Cuando pudo volver a abrir los ojos contempló, sólo, por uno de ellos, el cielo despejado tras la tempestad abrasando su ser casi inmóvil. Su piel oscura iba adornada de moretones a penas visibles, chichones y largas marcas de mordidas; lo habían echado a los perros. Era carne de cañón; lo llamaban: mierda andante, rata, negro de mierda, ladrón, gitano, moro asqueroso...Pero él se llamaba Maloon.
Maloon comprendió, en ese mismo momento en el que una nube tubo la decencia de acurrucarlo en su sombra, que no todos los perros caminan a cuatro patas, que a veces, visten chaqueta y corbata y caminan a dos.
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Microrrelatos
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