12. La trampa para conejos es inservible.

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Por la mañana desperté sola en mi habitación.

— ¿Que hice? — me pregunte a mi misma entendido en lo que me había metido.

Me senté en la cama a la vez que me quedaba con la sabana en mi pecho para cubrirlo y después me lleve una mano al cuello. Me ardía, y aunque aquella había sido mi primera vez, de alguna manera sabía que lo hacía por las innumerables marcas que Robin se había encargado de hacer antes de comenzar dicho acto.

Cuando quise levantarme me arrepentí de inmediato pues todo el cuerpo, sin excepción, me dolía.

— Imposible que yo haya caído de nuevo en sus trampas para conejos — me dije a mi misma entre gracia y regaño por ser tan estúpida.

Cuando me vestí, salí de mi habitación y fui directamente a la cocina porque al parecer ya era tarde y mi estómago rugía de hambre tal como el de un león, más no espere encontrarme a Robin en la mesa con el libro que me había regalado entre las manos con la mirada pegada a él. El libro estaba cerrado y él no llevaba la camisa puesta.

— Lo siento — susurró más para el que para mí — Lo que pasó por la noche...

— No diga nada, ya ha sucedido y no tiene remedio — me hice la fuerte a pesar de haberme arrepentirme cada segundo desde que desperté.

— Tienes razón — solo dijo.

Me acerqué a la cocina y revise que había para hacer de desayuno.

— Va a quedarse a desayunar, ¿o tiene que irse? — pregunté ya que no había de otra. No comería sola.

Más mi reacción al darme la vuelta fue pegarme a lo que sea que estuviera detrás de mí porque Robin estaba frente a mí y como yo no era alta, mi mirada estaba a la altura de su pecho desnudo que al parecer tenía muy bien escondido tras esas ropas. Él tenía un buen cuerpo de hombre.

— Dirás que soy egoísta, pero quiero que lo que sucedio se repita.

Mi mente se quedó en blanco tras sus palabras. ¿Acaso no se había disculpado hace rato por haberlo hecho? No podía entenderlo. Nunca lo haría.

— Es egoísta entonces — contesté con las mejillas sonrojadas. Tampoco me entendía yo por caer en sus juegos de palabras.

Se alejó y me dejó continuar con lo mío.

— Me quedaré — contestó — Para esta hora seguro todos ya notaron que estoy ausente y prefiero ser regañado después de comer.

— Entiendo — solo contesté.

No sé porque había entrado de nuevo a ese sentimiento de culpabilidad, cuando en realidad yo no tenía nada que ver porque fueran a darle un buen regaño por salir del castillo. Yo jamás le dije que me siguiera. Si estaba en problemas era toda la culpa de él.
Pero ese sentimiento no se iba.

En mi vida hubiera pensando desayunar con un hombre después de tener sexo y mucho menos que esté fuera el próximo Estratega Real de Ylisse. Ni siquiera sabía que me interesaban los hombres de esa manera tan cercana...

Cuando terminamos, el se fué y yo volví a quedarme sola, pero al ver el libro en la mesa, no lo sentí de esa manera. Ahora todo se sentía menos solitario.

Después de aquello pasó un tiempo hasta cumplir el mes y que tuve que volver al castillo a realizar el cuidado de jardines, en especial del jardín "secreto". Más cuando llegué este estaba completamente solo y mientras realizaba el trabajo, encontré un pequeño papel entre las rosas rojas.

Si estás leyendo esto, es porque cumpliste tu palabra de volver a cuidar el jardín y yo estoy terriblemente castigado en mi habitación por haber escapado del castillo. Me hubiera gustado ayudarte una vez más.

Aunque el papel no tuviera nombre, sabía perfectamente quien lo había escrito, además, me quedé sorprendida al ver tan bella caligrafía. Sólo podía pertencerle a Robin.

— Caroline.

Mi pies se quedaron pegados al suelo cuando escuché que me llamaban. Me hubiera gustado correr como cuando albino me había llamado en la calle aquella vez, pero escuchar esa bonita voz de la que me enamoré solo me causaba una terrible emoción que no podía controlar ni a golpes en la cara.

— Te estuve esperando, mi madre me dijo que te encontraría por aquí en estás fechas.

Como le estaba dando la espalda, me arme de valor a la vez que hacía bolita el papel de Robin y le di la cara.

— Si, desde ahora solo vendré una vez al mes a asegurarme de que los jardines esten correctos — le expliqué.

— Si haces eso, ¿no estarías descuidandolos por mucho tiempo?

— No, Chrom-sama — le contesté de inmediato — Los jardines estarán bien, pero si no le agrada, puede contratar a otra persona. Yo voy a estar de acuerdo.

Me dolía mi propia manera de hablarle, pero ya nada se podía hacer, lo nuestro había terminado, él se iba a casar y yo había dormido con Robin. No tenía solución y entre más lo pensara más me haría a la idea.

— Si me permite, iré a revisar los otros jardines — avisé cuando ya no dijo nada y comencé a avanzar.

Tuve que caminar por un lado de él inevitablemente, pero cuando le pase de largo, no me atreví a mirarlo ni a la espalda. Más no contaba con que tomaría mi brazo y detendría mi caminata. A diferencia del toque de Robin, este era calmado y muy suave aplicando solo la fuerza necesaria para no dejarme ir.

Le vi a los ojos y no pude evitar ver la tristeza a través de ellos. Chrom estaba sufriendo y la culpable era yo por haberme metido en su camino de Príncipe.

— ¿Haría del favor de soltarme, Príncipe? — le pedí totalmente calmada, pues tampoco quería hacer un drama como con Robin.

— ¡Deja de llamarme así! — me gritó y apretó mi brazo inconsciente, así que en cuanto vio mi queja de dolor, me soltó asustado de él mismo.

— Lo siento, no existe otra manera de llamarlo — le dije.

— Claro que la hay, ya lo hacías antes — intento acercarse, pero yo retrocedí. Habría que poner distancia.

— Por favor, Príncipe, olvide eso ya. Usted está a comprometido ahora y debe respetar a su prometida...

— Ella ya no es mi prometida — me interrumpió haciendo que abriera la boca sorprendida por tales palabras — Desde un principio no quise comprometerme con Marsella, pero mi padre me obligó. Yo no quiero casarme con nadie a menos de que seas tú la que se convierta en mi mujer. Se lo dije, no me importa que me desherede si a cambio puedo estar a tu lado y... ¿sabes lo que ha dicho?

Me tape los oídos en ese momento, cerre los ojos aturdida y negué. No era posible, no ahora que Robin me había hecho mujer y habíamos desayunado juntos. ¡No ahora que Robin me ayudaba a cuidar del jardín!

Sentí que me tomo de los hombros, entonces abrí los ojos y lo observé muy cerca de mi.

— Nos ha dejado comprometernos abiertamente. Caroline, ahora podemos estar juntos para siempre.

Me eche a llorar. ¿Como no hacerlo? Por mí mente solo pasaba Robin y su libro favorito. ¿Como no llorar después de haberlo hecho día con dia desde que nos separaron? ¿Como no llorar ahora que me había enamorado de otro hombre? ¿Como no llorar ahora que entendía, me había enamorado de los dos al mismo tiempo?

Justo ahí, en ese momento, lo único que quería y deseaba con todas mis  fuerzas era cerrar los ojos para ya no volver a abrirlos nunca más.

Cuando las Flores se Marchitan || Chrom y Robin || Fire Emblem.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora