El público vitoreaba; la adrenalina le recorría el cuerpo como la llama sobre la pólvora: rápida, ardiente y con posibilidad de explotar. Casi que se podía ver su aliento flamear y sentir a su corazón golpear su pecho como si quisiera salir. Las gotas de agua se entremezclaban con el sudor del pavor momentáneo al que se sumía voluntariamente en cada actuación. Se sentó de golpe en el suelo jadeando para tumbarse en él y gritar sus últimas palabras: "Soy el rey del mundo"; para después perecer por la gracia divina que tiene la mala suerte que ampara a los triunfadores mediocres.
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Microrrelatos
Random¿Te gustan las historias cortas? Entonces este es tú sitio ¿No tienes tiempo en tu apretada agenda? ¿Te sobran cinco minutos? Este es tu sitio. Ven y conoce las historias más breves de la literatura; descubre estas pequeñas píldoras cargadas de insp...