Capítulo 36

6.4K 791 46
                                    

Las manos del Omega sólo podían rasguñar la espalda del Alfa.

Las penetraciones lo tenían al borde.

La cama rechinaba por la fuerza empleada. Tony sentía que el aire no alcanzaba para poder recuperar el aire.

—Agh... ¡Steve! —Llegando al orgasmo, el Omega arqueo su espalda, ocasionando que sus pezones erectos rosaran con el pecho del mayor.

Rogers gruño ante el placer de ser aprisionado por las paredes del castaño que parecían succionar su pene con fuerza.

Anthony se había corrido varias veces y el rubio parecía no tener suficiente.

Él seguía tan duro y necesitado como en el inicio.

—Espera... Sólo... —El castaño tomó una gran cantidad de aire, mientras el soldado seguía besando su cuello y clavícula.

El cuerpo desnudo de Steve seguía encima de él; su calor lo mareaba, su aroma lo volvía a excitar y su presencia lo hacía sentir seguro, amado y querido.

—Te amo, Tony... —El Capitán beso sus labios con ternura dentro de esa bruma de lujuria.

El Omega simplemente se dejó mimar; lo necesitaba, lo deseaba.

—También te amo, Steve.

El mayor aspiro sobre su cuello mientras lamia la sangre que aún quedaba de la marca hecha anteriormente.

Era su Omega en toda la extensión de la palabra.

—Tony...

El castaño sonrió. Steve aún no se daba por satisfecho.

—No te contengas... —La sonrisa traviesa del Stark le hizo brillar en emoción—, deja esa máscara de Capitán inocente.

El Alfa no perdió tiempo.

Levanto el cuerpo de su pareja y la acostó boca abajo, poniendo una mano en la espalda para retenerlo y levantando su trasero, disfrutando de la vista que le daba su entrada rosada y dispuesta a ser follada como Dios manda.

Dio nalgadas fuertes, duras y con la intención de dejar moretones. Lamió la columna con morbo, bajando poco a poco para morder los glúteos rojos como manzanas.

—¡Steve!... —El Omega levanto más la cadera pidiendo por el pene de su Alfa.

Sin aviso alguno, lo penetró sin compasión, cegado por el placer.

Las estocadas eran veloces, desesperadas, violentas y desenfrenadas.

Los gritos de Tony se perdían en el aire. Su rostro sonrojado causaba estragos en el libido de Rogers.

Sin dejar de penetrar, volvió a morder en la marca.

Sintió como Anthony de nuevo se corría, abundante, fuerte; él no dejaba de torturar su próstata.

Unos minutos más bastaron para terminar en el interior de su pareja.

Besó la espalda del moreno mientras el nudo se formaba.

Se estaba volviendo un adicto al joven.

—No podré caminar en un mes.

El rubio rio contento ante la queja de Tony.

—No saldrás en un mes entonces. —El castaño lo miro mal sobre el hombro.

—Oye, baja tu arma soldado. —El menor se acurrucó en la cama con cuidado de no lastimar al hombre de ojos azules—. Deberían declararme héroe de América por tener en mis manos al gran Capitán Hydra.

Steve sonrió con perversidad.

—Y de qué manera.

—¿Es un reclamo?

—Al contrario... —El rubio beso sus hombros y se acostó encima del cuerpo de su Omega, de manera lenta—, te sedo el completo control de mi ser.

—Cursi.

Ambos rieron, acurrucados en medio de un lío de sábanas.

PreludioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora