𝑨𝒍𝒍𝒊𝒂𝒏𝒄𝒆𝒔 & 𝑫𝒖𝒕𝒊𝒆𝒔 [ 𝐊𝐲𝐥𝐨 𝐑𝐞𝐧]

20||Unbent

Bueno aquí esta el capitulo. Como lo prometí en Instagram, (Sino me sigues que mala onda...no es cierto) ya el temporizador esta por terminar, así que aquí va.

Ya saben que doy spoilers en IG, hay edits y moodboard de la historia, así que si desean seguir estoy como Menher_Writer

__________________________

En el espacio era imposible saber cuánto tiempo transcurría, en la oscura infinidad que éste representaba, un ser como ella podía sentirse minúsculo, un ser como ella no era más que un punto casi inexistente que respiraba.

Caminó de un lado a otro, el grueso cristal de la nave dejaba ver la inmensidad de lo que podía ser la representación más gráfica de la nada. Años luz para poder llegar donde había vida, pero si salía de aquella nave, se convertía en otra partícula más en la negruzca masa que daba vida y la absorbía en un solo pestañeo.

Miró sobre su hombro, los droides médicos seguían cambiando los vendajes de las heridas de Kylo por órdenes de los sanadores. Había perdido la noción del tiempo, el sueño no llegaba a su cuerpo, mucho menos el cansancio, simplemente sentía que sus piernas perdían un poco de fuerza del largo rato que llevaba sentada al pie de su cama.

Los droides médicos se retiraron con las mismas palabras en ese tono mecánico, ni siquiera se tomó la molestia de mirarlos, su atención se la llevaba él, porque de solo verlo tendido en esa plancha cromada, sangrando como cualquier humano, una grieta se abrió en su corazón.

Se dijo a ella misma que no amaría a alguien como él, que lo único que se permitiría sentir por Kylo Ren era odio, un odio que nunca pudo completarse, justo como se rompecabezas que dejó inconcluso en casa.

¿Cuál es la raíz del amor?

¿Es la convivencia?

¿Es el destino?

¿Es una caricia?

¿Cuál era el verdadero génesis de aquel sentimiento tan complejo?

Y entre los conocimientos que tenía de toda clase de ciencia, no encontró una respuesta concreta a lo que estaba pasando dentro de su cuerpo, porque todo decía que debía despreciarlo, que debía simplemente erradicar esa relación tan malsana que había comenzado.

Pero dentro de su cuerpo, como si el odio fuese una enfermedad, su sistema lo combatía, no le dejaba vivir y resplandecer ese rojo carmesí que siempre pensó era el distintivo de dicho sentimiento antagónico.

Volvió a su lugar, observando las heridas de su esposo, tenían ese borde rosáceo un tanto hinchado, sus signos vitales tocando ese ritmo extraño que llevaba el corazón como si fuesen pasos en el camino de la vida.

Le tomó la mano y pareció resentirlo, pues su pulso se aceleró, las líneas que emulaban todo su sistema subieron cerca del borde casi naranja que marcaba un leve aumento en su cuerpo.