recuerdos dolorosos

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narrador: reika dejaba la maleta sobre la cama y observaba como rinni  parada frente al balcón con los brazos cruzados miraba las inmediaciones de la hacienda.

Si decir nada sacaba las pocas cosas que quedaban en el clóset de diamante  y las dejaba sobre la cama, abría la maleta y con sumo cuidado la ordenaba dentro del armario mirando de vez en cuando a una rinni  que estaba metida en sus pensamientos.

reika : Se..señorita(la llamaba en un susurro tomando entre sus manos el delantal que llevaba puesto)

rinni: Dime(contestaba sin darse vuelta)

reika: Pi..piensa quedarse en la hacienda?(apretaba con fuerza el delantal al ver como rinni movía su cabeza y le hablaba sobre el hombro)

rinni: Si, desde ahora en mas me haré cargo de la hacienda, por cierto necesito que cuando termines de ordenar todo esto, arregles un par de habitaciones mi tía y mi nana también vendrán en un par de días( retomaba su posición mirando hacia los limites de la hacienda)

reika:  Si señorita(decía con un sonrisa que rinni  no vio)ahora mis mito me pongo a limpiar aquí para que quede a su gusto(corría hasta donde había dejado la escoba y el balde con agua para ponerse a limpiar el sucio piso de la habitación)

narrador: rinni  al ver que reika  se ponía en sus quehaceres, salía de la habitación dejando que esta trabajara tranquilamente, bajaba lentamente la escalera pasando su mano por el barandal de la escalera recordando años atrás cuando corría por esas mismas escaleras para colgarse en brazos de su padre o para acompañarlo a montar cuando lo escuchaba con las espuelas puestas

Cerraba sus ojos, respirando hondo, como buscando ese olor tan peculiar de su madre el cual ya no estaba, negaba con la cabeza y terminaba de bajar los últimos peldaños caminando hasta el salón en donde una gran pintura de ella y sus padres colgaba encima de la gran chimenea.

Paso a paso, observaba la sonrisa de su madre sus cabellos largos rubios con dos coletas, su tez blanca sus ojos celeste, sus largas pestañas y sus delicadas facciones.

Con la yema de sus dedos acariciaba su cara, sin percatarse que un par de lagrimas caían de sus ojos.

Seguía pasando sus dedos hasta llegar a la cara de su padre, el cual estaba sentado detrás de su madre con la cabeza afirmada sobre el hombro de esta.

Ojos zafiro , una pequeña barba el pelo azulado y una sonrisa que le hacia formarse esas margaritas en las mejillas.

Sus brazos fuertes, abrazando a las dos personas que mas amaba sentados sobre la hierba de esa misma hacienda.

Y por ultimo ella....una pequeña risueña, con sus vaqueros, sus botitas de montar y su camisa a cuadros sentada entre las piernas de su madre con la cabeza ladeada y esa sonrisa que había heredado de ella

Con la mano sobre el cuadro agachaba la cabeza añorando esos momentos, añorando la presencia de su madre, añorando un abrazo de aquella mujer que le dio la vida y que siempre estaba hay curándole las pequeñas heridas que se hacia en el campo, con esa sonrisa en la boca que le encantaba mas si iba dedicada a ella.

A su padre aquel hombre que la llevaba sobre los hombros, aquel hombre que le enseño a montar, que le enseño lo que era trabajar en la tierra, aquel hombre que corría hasta su cama junto con su mujer cuando tenia pesadillas y la acurrucaba en sus brazos hasta que se quedaba nuevamente dormida

Los echaba de menos los echaba muchísimo de menos, mas en estos momentos cuando la vida le había dado un golpe tan duro.

Con la cabeza apoyada sobre su brazo, dejaba que las lágrimas surcaran su rostro recordando y recordando todo aquello que vivió cuando era pequeña al lado de sus padres antes de su muerte.

Soy Tu dueñaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora