26. Problemas de muchacho.

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— ¡Maldita sea! ¿Podrías dejar de comportarte como un mocoso de diecisiete? ¡Eres un adulto por el amor de dios!

— Lo lamento, padre, tiene razón, comenzaré a comportarme como es debido.

— ¡Una disculpa no soluciona nada! ¿Eres acaso estúpido? Las personas de la ciudadela lo vieron todo. De nada te sirve ser tan inteligente si cometes errores cada que das un paso.

Eco y silencio.

— Todo esto fuera diferente si hubieras nacido mujer. Se lo dije a Julieta cuando supo que ibas a ser hombre. ¡Ella no debió tenerte! 

En la biblioteca del castillo resonaban los gritos de aquella persona. El lugar siempre estaba tan solo que el Estratega Real no se guardo ni una sola palabra confiado porque nadie escuchara, mientras yo, mantenía mis manos apretadas a mis costados reprimiendo el coraje que me invadió por sus últimas palabras.

— Comete otro error, Robin, y te despides de ser el próximo Estratega Real.

— Pero, padre...

— ¡Cállate! — escuché un golpe seco y después sollozos — Ni siquiera mereces llamarme de esa manera.

Escuché pisadas demasiado pesadas adivinando el estado de Henry-sama. Después la puerta se estrelló contra el marco dando por finalizado ese encuentro entre padre e hijo.

¿Que debía hacer en ese momento? Los sollozos aumentaron y pequeños quejidos salían de la boca del albino. No podía verlo debió a que estaba escondida entre algunos libreros.

Ya había pasado tiempo desde que Chrom y yo nos casamos, tanto así que faltaban por lo menos cuatro meses para la coronación. En el tiempo transcurrido, había pasado buenos días a lado de mi Príncipe y todo se había tornado una tanto normal. Llevaba una buena vida a decir verdad, jamás podría quejarme pues todo estaba lleno de paz.

Entonces ese día, me encontraba buscando un libro en la biblioteca como ya había acostumbrado hacer desde aquella vez que Robin colapsó. Siempre que iba, por lo regular en las noches, este mismo siempre se encontraba ahí estudiando y con un buenas noches, me retiraba con un libro entre las manos cuando él me devolvía el gesto adormilado.
Según Chrom, el albino solo estudiaba por las noches y no había vuelto a caer en depresión como la última vez, era por ello que no me preocupaba.

Confiaba en él, pero no debí hacerlo.

Sabía de que estaban hablando. Sabía de antemano porque Henry-sama lo regañaba.

Los últimos meses, tal vez se había salvado de no ser descubierto, pero hacía unos días, Teodoro lo había traído al castillo en un estado de ebriedad extremo.
Robin había estado escapando por las noches durante quien sabe cuánto tiempo y había estado bebiendo alcohol como un demente hasta perder la razón en el mismo bar.
Como ya había mencionado el mayor, está vez alguien que no estaba siendo su cómplice en el lugar lo había descubierto y había avisado directamente al castillo.

Fue una sorpresa para todo aquel residente de la ciudadela saber que su próximo Estratega, la persona que estaría a cargo do controlar literalmente al ejército de Ylisse, estuviera haciendo semejante espectáculo en medio de la calle porque no reconocía a su mayordomo.

Robin estaba en boca de todos por esos momentos. Se decía que no era la elección indicada para tal puesto de increíbles magnitudes.

No era apto para convertirse en el Estratega Real.

Por su parte Chrom, no lo pensaba así, creía que su mejor amigo simplemente había tenido un desliz de muchacho...

Lo comprendo, Caroline, tenemos la misma edad y se cómo piensa. Yo ya me he casado, es por ello que no me hace falta nada, mis necesidades tanto sentimentales y sexuales ahora son saciadas, pero él... también necesita eso y aquí, encerrado en el castillo no lo encontrará.

Más yo no estaba muy segura de que fuera aquello la razón por la cual Robin tuviera problemas con el alcohol.

Decidida, salí de mi escondite detrás de los libreros y lo que encontré partió mi corazón en mil pedazos.

Ahí estaba, detrás de la mesa, abrazándose fuerte a si mismo mientras lloraba silenciosamente. Su cabeza estaba totalmente inclinada, por lo tanto, su cabello no me dejaba ver su rostro empapado por las lágrimas.

— ¿Por qué lo haces? — le pregunté — ¿Por qué intentas refugiarte en el alcohol?

— No-no lo entenderías — trabó debido al incontrolable llanto que pronto había dejado escapar.

¿Por qué Robin siempre me decía lo mismo? Después de todo había demostrado no ser tan cabeza hueca como aparentaba.

— Entonces explícamelo...

— Vete — me pidió está vez interrumpiendo mis palabras — Vete ahora. Chrom te está esperando en su habitación.

— Ha tenido tanto trabajo que se quedó dormido solo al tocar la cama — expliqué.

— No lo dejes solo... — su voz se fue haciendo de poco a poco más pequeña.

Se abrazó más fuerte y escuché claro como apretó los dientes.

Totalmente compadecida, me acerque a él y levanté su rostro con una de mis manos en su barbilla.
Me vio con los ojos cristalizados, las mejillas rojas y después me atrajo junto a él con sus brazos.
Quedé sentada en sus piernas dandole la espalda. Sus manos me estrechaban fuerte contra el rodeando mi estómago y su rostro estaba pegado a mi hombro.

— Mi padre quería una niña, lo he sabido desde siempre. No tuvo la delicadeza de ocultarlo y mucho menos de no referirselo a mí madre cuando aún vivía — comenzó adivinando que había escuchado todo — Ella siempre estaba llorando y yo no sabía que hacer. Luego de tenerme, enfermo de gravedad y se quedó en cama por largos siete años sin poder darle a Henry otro hijo que está vez si cumpliera con sus estándares.
Después de la muerte de Julieta, Henry solo repetía que yo era el culpable por haber nacido hombre. Me despreció hasta el punto de mantenerme encerrado en mi habitación estudiando para que todo lo que me faltaba sin ser mujer, fuera respuesto.
Desde que tengo memoria, Chrom y Emmeryn-sama siempre han estado ahí para mí, y es gracias a la Venerable que ahora tengo un poco de libertad. Y es gracias a Chrom que jamás me sentí solo, por eso yo...

Se echó a llorar otra vez apretándome cada vez un poco más, pero no me importó en lo absoluto la posición en la que estábamos. Me encontraba triste y enojada, o más que enojada, enfurecida por la historia que me había contado. Robin había sufrido por algo que ni siquiera era su culpa ni de nadie.

— ...No quiero lastimarlo... — fue lo que dijo, pero en ese momento fue inentendible a mis oídos.

— Yo confío en ti, Robin — comencé — No importa lo que diga tú padre, haz nacido hombre y siendo lo suficientemente capaz de ser el Estratega Real. Puedes ser incluso el mejor Estratega del continente si así lo deseas, así que ya no llores más por palabras vacías. Chrom y yo, Emmeryn-sama y Alfonse-sama... todos confiamos en tí.

— Gracias, Caroline.

Cuando Robin se hubo calmado, me soltó y tras despedirme, huí a mi habitación para encontrarme con mi esposo despierto.

— ¿Donde estabas? — me preguntó adormilado, recargado uno de su brazos en la cama. La sábana que lo cubría se resbaló de su cuerpo para mostrarme su pecho descubierto.

— En la biblioteca... buscando un libro — respondí alejando mi mirada.

Lo escuché bostezar.

— ¿Y donde esta el libro que fuiste a buscar?

Enseguida mire mis manos vacías y entre en pánico.

— No encontré, me dió sueño así que preferí venir a dormir — sonaba creible para haberle mentido en la cara.

— Entonces ven, me hacías falta.

Cuando las Flores se Marchitan || Chrom y Robin || Fire Emblem.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora