13|| Prision Cell

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«Me estoy ahogando» pensó Iahgnes una vez más mientras la nave se alejaba del espacio de Derkstag-Essën.

Se había levantado lo más rápido posible aquella mañana, lo soles apenas despertaban y su esposo no se encontraba en la habitación, el murmullo de la ciudad abriéndose ante la luz de la mañana incrementaba poco a poco, en el castillo sólo eran los murmullos de la maquinaria de limpieza para deshacerse de los vestigios de la fiesta que habían montado por su inocencia. Se limpió las lágrimas que le rodaron por las mejillas, odiaba a Kylo Ren, lo odiaba más que a nadie en la galaxia.

Las doncellas entraron esperando encontrarse con el nuevo miembro de la familia real, pero éste salía del cuarto de baño ya con el uniforme que tanto lo caracterizaba.

Keustery, Keuster Khalat— saludaron mientras se inclinaban ante ellos, Iahgnes sonrió tratando de esconder la vergüenza que aun la albergaba.

—Preparen a Keustery— ordenó su esposo, haciendo que las doncellas se miraran la una a otra, no se movieron, y Kylo comprendió que no era a él a quien le debían obediencia.

Salió exasperado, azotó la puerta sin siquiera mirarla a los ojos, ya no había que aparentar que estaba enamorados, ya no habría más flores ni joyas que adornaran la desgracia de ambos, ahora estaba cruda verdad, una que no era tan placentera de ver como la obra que habían montado por más de un mes.

Ni siquiera hubo tiempo de tomar algún alimento, Kylo casi a la arrastró a la plataforma, en su agarre notó que deseaba alejarse del planeta lo más pronto posible.

La plataforma estaba casi vacía, solo estaban sus padres, su hermano y Zvairus, quien rápidamente la abrazo, besó su mejilla con devoción, Iahgnes quiso llorar, pero no iba a dejar que vieran lo débil que estaba.

—Cuídate mucho, por favor— le susurró al oído. Su madre se acercó a ella, con la misma sonrisa dulce y maternal con la que todos la conocían, quiso alejarse, quiso decirle cuanto la odiaba en ese momento por hacer su vida miserable.

Pero no tuvo fuerzas, simplemente dejo que sus rosados labios se pegaran a su frente, soltando un par de lágrimas maternales y fingidas, era demasiado pedir que su madre por primera vez le diese un gesto de cariño verdadero, simplemente no estaba en su naturaleza.

Su padre le tomó las manos, acariciándolas delicadamente. —Recuerda, donde quiera que vayas, ahí estaré— era la frase que siempre le decía cuando tenían que viajar, o no se podrían ver en mucho tiempo, como cuando tuvo que irse a Pardeasen, respiró profundamente para no llorar.

—Como las estrellas en el cielo— respondió ella mientras su padre la tomaba entre sus brazos, el calor de sus brazos la hizo sentir pequeña, minúscula como una partícula de oxígeno.

—Hora de irnos Suasary— externó Blodich IV, tomándole el brazo bruscamente, la nave de la primera orden seguía ahí, estática, colosal, como la punta de una lanza a punto de ser disparada.

La arrastraron hacia la fría nave, oscura, la plataforma se cerró y supo que había dejado todo ahí, incluido el poder que Mizfortia le había regalado, era una simple niña con una corona que no servía de nada.

—¡Suéltame! — le gritó a su hermano, pero Blodich sólo torció una sonrisa, pasándola de largo, detrás de ella venían los caballeros de Ren, custodiándola como si fuese un tesoro.

El compartimiento donde viajaría era pequeño, nada parecido a la nave real, además sólo había cosas de metal, demasiado simétricas, y de colores oscuros.

—Si necesita algo, hágamelo saber— dijo la distorsionada voz de la mujer que hace unas horas le había sonreído con suficiencia, no le contestó, quería que todos desaparecieran.

𝑨𝒍𝒍𝒊𝒂𝒏𝒄𝒆𝒔 & 𝑫𝒖𝒕𝒊𝒆𝒔 [ 𝐊𝐲𝐥𝐨 𝐑𝐞𝐧]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora