Capítulo 3 "una esperanza"

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66th juegos del hambre

Haymitch

Bebo una copa de vino y veo los juegos en el sofá del penthouse no tengo más que hacer los tributos de este año murieron en el baño de sangre y Effie ha salido a cenar con los estilistas, me ha invitado pero sus pláticas tan superfluas me irritan y prefiero disfrutar del sabor de un buen vino aunque sea en soledad.

—Haymitch despierta— dice Effie sacudiéndome un poco creo que me quedé dormido — ¿Qué pasa cielito?— digo aún adormilado, —Son las 10 am, será mejor que te vayas a duchar y te espero en 20 minutos para almorzar— dice ella con una sonrisa

Obedezco sin rechistar porque no quiero oír sus grititos chillones tan temprano mucho he aguantado que me llevará a rastras a las fiestas de patrocinadores que al final no sirvieron de nada,  me voy a duchar a la habitación, cuando regresó al comedor ella ya tiene todo organizado un gran almuerzo con diferentes platillos y jugo de naranja para acompañar, me siento frente a ella y mientras comemos comienza a contarme cómo le fue en su cena y lo mucho que se divirtió.

— ¿Por qué no hacemos algo tu y yo? Yo sé que no te gusta salir con gente del Capitolio, pero debe haber algo que te guste hacer y podemos hacerlo solo nosotros— dice ilusionada, la idea no me desagrada ella me ha mostrado que realmente quiere ser mi amiga y es diferente a los capitolinos estúpidos, aunque trató de ocultarlo sé que le dolió ver morir a nuestros tributos.

—Claro, hay un lugar al que me gusta ir pero solo por las tardes, qué te parece si organizas un picnic princesa —

—Perfecto— dice dando pequeños aplausos —Tendré todo listo a las 5, y por favor se puntual— ella y su manía con la puntualidad es casi como un reloj humano, siempre llegando en el momento exacto a cualquier lugar.

Effie

Tengo todo listo, cuando son las 5 Haymitch sale vestido con unos jeans negros, playera blanca y una chaqueta se ve muy sexy con su atuendo, alto ¿pero en qué estoy pensando?, dejo eso de lado y solo me limito a sonreír.

—Lista para el picnic princesa— dice también sonriendo y dándome su mano

—lista pero a ¿dónde iremos?— digo intrigada no me especificó cuál era ese lugar que tanto le gusta.

—Tranquila sé que te gustará tanto como a mí, vamos tendremos que subir por las escaleras de emergencia así nadie verá a dónde vamos—

Subimos unos cuantos escalones hasta que llegamos a una puerta que da al tejado del centro de tributos.

— ¿El techo, que hay de lindo en un techo?— digo un poco decepcionada por el lugar— Ya verás cierra los ojos— obedezco y me dejó conducir por él unos pasos —ahora ábrelos— me quedo impactada esto es hermoso, es un enorme jardín lleno de lindas flores y con una vista preciosa hacia el horizonte capitolino.

—Es… es hermoso— digo encantada con el lugar.

—Te dije que te gustaría tanto como a mí, este lugar lo encontré hace varios años y cuando quería olvidarme por completo del mundo subía aquí, eres la única persona a la que le he dicho de mi lugar especial— me conmueve, el confía en mí y eso me hace muy feliz.

Ponemos una manta en el suelo y acomodamos la canasta con la merienda que he preparado, y nos sentamos a mirar el atardecer en el horizonte.

—Gracias Effie— dice después de un momento en silencio.

— ¿De qué?— digo confusa.

—por no reprocharme el que siempre este bebiendo, te he visto cuidar que no bebiera  más de la cuenta cuando estábamos con los patrocinadores— se dio cuenta vaya pensé que había sido más discreta.

—No hay de que para eso están los amigos— digo tomando su mano y mirándole a los ojos, vaya tiene unos hermosos ojos grises.

Haymitch

Me mira a los ojos y puedo ver unos lindos ojos azules como el mar, un mar tranquilo que transmite paz.

El silencio se vuelve un poco incómodo y comienzo a sacar la comida de la canasta de picnic y veo que ha traído comida como para una semana, pero lo que más me llama la atención son los pastelitos de diferentes sabores me hace recordarla cuando era pequeña.

— ¿Te acuerdas cuando te manche de pastel en el tren?— y le muestro un pastelito.

—Claro que me acuerdo mi madre tuvo que tirar uno de mis vestidos después de eso— dice riendo por el recuerdo.

Nos pasamos la tarde platicando sobre nuestros recuerdos más felices, nuestra infancia y conociendo más del otro; la noche se hace presente y nos recostamos sobre la manta a contemplar las estrellas.

— Haymitch ¿Por qué siempre me dices princesa?— y voltea a verme recargándose sobre su brazo, me sorprende su pregunta y sin pensar le respondo

— porque eso es lo que eres una princesa— se sonroja y baja su mirada, le tomo del mentón para verla a los ojos y poco a poco acortó la distancia entre nosotros y la besó, un puro y casto beso, ella despierta emociones en mí que creía muertas.

—Esto está prohibido— dice separándose — será mejor que nos vayamos—. Sé que está prohibido pero necesitaba hacerlo sentir un poco de cariño de otra persona, ella me tiene aprecio, pero quizás sea solo eso aprecio.

El regreso al 12 es un poco incómodo, no hemos hablado del beso desde ese día, solo charlamos cosas sin sentido como esquivando el tema. La despedida es igualmente incómoda solo me da un beso en la mejilla y un "adiós Haymitch". Por más que me repito a mí mismo que eso no debió suceder, cada vez que recuerdo sus labios sobre los míos una esperanza crece, la esperanza de que no todo está perdido para mí.

 Por más que me repito a mí mismo que eso no debió suceder, cada vez que recuerdo sus labios sobre los míos una esperanza crece, la esperanza de que no todo está perdido para mí

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Carbón y Perlas: Antes de la VictoriaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora