1. Acogido a sagrado

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                         Siempre lo supo, aunque quisiera ignorarlo; las pistolas son para quienes saben usarlas. Para quienes tienen cara de póker y el revolver descargado. Para quienes saben marcarse los faroles. Lo de la bala en la recamara era por darle más emoción a la "sutileza" de apuntar a alguien a la cabeza. Pero pasa que a los juegos de azar no les gana nadie, y esa es otra de las lecciones que debió tener en cuenta para cuando apuntó y disparó esa vez; sobre todo habiendo "olvidado" sustraer la bala; por eso de estar en casa, acogido a sagrado y en suelo seguro. O quizás, sólo quizás, nunca lo estuvo.

MicrorrelatosWhere stories live. Discover now