3. Estratega dorado.

109 4 4
                                    

Lo acepte sin darme cuenta.

Para cuándo Chrom cumplió los diesciocho, manteniamos una relación no oficial en secreto tal como el jardín, que por cierto, era el único lugar donde podíamos vernos.
Después de ayudarme, me besaba antes de irse y me decía lo mucho que le gustaba cuando yo no podía si quiera hablar cuando su sonrisa se dirigía solo para mí.

Fue complicado, demasiado diría yo.

Por esos momentos lo único que pensaba era en Emmeryn-sama, ¿que pensaría ella de mi si de repente se da cuenta que estoy haciendo algo que no debería con su hijo? Seguro que me estoy aprovechando de la situación y que seguramente soy una zorra. Si, seguro era eso. Pero además, todavía faltaba su padre por mencionar, el Venerable actual, de quien sabía no era muy bueno siendo agradable con sus ciudadanos a comparación de la Reina.

Lo que me esperaba si alguno de ellos se daba cuenta, pero no sucedido durante un largo tiempo.

Cuando cumplí los dieciséis, Chrom me pidió que hiciéramos pública nuestra relación comenzando por revelarle a la Venerable, después a su padre, para luego que todo la ciudadela lo supiera.

— Quiero quedarme contigo todo lo que me resta de vida.

Me había confesado con ese rostro que no denotaba más que verdad, ante esos ojos llenos de esperanza porque de mi boca saliera una palabra que le hiciera rebosar de alegría, pero simplemente no podía hacerle feliz aunque era lo único que en ese momento deseaba.

— Estás loco — mi acento de la más baja sociedad había resaltado en esa afirmación y su rostro se tornó preocupado mientras su sonrisa desaparecía. Me costó caro haberle arrebatado ese semblante.

— ¿Qué... dices? — me preguntó un poco alterado y mi respuesta fue soltar el agarre de manos que el únicamente estaba sosteniendo. Entonces le di la espalda.

— Chrom, ya basta — le pedí al borde de las lágrimas — Está... relación — un poco de asco se asomó por mis labios — No te dejará nada bueno.

— Caroline, si estás tratando de decirme que te deje en paz, no lo haré nunca.

En ese momento mi corazón se contrajo, mi cabeza dolió y mis ojos se cerraron a la par en qué una lágrima resbalaba por mi mejilla. Él solo pensar en ya no tener a Chrom usmeando más por ahí en el jardín; sin escuchar su linda voz llamarme; sin sus travesuras de niño... no podía hacerme a la idea, pero yo tenía razón, no iba a dejarle nada bueno seguir relacionado de esa manera conmigo.

— ¡Ya basta! — repetí alzando la voz y le di la cara con las mejillas bañadas de lágrimas — Eres un Príncipe y yo tan solo soy una plebeya más de la ciudadela que trabaja en el castillo porque corrió con un poco de suerte. ¿Quieres que todo mundo sepa de verdad que te enamoraste de mi? Porque solo piénsalo, ¿que es lo que dirán? 

Él agachó la mirada y negó lentamente.

— No me importa el qué dirán, tú lo has dicho, me enamore de ti y nadie puede negarlo más que yo.

Me solté llorando como magdalena con las manos cubriendo mi rostro y él en ningún momento se acercó, lo cual agradecí porque sino el momento hubiera sido más duro.

— Necesitas a alguien que de verdad este a tu altura, alguien a quien puedas presumir y yo no soy la elección indicada. Ahorrate las molestias tratando de convencer a las masas de que estas enamorado de mí y consigue a alguien real.

— Yo te quiero a ti...

Tras su respuesta, quise golpearle fuerte. ¿Por qué no simplenente lo aceptaba? ¿Por qué no entendía mi punto? ¿Por qué seguía siendo tan terco como cuando lo conocí?
Pero no pude por las palabras que después habían salido de su boca.

— Y se que tu me quieres a mí, pero si no quieres estar a mi lado, no me queda más que aceptar tu desición y marcharme como el hombre que soy — dió la media vuelta sobre si y comenzó a caminar hacia el pasillo obscuro, pero antes se detuvo solo un poco para dedicarme unas palabras — Desde que te ví por primera vez... — apretó las manos a sus costados interrumpiendose — Siempre serás mi primer amor.

Después de aquello no fui a trabajar al castillo por semanas. Me la pasaba llorando en mi casa por horas y no comía nada. Estaba perdidamente enamorada de Chrom, que me fue difícil aceptar que se había marchado aún cuando yo lo provoque, y era por eso que debía aceptarlo.
Fue hasta que Emmeryn-sama volvió a tocar la puerta de mi casa que yo volví a trabajar siendo una hipócrita con ella, más no contaba que sería el peor error que hubiera podido cometer, por lo menos, hasta la fecha porque ya sabemos que cometí errores a cada segundo.

Chrom no apareció, era de esperarse, pero por algún motivo, ya muy conocido, yo quería que lo hiciera. Comenzaba a extrañar su sonrisa y voz.

Fue aquí, en ese lapso de tiempo, que conocí a Robin, el mejor amigo del Príncipe y próximo Estratega Real de Ylisse.
Realmente fue extraño, la manera en que me enamore de Robin siendo tan diferente a lo que yo deseaba. Siendo él todo lo contrario a Chrom.

Cuando llegue al jardín "secreto" un día de esos, él estaba observando las flores con sus manos en la espalda, como si no quisiera tocar absolutamente nada, además, su mirada denotaba indiferencia pura al jardín que Chrom y yo cuidabamos con tanto esmero.

— Buenos días, ¿se le ofrecía algo, Robin-sama? — me atreví a saludar sin nervios, después de todo, ¿quien era él por esos momentos para mí? Solo hice como si no lo conociera, aún que estaba claro que conocía su nombre.

— Nada en particular — tanto su mirada como su voz eran indiferentes, me lo tuve por bien sabido cuando ni siquiera me observó
para hablarme.

En ese momento recordé aquella mirada llenada de desprecio que me había regalado cuando tenía apenas catorce. Él tiempo se había pasado volando que yo ya tenía dieciséis y contados y ellos dieciocho.

No le dije nada más, solo me quedé observando su persona. Era cierto que Robin era muy lindo con todo y aquellos cabellos blancos que le adornaban, además, su cuerpo, a pesar de no ser musculoso como el de Chrom, a él le pegaba bastante bien con esas ropas sencillas que llevaba. No quería decirlo, pero en ese momento me encontraba comparándolos y llegué a la conclusión de que estos no compartían personalidades.

Con solo ver te dabas cuenta que Chrom era el típico príncipe al que no le gustaba mucho serlo y por lo tanto era amable con personas con el mismo estatus social que yo; mientras Robin, era complicado afirmarlo, él parecía ocupar el sitio de Príncipe que su mejor amigo no ocupaba.

Así que para no malinterpretar lo que acabo de explicar, tampoco era como si no pudiera ocupar tal lugar, refiriéndose a la forma que tenía de observarme, ya que muy pronto también ocuparía un lugar importante, porque ser el Estratega Real lo era. Nunca sería tan inteligente como lo era él.

Tras salir de mi laguna mental, me di cuenta que me observaba atento, entonces yo no pude apartar la mirada y me perdí nuevamente, pero ahora en esa mirada dorada tan profunda que solo decía gritos:

— ¡Aléjate, Caroline, aléjate ya!

Robin y su complejo de noble eran algo que sería un grave problema para el futuro.

Exactamente, para mi futuro.

Cuando las Flores se Marchitan || Chrom y Robin || Fire Emblem.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora