Cuando el cielo se teñía de negro y el reloj marcaba la hora de dormir mis ojos permanecían abiertos como si tuviesen miedo de que al cerrarse no fuesen a volverse a abrir. Tenían tanto miedo de que el viejo volviese a invadir mis sabanas, o quizás de que esta vez asestase un golpe bien dado en mi pequeño cuello e hiciese un fructífero crack que se les hacía imposible un "dulces sueños".
Tras varios años de insomnio voluntario, del castañear de huesos y de crecer a lo alto dicen que la locura llamo a mi puerta justo en el mismo momento en el que al conciliar el sueño, por fin y por primera vez en mucho tiempo; sentí su mano posarse en mi hombro.
¿Qué si lo recuerdo? Cada segundo de mi vida; aún puedo sentir la sangre salpicarme y el cuchillo entre los dedos.
¿Qué si me arrepiento? Déjame preguntarte: ¿él lo hizo alguna vez?
Y ahora te contesto: No, no me arrepiento; es más: lo repetiría; sólo que si pudiese volver a hacerlo me habría jactado y me habría largado muy lejos a empezar de cero para dejar de ser "la chica enajenada que mató a su tío por algo más que unos maltratos" y ser una anónima más ante los ojos de las calles.
YOU ARE READING
Microrrelatos
Random¿Te gustan las historias cortas? Entonces este es tú sitio ¿No tienes tiempo en tu apretada agenda? ¿Te sobran cinco minutos? Este es tu sitio. Ven y conoce las historias más breves de la literatura; descubre estas pequeñas píldoras cargadas de insp...