Confesiones.

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Semanas más tarde, Misha aún seguía en estado comatoso y eso suponía que toda la familia y amigos la visitaban a diario. Todos encontraban un momento para poder visitarla y orar porque se recuperara completamente y lo más rápido que se pudiera.

Una tarde, Tom decidió visitarla más temprano de lo que acostumbraba, siempre iba en las noches cuando todos se habían marchado pero esta vez aún brillaba el sol cuando puso un pie en la habitación de Misha.

Entró sigilosamente a la habitación observándola fijamente en silencio. Los hematomas y raspones habían desaparecido casi completamente, sólo quedaban rastros de piel sonrosada en donde había tenido fuertes golpes y heridas. Aún seguía tan hermosa como la recordaba, sólo que había una diferencia notable, estaba inconsciente.

Se acercó a ella con un nudo en la garganta, su brazo izquierdo aún estaba en cabestrillo, su pierna seguía enyesada pero según los doctores pronto se lo retirarían. Por lo menos ya le habían retirado el collarín y tenía más libertad innecesaria pues llevaba semanas sin moverse de lugar.

Tom se sentó lentamente en la silla que estaba a un lado de la cama, con mano temblorosa acarició ligeramente la mano de Misha que descansaba recargada sobre su estómago. Dejó escapar varias lágrimas al momento del tacto, recordando las últimas palabras que Misha le había dedicado.

"No te veré hasta dentro de seis semanas"

En los juzgados, para firmar el maldito divorcio. ¿Cómo podía ser tan estúpido? ¿Por qué si era feliz con ella había buscado otros labios? Era un idiota, se sentía como la mierda.

-Perdóname Mish.- dijo en un susurro entrelazando sus dedos con los de ella y llevando su mano hasta su boca.- Soy un idiota, perdóname.

Las lágrimas corrían por las mejillas de Tom y no hacia nada para impedirlo, estaba desahogando su miedo, culpabilidad, su frustración. No quería separarse de ella ni un momento porque aún la amaba con locura como el primer día.

Recordó que Peter le había contado que en sus visitas solía platicarle a Misha las cosas del día a pesar de que ella no estuviera despierta, según le habían dicho era bueno y era probable que pudiera escuchar.

Así que Tom se limpió la cara con la mano libre y empezó a hablar.

-¿Recuerdas cómo nos conocimos? Una emergencia y tú como siempre ayudando a los demás. Estabas tan guapa aquella noche, es como si hubiera sido ayer.- sonrió recreando la escena en su mente.- Y después no nos dejaste salir de nuevo, nos obligaste a esperar a la grúa en la sala con una humeante taza de café. Ahí supe que nada volvería a ser como antes, quería volver a verte, a hablarte.- comenzó a llorar nuevamente, era exactamente lo que quería hacer ahora.- Quería volver a ver tus ojos Mish. Te amo.

Recargó su frente en el frío tubo de la camilla y soltó el llanto, sabía que la perdería nuevamente, cuando Misha despertara firmaría los papeles del divorcio y la perdería otra vez y para siempre.

-Perdóname Misha, te perdí soy un idiota.- se puso de pie y besó los labios inertes de Misha. Se separó y contempló su rostro tranquilo y sereno, acarició su frente con ternura.

-Si lo eres.- dijo una voz detrás de él. Se giró rápidamente casi haciéndose daño en el cuello y se encontró con Kevin en el marco de la puerta mirándolo fijamente.

-¿Cuanto tiempo llevas ahí?- preguntó Tom poniéndose a la defensiva.

-Lo necesario para darme cuenta de que... necesitas una taza de café.- señaló con la cabeza y Tom accedió. Ambos salieron de la habitación de Misha en silencio y se dirigieron a la cafetería que estaba en la parte de abajo.

Sufrir por su piel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora