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Tyler caminaba por esos caminos de flores silvestres. Entre sus manos llevaba su canasta y en él había una linda sonrisa. Sus ojos ojerosos no lo hacían verse menos radiante, y su piel pálida parecía ahora tener más color que antes.

A lo lejos vio a Jenna, esta recogía algunos vegetales y también los ponía en una canasta. Cuando la rubia lo vio solo pudo darse la vuelta y salir casi corriendo.

Tyler se extrañó por ese comportamiento, desde que conoció a Jenna supo que era una muchacha muy hiperactiva la cual le gustaba sonreír y socializar.

Quizás solo no eran sus días. Siguió su camino llegando a su hogar. Su madre preparaba el almuerzo, sus hermanos jugaban en algún lado del campo y su padre seguía fuera en el trabajo. El castaño dejó las cosas arriba de la mesa de madera.

- buenos días madres.

- oh, Robert... que bueno que llegaste, quiero que vayas al campo de los Black y le mandes este recado a la señora Black, ¿puedes hijo?

- umh, claro madre.

Tyler salió con la nueva canasta hacia el campo algo lejos.

Al llegar golpeó la puerta y la misma muchacha rubia le abrió. Esta tenía una cara de espanto al verlo y estuvo a punto de cerrarle la puerta, pero Tyler puso un pie.

- señorita Black, no quería incomodarla pero le traje algunos recados que mandó mi madre.

Jenna abrió un poco la puerta dejando ver solo la mitad de su rostro. Abrió la boca para decir algo pero no dijo nada.

Hasta que después de unos segundos pudo formular palabras.

- l-lo vi... - Tyler frunció el ceño al escuchar tales palabra salir de la boca de la rubia - ayer a usted y ese hombre, debí suponer que algo raro había entre esos árboles.

Tyler sintió un dolor de cabeza. Sus manos temblaron y la canasta que tenía en sus manos solo se aferró más a su cuerpo.

- yo puedo explicarlo...

- na hay nada que explicar Joseph, ¿con un hombre? ¡Que actos más atroces por el amor de Dios! Usted se irá al infierno al igual que ese muchacho.

La palabra de esa joven le dolieron al castaño. Negó con lágrimas gruesas cayendo de sus ojos.

La rubia tomó la canasta de los brazos del castaño.

- y ya largo! ¡Váyase y nunca más se vuelva a aparecer por estos lados!

Tyler se dio la vuelta y comenzó a correr lejos de la rubia y ese campo. tenía que tener en esos momentos la ayuda de alguien pero no podía contar con Josh, de seguro se alteraría y lo obligaría a irse de ese pueblo.

No podía contar con su familia ya que ellos mismos lo mandarían a la horca o a que lo torturen. Se sentía desesperado, estaba solo y esa muchacha podía hacer de su vida una pesadilla si quería.

Comenzó a caminar perdido. Sus pies se arrastraban en la tierra. Se dejó caer bajo un árbol y allí comenzó a llorar. Su llanto era desesperado. Su estómago dolía.

Si eran sus últimos días o horas, eso ya no le importaba. Se dejó caer mirando las ramas de ese árbol ir junto con el viento de otoño. Sus manos apretaban el césped algo seco.

Estaba tan solo, pero no le sorprendía.

El infierno puede ser grande, pero la soledad de estar ardiendo en el no tenía comparación.

1691 ; joshler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora