𝑨𝒍𝒍𝒊𝒂𝒏𝒄𝒆𝒔 & 𝑫𝒖𝒕𝒊𝒆𝒔 [ 𝐊𝐲𝐥𝐨 𝐑𝐞𝐧]

8||The Agreement

El Selastoa era un templo que fungía como sede del Selaskirche, había sido construido en la segunda era, el complejo tenía un pórtico decorado por siete columnas acanaladas tan altas que daban la ilusión de llegar a tocar el cielo, estas columnas sostenían un frontón triangular en el cual estaban esculpidas las fases de la luna y las luces con las que era representada Mizfortia, pero lo que más llamaba la atención era ese enorme domo que por dentro dejaba ver el esplendor de las lunas y reflejaba su luz en aquellos pisos de la misma piedra cristalina que el templo mayor en Negamond.

La imagen de dicho templo se reflejaba en una de las paredes blancas de la oficina que tenía en su torre, ahí se podía observar a los cientos de elementos de la milicia desplegados para su protección, fue el mismo lugar donde sus padres unieron sus vidas, tal vez de la misma forma que ella, sin amor.

— Tendremos los proyectores de esta forma para mayor visibilidad en la plaza principal— explicó la coordinadora de eventos del palacio, la princesa asintió lentamente, no se sentía nada bien después de saber la traición de Zövecht, el sabor amargo del dolor seguía en su boca a pesar del extracto de frutas que estaba bebiendo.

— Los detalles pueden verlos con Halasy — la mujer asintió además de hacer una reverencia pues la princesa se había levantado de su silla, sus escoltas abrieron la puerta acompañándola después hasta el elevador. «Keustery, Keumena la espera en el mirador» uno de los guardias apretó el botón que llevaba hasta la parte más alta de la torre.

El elevador se abrió dejando a la vista a su madre, quien portaba un hermoso vestido rojo con encajes dorados en el pecho.

—Pueden dejarnos— ordenó su escolta y Iahgnes hizo lo mismo, ambas mujeres se sentaron en una las sillas que daban hacia el océano, era un lugar de descanso para la princesa, cuando quería alejarse de sus actividades por unos segundos, iba ahí, a ver el caótico océano.

— A que debo tu visita, madre— la reina la miró de reojo, tenía una delicada sonrisa que parecia ser su faceta diplomática, para el pueblo Keumena era de las mujeres más dulces, empática, de bueno corazón, todo lo que debía ser una madre, pero dentro de palacio era todo menos eso.

— Me informaron del incidente en Vinnasthal, que me puedes decir de eso— la princesa suspiró por lo bajo, realmente no quería hablar de eso, no con su madre, pues le era difícil si quiera pronunciar una palabra sobre el incidente sin que ese nudo se le formase en la garganta.

— Una misión trató de robar los Dharakwe que venían cargados— la reina se tomó el pecho con sorpresa. — La imagen que damos a la galaxia es de fragilidad, de que sirve tener el ejército más poderoso si no podemos protegernos ni de la primera orden, la resistencia y los traidores— se levantó de la silla para ir hacia el pretil, su madre la miraba con una delicada sonrisa de satisfacción, como si hubiese conseguido su cometido.

— Porque tenemos colonias que proteger, la mayoría de nuestros elementos están ahí, si los retiramos podrían querer su independencia, guerrillas, los escuadrones vigilan la paz ahí afuera y la primera Orden nos da un estatus elevado ante la galaxia entera erradicando a nuestros posibles enemigos— la princesa roló los ojos antes de voltear a ver a su madre, la cual estaba ya de pie y tenía la misma mirada con halos de poder. Pero meditó un poco las palabras de su madre y se sorprendió de la última oración que había soltado.

— ¿Qué dijiste? ¿Eliminar a nuestros enemigos? — los pasos de su madre se hacían tan lentos, pero sus ojos no parecían tener la misma suavidad, una maquiavélica sonrisa adornó su rostro, haciendo que la princesa temiese lo peor.

— Así es, a los potenciales enemigos y no solo eso, erradicaron las bases rebeldes alrededor, los antiguos enemigos de tu padre. Además, tu hermano volvió a palacio — Iahgnes estaba en shock al escuchar a su madre, la cual estaba segura había pedido todo eso a la Primera Orden sin el consentimiento de su padre, porque lo había hecho muchas veces, siempre se saltaba la cadena de mando.