Capítulo 17

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La serie de Once Upon a Time y sus personajes aquí mencionados no me pertenecen.

Gracias a todos por leer, a quienes dejan su comentario, estrellita y a los lectores silenciosos también. Muchas, muchas gracias.

Espero que les guste y que pueden perdonar cualquier error...

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Lo único que Regina pudo hacer fue responder al demandante beso que David le estaba dando. En cuestión de segundos, todo subió de intensidad y ahora se besaban con arrebato y pasión desmedida.

La omega no podía pensar, sólo sentir, sentir como el alfa le acariciaba con la lengua, como sus grandes manos le acariciaban la espalda, los costados, la cintura, hasta envolverla por completo entre sus fuertes brazos aferrándola segura contra él y ella... ella simplemente no puso resistencia alguna.

Las manos de ambos comenzaron a viajar por el cuerpo del otro acariciando todo a su paso mientras los ardientes besos no cesaban.

David avanzó un poco sin rumbo específico haciendo retroceder a la omega. Le estaba siendo imposible controlar la pasión que sentía en esos momentos por ella y no quería detenerse a pensar, no quería parar, quería seguir besando su dulce boca, acariciando su divino cuerpo y escuchar sus preciosos gemidos y jadeos.

Su espalda se encontró con la nevera y Regina llevó sus delicadas manos al apuesto rostro del alfa para aferrarlo y pegó su cuerpo al de él.

El príncipe se separó de su boca y ella de inmediato empezó a respirar pesado tratando de recuperar el aliento mientras sentía besos en su cuello, detrás de su oreja al tiempo que escuchaba los jadeos ardientes de alfa. Echó su cabeza hacia atrás recargándola en la nevera a su espalda dejándose llevar, comenzaba a sentirse muy excitada y húmeda, su intimidad palpitaba ya de deseo y ardiente necesidad.

La hábil mano izquierda del alfa abrió el primer botón de su blusa morada y de inmediato besó entre sus senos y después lo que el brasier le permitía de cada uno de ellos. Gimió alto y de puro deseo cuando la mano derecha de David subió por su muslo izquierdo metiéndose por debajo de su falta aferrando una de sus nalgas con ganas y lo único que la reina quería en esos momentos era esa mano en su sexo.

Y fue hasta el instante en que David pudo oler la excitación de Regina que se detuvo en seco.

Tragó pesado separándose de ella y le miró con los ojos muy abiertos, como sorprendido de sus propias acciones. Se relamió los labios pasándose una mano por su cabello un tanto desesperado. Estaba muy excitado, su miembro duro demandaba por atención dentro de sus pantalones y la mirada confundida de su omega claramente excitada, con sus mejillas encendidas, respirando entrecortadamente y con su blusa un poco abierta no ayudaba en nada.

Eso no podía ser. Se estaba sintiendo estresado al darse cuenta de lo que había sucedido y lo que había hecho... Por Dios, deseaba a Regina y no por ser su omega, eso no había tenido nada que ver con sus ganas incontenibles de besarla, de envolverla entre sus brazos, de acariciarla, de escucharla disfrutar y desear de lo que él le hacía. La deseaba realmente.

Pero también estaba consciente que la reina no lo deseaba por ser él. Sí, seguramente se había excitado y dejado llevar por su instinto de omega, porque su cuerpo demandaba estar dispuesta a los deseos de su alfa y claro, si él la besaba y la acariciaba era obvio que se iba a excitar porque el maldito vínculo así lo dictaba.

Regina no sabía ser una omega, aún estaba aprendiendo y se sentía como un miserable al haber provocado que ella respondiera a sus toques y sus demandantes besos cuando seguramente no era lo que quería hacer

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