Prólogo

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Karasuma seguía al mayordomo por los largos pasillos de aquella mansión. Todo estaba impoluto y era sin duda caro. Contrastaba de sobremanera con la clase 3-E. Y la joven que vivía allí también. 

Se detuvo al ver un cuadro, un retrato de la familia. La joven estaba seria y parecía aburrida, pero era la impresión que él tenía. Su vista pasó a ver que mantenía su mano unida a la de un joven mayor que ella, con el rostro serio pero un brillo sereno y amable en sus ojos. Sus rasgos eran similares, sin embargo, ni su pelo ni sus ojos eran del mismo color. 

—La señorita (t/n) estaba muy unida a su hermano. —asintió ante lo dicho por el mayordomo, con una pregunta en su mente. "¿Estaba?" se cuestionó. 

Reemprendieron su camino en silencio, hasta quedar frente a una gran puerta doble de madera oscura. 

—La señorita (t/n) le espera dentro. —advirtió, antes de retirarse. Karasuma suspiró y abrió la puerta, encontrándose con la sala de reuniones. 

Era una estancia sin duda amplia, con dos grandes ventanas en un lado que daban al gran jardín, una larga mesa de madera con numerosas sillas a los lados. No había demasiados adornos dentro, suponía que para evitar la distracción. 

—Oh, Tadaomi Karasuma-san, ¿cierto? —preguntó la joven de 15 años, que se sentaba casi al fondo, con las piernas cruzadas sobre el asiento y un libro entre sus piernas. 

—Sí. —contestó serio. 

—Siéntese, por favor. —pidió, sentándose correctamente, señalando con una mano a la silla frente a ella, mientras con la otra dejaba el libro sobre la silla a su lado. Karasuma obedeció sin pensarlo dos veces, sin apartar la mirada de la joven. 

Su tono era completamente cortés, pero la ligera sonrisa que portaba, junta la amabilidad y atención que brillaba en sus ojos mostraba emociones que no esperaba presenciar. Comprendía que sus padres estuvieran de viaje y se encargara ella, ya le había ocurrido con Akabane, sin embargo, ella era distinta. 

—Bien, me gustaría saber el motivo por el que el ministerio de defensa debe hablar conmigo. —comenzó. 

—Señorita (t/a), usted solicitó su traslado a la clase 3-E a pesar de sus elevadas calificaciones y un expediente impoluto, ¿cierto? —la joven solo asintió con un movimiento que le pareció demasiado delicado y suave. Sin embargo, llegaba a distinguir el aura de poder que desprendía, no era pureza. —Verá, una vez le cuente esto, no podrá deshacer esa decisión ni contárselo a nadie.

—Está bien.

—Necesito que firme esto. —la tendió un papel. 

Esperó pacientemente durante unos largos minutos en los que lo leía detenidamente, sin borrar aquella ligera sonrisa de su rostro. Finalmente, escribió su firma en el papel y se lo devolvió.

—Un acuerdo de confidencialidad bastante seguro, por lo que veo. —comentó. 

—Sí. Bien, una vez firmado esto, podemos comenzar. —hizo una leve pausa, observándola. —Se trata de un secreto de estado. —la mostró el papel con la imagen del objetivo. —Él es su objetivo. Destruyó el 70% de la Luna y amenaza con hacer lo mismo en la Tierra, el próximo Marzo. Posee una gran astucia y vuela a velocidad Mach 20, además es inmune a las armas comunes. Decidió que solo dejaría que los estudiantes de esta clase, 3-E, le asesinara; mientras, será su maestro. —se detuvo, observándola.

—...es bastante impresionante. Parece algo cómico, pero tiene habilidades sin duda peligrosas. En ese caso... ¿es misión de la clase 3-E asesinarle? ¿Y si alguno se niega? —cuestionó. 

—No podemos obligar a nadie a hacerlo, por descontado. Pero nadie debe hablar sobre él de forma que delate el secreto. —respondió. Expuso una pistola con balines y un cuchillo hecho de material anti-sensei. —Este es el material al que es vulnerable. Sin embargo, tiene regeneración y no hemos encontrado ningún punto débil. —asintió ante sus palabras, observando con curiosidad las armas. Sin embargo, su rostro permanecía igual, con la misma sonrisa. 

—Bien. ¿Algún dato más sobre él?

—Sus alumnos le llaman "Koro-sensei". —la chica sonrió ampliamente. 

—Buena combinación. —murmuró. —Oh, me gustaría que usted firmara esto. Quisiera estar informada de mis compañeros con algo de antelación y de todas las novedades. —el azabache le miró sorprendido, pero comenzó a leer el "contrato". Era impresionante, no había forma de huir de él. —Me esforcé por que fuera lo más cerrado y seguro posible, además de legal. Puede preguntar lo que quiera si lo desea. —explicó. "¿Qué pasa con esta chica?" se preguntó Tadaomi, sorprendido. Sin embargo, no veía ningún problema con él, por lo que lo firmó, devolviéndoselo. —Bien entonces... supongo que está todo. —afirmó. Karasuma asintió y la joven se levantó, tendiéndole la mano. —Fue un placer, Karasuma-san. 

—Lo mimo digo, (t/a)-san. —murmuró, tomando la mano de la joven en un apretón. Pudo apreciar desde más cerca a la joven, detectando algo que no había notado. Ese aura que tenía le produjo un ligero escalofrío que consiguió ocultar. 

Control. Completo y seguro control sobre todo. Su mente no pudo evitar imaginarla en un trono con un vestido oscuro y una sonrisa malévola. 

Ese aura de control absoluto hasta de él, esa seguridad que tenía que la hacía parecer mayor a su edad... solo pudo pensar que era como una reina... la reina del infierno. Una diablesa. 

No igual que Akabane, que le dio la misma impresión, pero... ¿de verdad iban a juntar a esos dos durante un año?

~Dos diablos~(Karmaxlectora) -Terminada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora