Bailamos por lo que parecieron horas cualquier canción que sonase en el estéreo de Camila, y me aseguré de fijarme en cada pequeña cosa que yo hacía para hacerla reír o arrugar su nariz, así podía hacerlo una y otra, y otra vez. De vez en cuando, nos caíamos en la cama contentas y con sonrisas de sueño en nuestras caras, y decidimos echarnos una sienta abrazadas hasta que sus padres volvieron a casa de hacer los recados.
Fueron dos horas de siesta cuando me desperté y con suerte, antes que Camila. Me moví a su lado para darles a mis ojos mejor acceso para ver su cara. Si hubiese alguien entregando premios al “Más Horripilante” uno sería sin duda para mi, después de hoy. Estudié su cara con apreciación sincera y sentí su mano moviéndose sobre la mía y aprovechó la oportunidad de entrelazar nuestro dedos. Miré mientras las comisuras de sus labios se movieron hacia arriba y dejaron salir una exhalación adorable a través de su nariz. Todo en ella gritaba “Bésame”. Y era tan aliviador de que podía hacer ahora, sin tener que estar intoxicada o sin ser un monstruo con ella. No creo que haya entendido porqué ella me eligió para darle esperanza, pero nunca lo daré por hecho de nuevo. Mientras la veía a mi lado ahora, podía imaginar muchas mañanas despertándome así, tanto como me podía imaginar noches durmiéndome así. Ella era como una canción de cuna, mi canción de cuna.
Media hora después de despertarme, escuché un coche estacionarse fuera y supe que era el momento de irme.
- “Camz” - dije mientras la movía con cuidado.
Su nariz se arrugó y se cambió de posición para ponerse de espaldas a mi. Me reí y solté su mano, y me subí sobre ella para estar en el lado opuesto, ahora frente a ella otra vez.
- “Camz” - dije, más alto esta vez.
Sus cejas se fruncieron con frustración y me puso un dedo adormecido en mi mano, señalando que estuviese callada.
Sonreí y me acerqué para besar su mejilla, que comenzó a enrojecerse y una pequeña sonrisa comenzó a formarse. Estaba despierta. Esta vez besé su frente, cariñosamente. La sonrisa creció, poco a poco, de manera casi inapreciable. Besé su nariz lo que hizo que se la cubriese con su mano y la sonrisa creció incluso más, enseñando sus dientes ahora. Besé su mano antes de quitarla amablemente.
- “Camz?”
- “Hmm?”
- “Tus padres están aquí. Me tengo que ir.”
Sus ojos empezaron a revolotear abiertamente, mirándome con vacilación.
- “No, quédate. Quédate a cenar.”
Mis cejas mostraron sorpresa, ¿estábamos ya en este nivel? ¿No era demasiado pronto? Ni siquiera teníamos algo oficial, ¿podía esto arruinarlo todo? Pero por muy preocupada que estuviese o por el resultado que podía tener, quería quedarme, así que le sonreí y asentí.
Su sonrisa creció, y me dijo que esperase un poco para que se cambiase, sin saber cómo reaccionaría su familia a mi compañía. Me senté al filo de su cama, mientras ella corría hacia el baño y empecé a mover nerviosamente los dedos. No debería estar nerviosa, pero lo estaba.
¿Sabían ellos quién era? ¿Sabían lo que le había hecho a su hija? ¿Acaso sabían que Camila era homosexual? Miré a su ventana y me acerqué hasta ella. No era tan alta, así que me puse de puntillas antes; siempre podía escapar y no tendría que pasar por esto…
Pero, le había hecho una promesa a Camila, y ella me dijo que quería que tuviéramos miedo juntas, así que eso es lo que haremos.
Volví a donde estaba antes y esperé pacientemente a Camila. Empecé a mirar por toda su habitación y vi un espejo y me acerqué hasta allí. Arreglé un poco mi pelo aplastado de estar en la cama para parecer presentable. Acomodé mi ropa, intentando que estuviese lo suficientemente lisa y resoplé cuando una arruga no se fue de mi camisa. Estaba empezando a frustrarme cuando dos brazos envolvieron mi cintura y la barbilla de Camila apareció en mi hombro. Ella dejó un beso en mi cuello y pasó su nariz contra él.
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HÁBITO - Camren
Fanfiction-A la gente le gusta decir que ella misma se hizo esto, pero en realidad no tienen ni idea. No eran conscientes de las batallas que ha afrontado diariamente desde aquella noche, y nunca lo sabrán porque el orgullo y la vergüenza de Camila sobre la v...