El día no era precisamente bueno, la llegada de la luna blanca no era su época favorita, los climas se mezclaba de una forma en que incluso su humor se veía afectado.
Todos decían que la luna blanca era un momento de paz, donde todos se reconciliaban con Mizfortia, miles de oraciones alzándose como si fuesen lamentos al viento. Patético.
El príncipe giro los ojos hasta el balcón que daba a la enorme ciudad, tan iluminada por los soles incluso podía escuchar los pasos de todos los sirvientes y ciudadanos para prepararse debidamente para la primera noche de la hermosa luna blanca.
—Keuster, su desayuno— dijo el hombre de servicio mientras las doncellas dejaban las charolas en las mesillas más cercanas.
—Que preparen una nave— ordenó levantándose de la silla, su cabello estaba revuelto que dejaba que los rayos de sol reflejaran en las delgadas hebras que lo conformaban.
Se miró al espejo, no había dormido en toda la noche, había estado pensando en el mismo asunto, en el video que se reproducía en su mente como un bucle. Tenía que enfrentar a Zvairus de una vez por todas.
La doncella avisó de la llegada de una nave real, la condesa tuvo que dejar a las mujeres que estaban mostrándole los arreglos de flores que se usarían en la recepción en la que se anunciaría su compromiso.
Su escolta la siguió hasta el pasillo que llevaba a la plataforma, según el encargado de la seguridad se trataba de Keuster Inassos, y era la peor visita que podía tener en un día como ese.
Ahí estaba él, la luz reflejándose en su cabello castaño, aquel par de ojos azules que se volvían más claros, era un hombre verdaderamente apuesto, cualquier mujer estaría feliz de estar con él, al menos hasta que su carácter explotara e intentase matar a quien le contradijera.
Zvairus caminó hacía Blodich, había pasado mucho tiempo desde que su querido primo la había visitado, y precisamente el tiempo no era el mejor para verlo a la cara.
—Me vienes a felicitar por mi b...— la tomó de los brazos bruscamente —¡Blodich, suéltame! — la estampó contra la pared más cercana, apretando su cuello sin ninguna consideración.
—No intentes hacerte la delicada conmigo— le habló tan cerca del rostro que pudo notar los tintes de alcohol en su aliento.
Era muy temprano como para que el príncipe estuviese tomando, algo lo estaba perturbando e imaginaba que no había dormido en nada debido a los círculos oscuros que adornaban sus hermosos ojos.
—¿Por Mizfortia, que te sucede? — ni siquiera estaba apretando demasiado su cuello, era más como si quisiera amedrentarla, aunque eso no funcionaba la mayoría de las veces.
—Ahora mismo me vas a decir lo que tienes con Kylo— esa rabia interior se acrecentaba en su ser, tenía demasiado tiempo que no sentía algo parecido.
Quería destruir todo a su paso, incendiar y volver cenizas a quien se le interpusiera, tal vez de esa manera no sentiría que el fuego le estaba ganando a su mente.
—Estas alucinando, ahora suelta o soy capaz de...— alzó la mano y un destello azul salió de sus dedos haciendo que el príncipe torciera una sonrisa despreocupada.
—Si me haces algo mi hermana será la primera en matarte, ahora responde antes de que te obligue a hacerlo— sus dedos subieron hasta su sien, donde algo comenzó a halarle, era aquel poder corrupto que se adentraba en su mente.
—No tengo nada que decirte, así que haz lo que quieras— un leve sonido de sus dedos hizo que la condesa cerrara los ojos, de los cuales salían un par de lágrimas.
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𝑨𝒍𝒍𝒊𝒂𝒏𝒄𝒆𝒔 & 𝑫𝒖𝒕𝒊𝒆𝒔 [ 𝐊𝐲𝐥𝐨 𝐑𝐞𝐧]
Fanfiction. ✦ ˚ · . · •. ✺ * ⊹ · . * * . . * . °· . · ✦ * · * . • · •. ✶ ˚ · . · ✦ ˚ · . · •. ✺ * ⊹ · . * * . . * . °· . · ✦ * · * . • · •. ✶ ˚ · . · . ...