23. Tres cuidando el jardín.

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Con tres meses más sobre mi espalda, el predestinado día e inevitable situación se hizo presente una tarde nublada mientras me encargaba del jardín que tanto me gustaba. Posiblemente era por mucho, el mejor lugar que tenía para matar mi tiempo hasta la fecha obviando mi lugar especial a las afueras de la ciudadela de Ylisstol.

Por más que mi Príncipe azul me lo hubiera repetido tiempo después, estaba segura de haber perdido un poco de su confianza. Más el debió, por recomendación propia, perderla toda en ese instante para no arrepentirse en el futuro.

— ¡No puede ser!... — escuché a mis espaldas la voz del albino — Estoy... yo me... ¿Que hice mal?

Enseguida me voltee hacia él y lo único que pudo salir de mis labios fue una carcajada en alto. Me gané una mirada molesta de su parte, pero no me fue amenaza suficiente para no dejar salir otras cuantas.

No sé cómo lo había hecho y realmente no quería saberlo, más ahí estaba de pie con la mirada asqueada en sus manos. Estás se encontraban muy sucias por lodo, además de su rostro y un poco de su cabello blanco.

— Debería sentirse orgulloso de si mismo, ha pasado un buen tiempo, era demasiado bueno que no metiera la pata.

— ¿Debería eso hacerme sentir mejor? — me preguntó un tanto sarcástico extendiendo sus manos para no ensuciarse más de la cuenta.

— ¿No lo hace? — me dejé llevar por la diversión del momento para burlarme de él.

Durante esos tres meses, parecía que a Chrom se le amontonaban los pendientes. Pongamos un ejemplo con una balanza: el Príncipe estaba tocando los cielos mientras los pendientes se reunían en los suelos haciendole imposible bajar para tomarse un buen descanso.

Le ayudaba en todo lo que estaba en mis manos, pero no era suficiente y mientras, ¿adivinen que hacia su bella prometida mientras él se quebraba la cabeza a diario?
Nada más que compartir tiempo de calidad con el futuro Estratega Real, cuidando de su jardín favorito con la excusa de ayudarlo.

Más no mal interpreten. Robin había cumplido su palabra y solo visitaba y ayudaba en el jardín con el motivo de distraerse. Ni siquiera mencionaba a Chrom y la mayoría del tiempo se comportaba de manera amable con mi persona. Era como la última vez que me ayudó cuando Marsella estaba comprometida con el Príncipe. Al parecer lo pasado si que era punto y a parte.

— No es gracioso. Esto es suficiente para preguntarme por milésima vez, que fue lo que hice mal y correr a mi habitación a refugiarme en los libros de estudio.

Mi risa se esfumó y él siguió quejándose sin saber que hacer. Recordando esas palabras, tras un momento me di cuenta que estás escondían un trasfondo que no nada más pertenecía al incidente que acababa de ocurrir.
Para ser exactos, era la razón por la cual Robin había estado tanto tiempo ausente perdido en si mismo. Buscaba una respuesta que jamás pudo encontrar y nuevamente me veía involucrada en sus problemas, pero no lo entendí hasta mucho después.

— Tranquilo, todos cometemos errores... — con el fin de acallar sus berrinches de niño consentido, me encaminé hasta él con un pañuelo entre las manos — Incluso hasta con las flores. Incluso yo lo he hecho.

Se lo decía la voz de la experiencia, así que por lo tanto debía escucharme y tomarme en serio.

Terminé frente a él y dirigí el pañuelo hasta su mejilla para limpiarla de una sola pasada. Él cerró uno de sus ojos en el acto.

— Pero aún no entiendo cómo terminaste de esta manera — la gracia volvió en mi haciendole sonreír y enseguida tome una de sus manos para ayudarle.

Cuando las Flores se Marchitan || Chrom y Robin || Fire Emblem.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora