Perdíamos el tiempo a posta, queríamos demostrar que no éramos capaces ni de salvarnos a nosotros mismos. No había esperanza, y por ende, tampoco había ganas de hacer un esfuerzo en vano por rescatar lo insalvable. Erin nos odiaba por ello, la vida aún no le había dado los palos suficientes como para que perdiera la fe o la inocencia infantil con la que uno nace. Nos recriminaba con esa frase que tanto asco me da: "por gente como tú es por lo que el mundo se ha ido a la mierda"; quizás la odiaba tanto porque en el fondo sabía que tenía razón; pero nosotros estábamos empeñados en decirle que nadar contra corriente no era la solución ahora ni nunca; y que era mejor dejarlo estar. Entonces ella se enfadaba de sobre manera y nos llamaba cobardes; nos decía que rendirse antes de empezar era asumir una derrota antes de tiempo; una derrota que no tendría por qué serlo, ni sería, si intentábamos con todas nuestras ganas salvar lo insalvable. Nos lo decía con recochineo; nos lo decía con altividad; con la justicia moral bien alta y con la firmeza con la que sonaban todas sus frases.
Decía y decía hasta que dejo de decir. Hasta que dejo de existir. Hasta que simplemente desapareció luchando por unos ideales justos pero inherentes a una sociedad perturbada y llena de odio. Pereció a edad temprana, luchando, pero perdiendo la vida sin saber ni la mitad de las cosas buenas que tiene, pero, ajenas a esa extraña y sórdida lucha que mantiene desde el principio de los tiempos la humanidad contra ella misma.
Y es que es injusto, que, para salvar el mundo, los primeros en posicionarse en contra de la inmoralidad, tengan que morir por algo tan simple como defender unos ideales sentados en un parque, en mitad de una plaza cualquiera. Es injusto que tenga que pasar eso para que gente como nosotros tengamos las agallas o el valor de nadar contra corriente por una causa que aun creyéndola perdida se ha convertido en nuestra razón de existir. Una causa que no era nuestra, una causa heredada por una muerte que nos ha tocado de cerca y que nunca debió ser. Y ahora, simplemente, tratamos de salvar lo insalvable quizás más tarde de la cuenta, con la esperanza y la fe, de hacer justicia a esos caídos a los que no quisimos escuchar en un principio.
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Microrrelatos
Random¿Te gustan las historias cortas? Entonces este es tú sitio ¿No tienes tiempo en tu apretada agenda? ¿Te sobran cinco minutos? Este es tu sitio. Ven y conoce las historias más breves de la literatura; descubre estas pequeñas píldoras cargadas de insp...