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Sofía

Después de haber llorado y haber limpiado el desorden que había hecho subí las escaleras lentamente, caminando lento por los pasillos escuché unos ruidos en la habitación de mi esposo. Y como dicen la curiosidad mato al gato así que, curiosa me asomo por la puerta entreabierta y lo que vi me partió ya más mi corazón.

Era Ernesto y Rosa teniendo relaciones y diciendo mutuamente cuanto se aman, tapando mis sollozos con mis manos y, a paso apresurado entro a mi habitación, cerrando la puerta tras de mí me recargo en ella y me dejo caer resbalando mi espalda por la lisa madera.

Ya en el suelo escondí mi rostro entre mis rodillas, en estas cuatro paredes que me rodean en este momento siempre han sido testigo de cuánto llanto he llegado a derramar por Ernesto, creo que ahora es el momento de pensar en separar nuestros caminos, mi corazón y cordura ya no pueden más.

Mis emociones pareciera que están en una montaña rusa, suben y bajan.

Estoy cansada de eso no hay duda alguna, esto fue la gota que derramó el vaso no tiene vergüenza alguna.

Le permito que me engañe con la que fuera su ex novia, pero lo que si no permito es esto, acostarse con ella estando en mi propia casa.

Ya cansada me levanto de donde me encontraba, retiro de mi cuerpo aquel hermoso vestido que había comprado para el día de hoy, aunque haya sido en vano, parada delante del espejo me observó detenidamente, mi cara parece aún más cansada y demacrada, mi cuerpo sigue igual sin cambio alguno, sigue intacto mi vientre, no hay estrías de señal de haber albergado en él un hijo, él me lo ha negado tantos años, no sabré lo que se siente ser madre, abuela, no tendré nietos.

Cansada de lo mismo me adentro al baño a darme una ducha y relajar mis tensos músculos que, al paso de los años se han desgastado tanto al pasar de los años.

Después del baño que me doy ni me invierto tanto tiempo y me pongo el pijama y me abro espacio en la cama para dormir.

*****

Sonando el despertador, estiro mi mano perezosamente y apagó sonido infernal de este.

Me levanto, camino al armario y escogí un conjunto casual, escojo unos tenis, claro el día de hoy andaré informal, ya que a mis 29 años sigo siendo una joven, pero eso es lo de menos me arreglo lo mejor que puedo y salgo a tomar mi desayuno fuera ya que el señor lo tendrá con su mujer que obviamente no soy yo.

Con los nervios a flor de piel salgo sin que nadie lo noté, subiendo al coche que mi padre me regaló por la boda.

Ya en el centro comercial camino a una pastelería donde venden unos deliciosos pasteles, si soy adicta al dulce y solo espero que tengan te junto al pastel.

En este momento no me importa nada, estoy decidida a tomar otro rumbo en mi vida, no estaré siempre atada a él, no señor lograre salir de esta, no sé cómo, pero lo haré así que, ¡¡agárrate mundo que hay va tu reina!!

Bueno creo que exagere un poco en eso, bueno no importa.

Seguí degustando mi delicioso pastel, su sabor es tan exquisito, delicioso, fantástico no encuentro más palabras para poder describir tan delicioso manjar

No presto atención a lo que hay a mi alrededor, solo pienso en mí y mi precioso pastelito junto con el té que tanto me encanta.

Termino de desayunar y caminó por los pasillos del centro, veo tiendas por doquier, ropa aquí ropa allá muy buena, pero en fin camino a la sección de librerías.

Adentrándome a la librería me golpea en mis fosas nasales el olor a libros nuevos, mis ojos se maravillaron al ver tantos libros apilados en un solo lugar.

Dentro del establecimiento camino pasillo por pasillo tocando, abriendo y leyendo libros.

Cuando encontré uno que ha llamado mucho mi atención levantó una de mis manos para tomarlo, pero en ello otra mano se atraviesa y evita que lo tome, volteé para verificar quién demonios no dejó que tomara mi preciado libro.

Me sorprende ya que es un chico bastante atractivo y creo que es de mi edad aparentemente, sus ojos color avellana me hipnotizaron al instante.

— Perdón no creí que quisiera este libro — dijo el misterioso hombre delante de mis ojos.

Salí de mi trance y hablé.

— Perdón yo no lo he visto.

— Disculpe usted me presento, soy Luciel Altamirano para servirle bella dama. — toma mi mano y deposita un beso y en ella.

Me sentí tan avergonzada y sorprendida no creí que hombres de ese porte y caballerosidad existieran aún en tan avanzado siglo.

Con mis mejillas calientes le respondo — Un gusto soy Sofía, Sofía Alfaro.

— Un gusto Sofía, me temo que tendré que quitar este preciado libro de tus delicadas manos.

Dijo tomando mis dos manos, uniéndolas, y el por supuesto tomó el libro con sus grandes manos.

— Oye yo lo vi Prim... — no termine de decir y que el hombre puso un dedo sobre mis labios.

— Shh, no gastes tu saliva aquí hay otro ejemplar.

Tomé el libro que me tendía con su mano y caminé a pagarlo y con Luciel tras de mí.

Después del incidente con él salí de la tienda, guardando el libro en mi bolsa; saco mi teléfono para poder ver la hora, me di cuenta que ya es demasiado tarde y camino al estacionamiento para llegar al auto e irme a la casa.

Doloroso Amor "Editando"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora