘futuro’, tenía metas. Había muchas cosas que él quería y tal vez no lograría hacer. Lo peor, es que ahora él estaba apegado a la vida, a su familia, a nosotros. 

Ahora él conocía lo que era el cariño, el amor, el sufrimiento, la derrota, la fe. ¿Qué era lo único que le quedaba ahora? Orar. 

El número de su vuelo fue anunciado, sus padres se acercaron a nosotros con media sonrisa. Nicholas, ese hombre que parecía de hierro, el que era joven y apuesto, que reía por todo, que siempre encontraba la manera de avergonzarme, ahora estaba con una mueca de terror en el rostro. Sonreía, pero esa luminosidad no llegaba a sus ojos. Abrazó fuerte a J y ella le sonrió como si solo se fueran de viaje por un tiempo y cuando volvieran… todo estuviera bien. Ella eso creía. Solo era por trabajo. 

Liv estaba más callada, ella no fingía estar feliz, tenía los labios rojos de tanto haber llorado. No podía tocar a J. Jamaica creyó que algo había hecho mal para que Liv no se le acercara. Russel le dijo que solamente no se sentía bien esa mañana. Cuando me abrazó a mí, estuvo a punto de sollozar, clavó sus manos en mi espalda y susurró bajito, muy cerca de mi oído: “No dejaré que se vaya”. 

Ludwika fue mucho más rápida con nosotros. Abrazó a Jamaica sin decir nada, luego vino a mí, me incliné y me rodeó el cuello con sus brazos-. Te quiero –sonrió. 
- También yo a ti –admití y ella se fue corriendo tras sus padres. 

Russel se acercó a Jamaica y la abrazó fuerte, el vuelo fue anunciado por segunda vez. Él tomó las mejillas de J con ambas manos, acercó sus labios a los de ella y la besó como si fuera la última vez que lo hiciera. Ella rodeó su cuello y él bajó sus brazos a su cintura. Podía notar cómo él luchaba por no desplomarse aquí frente a ella. La acercó más a sí y al separarse la abrazó fuerte, poniendo una de sus manos en el cabello de ella, quien hundió su rostro en su cuello-. Te amo –murmuró Russ. 

Ambos, tanto J como yo lo miramos sorprendidos, era la primera vez que lo escuchaba decir algo tan… serio como era eso. Ella sonrió abiertamente y selló de nuevo sus labios con los de él. 
- Vuelve ya… -dijo ella. Russ asintió- te amo también…
- Lo sé –respondió él, besó sus labios castamente y vino a mí. 

No dije nada, solo caminé con él hasta la puerta de abordaje. Mientras lo hacíamos, él suspiró-. Trata de no ser tan duro con ella. Será muy difícil que confíe en ti luego de lo que acabo de decir. No digas nada sobre la cicatriz que tiene en las muñecas, ni en las piernas, en su momento ella te contará qué sucede. Tampoco hables sobre su padre, ella llora mucho. Cuando llueva envíale algún mensaje diciéndole algo chistoso sobre los truenos. Háblale sobre el peluche que le obsequiaste, pregúntale por la llave que jamás se quita. No dejes que use los Converse azules, le aprietan, pero le fascinan. Intenta que no se quede en casa mucho tiempo, piensa demasiado y ella no puede… no puede estar pensando –entrecerré los ojos y él solo me miró- solo no la dejes mucho tiempo sola. Es alérgica a ampicilina, Ambroxol, también al durazno y la mortadela. Detesta el color rosa. Llévala a la premier de Mi Villano Favorito 2. Ve Shrek con ella. Cómprale muchos chocolates con la señora G. Escúchala, ríete de lo que diga, abrázala, dile que la quieres, si no lo haces, miéntele… Camina con ella, siéntate en los escalones de su edificio, entrelaza tu mano con la de ella, hazle saber que no se quedará sola. Haz lo que yo no puedo –la última llamada para abordar fue voceada y él carraspeó-. Te veré luego amigo… supongo. 
- Sí –me dio un abrazo fuerte y yo pellizqué un poco su mano izquierda-. La extrañaré –él sonrió y negando con la cabeza comenzó a caminar por ese gran pasillo.





Entré al auto de Russel con Jamaica. Ella abrochó su cinturón y me dedicó media sonrisa, la correspondí y salí del estacionamiento con sumo cuidado. La distancia hacia la escuela era algo prolongada, por lo que puse la radio con tal de disimular el silencio. Ella recargó su cara en la ventanilla y suspiró. Él se acababa de ir y ella ya le extrañaba. 

Esto sería demasiado complicado. 

Una canción que en lo personal me gusta demasiado comenzó a sonar, ella cerró los ojos y yo bajé un poco la música. 

“Ten hours is too much time to think, I wrote a song I’d never sing about a queen who lost her crown about a boy who almost drowned, these angel city lights are mine. I won’t forget but leave behind. Those five days of summer in the rain... 

Now I’m falling towards the ground, it’s coming at me way too fast –la miré mientras estábamos en un semáforo y ella derramaba lágrimas- but you don’t learn to fly if you’re not prepared to crash... 

She’s the sunlight in my eyes, she’s a bitterseet goodbye, and I just can’t tell you why, I’d let her break my heart again, for those five days of summer in the rain... 

Ella abrió los ojos y yo desvié la mirada para continuar conduciendo-. Cause when it rains it’s sure to poor in Appledoore. We took the waves, she showed me life, she showed me love, I had it all and all the time she’s not around I WANT HER MORE...” 

Ella estiró su mano y la puso sobre la mía, la miré y ella apretó los labios-. ¿Tú también sientes que él se estaba despidiendo? 

Un enorme hueco en el estómago se me formó y asentí. Ella mordió sus labios y apretó mi mano, entrelacé mis dedos con los de ella, y seguimos el camino hacia la escuela. 





Jamaica estuvo ausente todo el día de hoy, solo hablaba conmigo cuando tenía que hacerlo y honestamente yo no tenía ánimos para estar molestándola tampoco. Mi mejor amigo se encontraba viajando a Rusia, o ya estaba allá, instalándose en su casa que ahora es una pequeña clínica personal, siendo vigilado, medicado… 

Estaba por salir de la escuela cuando noté a Chloé en la puerta. Tenía puesto su uniforme y estaba cruzada de brazos, al parecer esperándome. Suspiré y me acerqué a ella. Cuando estuve frente a sí, arqueó una ceja y yo me encogí de hombros. 

- ¿Ya se ha ido? 
- Sí –respondí y ella asintió. 
- ¿Quieres hablarme de eso? –preguntó tomando una de mis manos, me incliné y ella rápidamente captó la indirecta, me abrazó y me atrajo a sí. Cerré los ojos y hundí mi rostro entre su cabello y su cuello. No soportaba esta presión, no quería aceptarla. No podía dejar que él se me fuera de entre las manos. Todo era mejor cuando él estaba cerca, todo cambió desde que ese idiota se atrevió a hablarme. Si él se iba, todo se complicaba-. Él estará bien… 
- Quiero pensar que tienes razón. 
- Te lo aseguro –sonrió y yo asentí alejándome un poco de ella-. ¿Pasa algo más? 
- Me ha pedido algo –ella me miró con atención- y no te gustará. 
- ¿Qué? –dijo mirándome fijamente.

PD: it's meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora