Capítulo 8

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"¿Cuál es la finalidad de estar vivo si al menos no intentas hacer algo extraordinario?"

No tardó mucho en terminar el día y pronto me encontré en casa. Estaba tumbada en la cama, mirando el techo. No podía quitarme la sonrisa de satisfacción de la cara. Después de lo ocurrido, Lauren siguió intentando encontrarse con mi mirada en el pasillo, pero nunca se la devolví porque sabía que ella estaba buscando la oportunidad perfecta para burlarse de mi otra vez sin parecer
demasiado defensiva sobre lo que había pasado durante la comida así que evitó sus ojos irresistibles y siguió como si nada pasase.

Estaba tumbada ahí y no podía dejar de pensar en lo que pasaría mañana. Iba a ser el primer día desde mi segundo año fuese sin una máscara en mi cara sin un maquillaje que me hiciera sentir tan… sucia. Además iba a llevar algo diferente de mis pantalones cortos habituales que enseñaban demasiada piel y las camisetas con tanto escote. Hace unas horas, estaba decidida de que tenía que acabar con ellos y los tiré. Había terminado de ser esa persona, y una cosa que definitivamente tenía que cambiar era mi armario. Estaba mirando la ropa que había puesto en la bolsa de basura y tenía que intentar con fuerza no atragantarme, era repulsiva, pero sobre todo, vergonzosas.

Una parte de mi quería creer que estaba haciendo esto por mi, y solo por mi, pero sabía la verdad, lo estaba haciendo por Lauren. Por mucho que quisiera odiarla por las cosas que había dicho, aún cautivaba mi atención, y aún con su actitud horrible que no podía faltar por alguna razón. A lo mejor no se iba a enamorar de mi, pero aún así quería su respeto. No podía entender porqué era tan importante para mi, pero lo era, quería que me mirase de la manera que el cura lo hacia, o
Miss Lovato, o Ally.

Además de Lauren, también quería que mi madre sonriera otra vez. Quería que me abrazase de nuevo de la forma que lo hacía antes. Quería que volviera a casa de la manera que volvía antes. Le guardaba algo de rencor por huir de mi, pero cuando Ally mencioné a mis padres hoy en la comida; no podía dejar de sentir más culpa de la que sentía. Sí, mis padres no sabían nada del tema de la violación, pero eso no significaba que se merecieran tener una hora que se comportase de esa manera aunque ellos ni siquiera la reconociesen como su hija. Iba a cambiar, tenía que hacerlo.

Miré en el fondo del armario y encontré mis vestidos y mis faldas. Ropa que estaba intocable desde hace mucho pero que era preciosa y me hacia sentir guapa. Una pequeña sonrisa se dibujó en mis labios mientras los agarraba y los ponía cerca de mi pecho. Olían a mi madre. Era raro cómo después de tanto tiempo escondidos, se podía oler la esencia de mi madre. Era una mezcla de la esencia de mi madre y detergente para la ropa. Intenté no llorar, pero no podía porque una tristeza abrumadora me vino cuando recordé que había pasado mucho tiempo desde la última vez
que abracé a mis padres. Todavía no estaban en casa; se habían ido pronto esta mañana y
llegaban a casa muy tarde para después distraerse un poco con Sofía. Sofía y yo ya no estábamos tan juntas como antes, ella era todavía muy pequeña para entender mi mal comportamiento pero sabía que algo estaba mal en la forma que las cosas ya no eran como antes. Cuando yo podía, entraba en la habitación de Sofía cuando era tarde por la noche, mientras dormía en su litera y la
abrazaba un rato y le susurrando historias al oído para evitar que mis padres me escuchasen y antes de que la mañana llegase, volvía a mi habitación. Ella nunca sabía que hacía esas cosas porque me aseguraba de que siempre estuviese dormida porque sino se lo diría a mis padres porque después de todo ella es una niña pequeña que no tiene la intención de herir a nadie.
Si había una cosa que quería más en este mundo, era recuperar a mi familia. Quería que me quisieran de nuevo, al menos antes de irme. Iba a conseguir una beca para la NYU a menos que lo echase todo a perder antes de la graduación, pero iba a dejar Miami atrás.

Una parte de mi tenía muchas ganas y estaba feliz de irse y dejar atrás a la gente del colegio, a veces hasta a mi familia y también al hombre que me arruinó. No sabía quién era él o dónde estaba, pero vivía también en
Miami y eso lo sabía con seguridad. Otra parte de mi, sin embargo, estaba asustada de irse, no estaba asustada de la distancia en si, tenía más miedo de no poder quitarme el ancla se mi reputación de encima, tenía que asegurarme de que no me iban a conocer por cómo he sido este tiempo, sino por cómo soy en realidad, pero iba a asegurarme de que eso pasase.

La mañana siguiente.

Me desperté mucho antes de lo normal por primera vez sintiéndome con ganas de afrontar el día. Prácticamente salí corriendo hacia el baño y me di una ducha rápida. Me sentí mucho más feliz mientras cantaba en voz alta, cayéndome casi en varias ocasiones pero daba igual, hoy era un día nuevo. Lauren iba a estar impresionada. Mis padres también y yo no tenía que esconderme más para abrazar a Sofía. Después de diez minutos, me sequé el pelo y me lo ondulé. Volví a mi
habitación que había ordenado antes de ponerme el vestido que había planchado la noche anterior. Lo miré y me mordí el labio. Una vez que tuve mi pelo arreglado, caminé hasta el espejo.

Miré mi kit de maquillaje, y escogí los tonos más neutrales y me puse la sobra más básica en mis mejillas, con un gloss y un poco de lápiz de ojos con rímel. Mi cara parecía mucho más natural y me hizo sonreír. Me puse los tacones que me daban un aire más femenino que mi habitual look de puta y me acerqué al cajón que había cerca de mi cama. Lo abrí y vi mis lazos viejos. Dios, no me
había puesto un lazo desde hace mucho. Cogí uno blanco y me lo puse de forma familiar y me miré al espejo. Respiré hondo y me dije a mi misma que estaba preparada.
Bajé las escaleras, estaba muy nerviosa a cada paso que daban. Sentía como si mis pasos sonasen más de lo normal, pero me di cuenta de que todo era el eco que hacían en mis oídos, incluso mi propia respiración. Podía escuchar a mis padres hablando en la cocina, y a Sofía riéndose. Mi corazón se expandió y di los últimos pasos. Respiré hondo, alisé mi vestido y me recoloqué mi lazo antes de entrar.

HÁBITO - CamrenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora