Pequeña Princesa

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Katherine regresa, pero en lugar de ir a la casa a comer como se lo habían sugerido, se dirige primero al granero, donde camina lentamente, viendo las paredes de madera, muy pensativa.

Carol abre la puerta del granero rechinándola, entra y le dice a Kat: "¿qué pasa, por qué no vienes a la casa? ¿Estás bien?"

Kat solo sacude la cabeza y dice: "sí, es solo que, ahora voy", agrega con una sonrisa forzada.

- Es tu novio, ¿verdad?

- Ah –a Katherine le toma la pregunta por sorpresa -. Supongo que... sí, creo que algo somos... - Dice volteando de nuevo a la pared -.

- ¿Es la primera vez que te separas de él?

- Ajam –Katherine contesta asintiendo con la cabeza –.

- Ya veo. Es normal que te sientas así, no es fácil separarte de quien amas. Tú lo amas, ¿verdad, Kat? –pregunta Carol sonriendo -.

- Uhm, -Kat se pone nerviosa, muerde su labio y no contesta -.

- No te lo guardes, no hay tortura peor que guardarse los sentimientos. Siento que eres una chica que no expresa mucho lo que piensa, y por eso te muestras triste y a punto de explotar a veces. No debes hacerlo, si las personas no expresan sus pensamientos, jamás podrán ser entendido, y no hay peor soledad que la de no ser comprendido, la de no poder compartir tu felicidad o tristeza con alguien cuando realmente necesitas sacarlas de tu alma. Vamos dilo, verás que te sentirás mucho mejor en cuanto lo digas en voz alta.

Las palabras hacen resonancia en la cabeza de Kat, pues van con su filosofía personal, y ella se queda callada un momento y con sus labios temblando, a punto de expresar algo que quería expresar hace mucho.

- Oops, perdóname si me entrometo demasiado, solo quería ver porque no venías a comer. Debe ser raro que una persona que apenas te conoce, se ponga tan parlanchina y profunda contigo de la nada, lo siento por los escalofrio...

- S-sí.

- ¿Mmm? –dice Carol.

- Sí, lo amo.

Al momento de soltarlo, Katherine sonríe como nunca antes lo había hecho mientras estaba conmigo. Una felicidad y libertad iluminaban su rostro, y ella sentía que se había librado de un gran peso o descubierto la respuesta a una gran pregunta que la atormentaba.

Carol abraza a Katherine, recostandola en su pecho como su hermanita, para reconsolarla al ver su nerviosismo, denotando la diferencia de estaturas entre ellas, con Katherine midiendo solo 1.63 y Carol, 1.74. Katherine no entiende sus sentimientos, pero siente que está a punto de llorar de impotencia al no poder controlar sus sentimientos.

- Está bien, está bien, apenas estás aprendiendo a ser mujer igual que yo, tenemos aun mucho por vivir – Carol la consuela y después la convence de ir a comer.

Mientras tanto.

- Llego a casa, como a las 8 de la noche, a comer solo como es de costumbre, y mientras estoy en mi habitación, viendo las películas que tendré que regresar mañana pagar recargo, me doy cuenta de lo mucho que me hace falta, a pesar de solo pasar un par de días con ella.

- Bueno, al menos, ya no tengo que preocuparme por que no descubran a nadie aquí. Estoy solo de vuelta...

- Solo de vuelta... -digo en el vacío de mi habitación -.

Para colmo, me encuentro con la canción All by Myself de Eric Carmen, al buscar en qué distraerme en el cuarto.

- Es ridículo, cómo puedo extrañar tanto a alguien que apenas conozco – me digo a mí mismo -. Cuando estás tan solo, extrañas cualquier compañía que se digna a ignorar tu ineptitud, y pasar tiempo contigo.

Me voy a acostar mientras suena la canción y a apago la luz y me cobijo, sin siquiera prender la televisión.

Unas horas después, me veo a mí mismo revolcándome en mi cama, atravesando por una pesadilla en mis sueños. Una extraña presencia me sigue a todas partes en una feria estatal vacía, donde los juegos eléctricos y puestos de juguetes están prendidos, pero no hay nadie más que yo. Volteo a los lados, y la presencia me observa tras de los puestos, oigo su risa, como de niña burlona a mí alrededor, pero nunca soy capaz de visualizarla, fuera de una luz blanca con forma de cuerpo humano. Corro hacia el lago que estaba al lado de la feria, en mi sueño, y tropiezo, cayéndome, mientras, ahora sí, veo la escalofriante presencia de frente. Con piel más blanca que la nieve, unos brillantes y enormes ojos azules, y estatura pequeña.

- Tu presencia es más apreciada de lo que crees, yo nunca te dejaría solo - me dice con una voz que solo puedo identificar como macabra, su intención no podía dejar de aterrarme, por la forma en que decía las cosas-.

De repente la luz se deforma, y me rodea en el agua, mientras yo me ahogo, como inmovilizado por ella. Despierto, y cobijada junto a mí, hay otra figura femenina, que me abraza recargada en mi hombro, abrazándome con gran entusiasmo. Emito un pequeño salto y un grito sordo, para no despertar a nadie, echándome para atrás, y en eso la cara de esa figura abre sus ojos azules, brillando con más intensidad que los humanos. Algo en ella me aterraba.

- Salgo rápido de mi cama y prendo la luz, viendo de llano esta presencia. Era una niña, una adolescente como 15 años, la que yacía en mi cama, con un vestido como de princesa, color rosa muy tenue y un escote en cuadro, muy sugerente para su edad.

- Buenos días, mi posesión más preciada – dice la nueva chica mientras se acerca a mí, viéndome con un destello de superioridad en su rostro, observándome como si fuera su algo de su propiedad -.

En eso, la ventana de mi cuarto se abre, y entra Katherine, irrumpiendo.

- Tobey, hola, necesito decir...  -Dice Katherine, parando se al ver a la jovencita a mi frente -.

Las miradas de ambas chicas se cruzan en el cuarto, como deteniéndose en el tiempo. Eran las 5:30 de la mañana.

La realidad de un tejedor de  sueños.Where stories live. Discover now