Capítulo 22; Control

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            Mis ojos, completamente abiertos, miraron con asombro los ámbares que tenía justo delante de mí.  Estaba cerca, apoyado en la espada perfectamente clavada, derramando sangre roja y brillante sobre el suelo.

            Mi mirada bajó poco a poco hasta encontrar la espada hundida y cubierta de la misma sangre que había derramado. A pocos centímetros de mí, rozando mi piel, pero sin dañarla. Por el contrario, la planta, la cual sin darme cuenta estaba rodeándome, tenía el arma perfectamente clavada justo en lo que parecía ser su raíz.

            ― No te muevas ―murmuró en un susurró apenas audible―. Pase lo que pase… no abras los ojos.

            Tendida sobre la roca, antes de cerrar los ojos pude ver las rosas rojas de la planta perdiendo el color desde lo más alto de la montaña hasta su base. Jordi cogió una rosa roja antes de que las más cercanas perdieran el color y murieran, como en mi sueño. La sangre seguía manando de la planta. Más tarde sabría que desde el punto de vista del pueblo la planta crecía de mí creando una extraña mezcla entre ella y la sangre. Como si yo creara el rosal.

Y así el noble caballero mató al dragón. Y de la sangre que derramó surgió un rosal de rosas rojas.

            Pude oír a la perfección los vítores de la gente cuando se comunicó que el terror del pueblo había terminado. Que el dragón había muerto. Y con los ojos entrecerrados, visualicé la silueta de Jordi entregándole una rosa roja a la joven dama que había rescatado. Sin poder evitarlo sentí un dolor en el pecho, que identifiqué al instante como aquello que ya había experimentado antes; celos. Y mi ira creció cuando escuché al hombre que había visto llorar cuando secuestre a la joven, entregándole la mano de su hija… ¡a Mi caballero dragón!

            Sin embargo, las palabras de Jordi me mantuvieron quieta en mi sitio. Ese pase lo que pase, era la única razón por la que no me incorporaba y chamuscaba a esa jovencita que me había sacado de mis casillas desde el mismo instante en que la vi.

            ― Lamento tener que declinar la oferta ―escuché que decía―. Mi deber es seguir protegiendo a la gente de estos seres. No puedo quedarme, debo seguir con mi cometido.

            Sin poder evitarlo, mentalmente puse los ojos en blanco ante sus palabras. Será mentiroso ―me dije―. Poco después, Jordi comunicó que no se preocuparan por el dragón, que su cuerpo moriría después de convertirse en rosal. Así que, sin más, los aldeanos se alejaron del lugar después de agradecer al caballero su… valerosa hazaña.  

Por desgracia para mí, esta vez la recompensa fue una de aquellas que no eran materiales, como él había dicho. Algo que me enfureció todavía más si cabía.  

            ― Muchas gracias por salvarme, noble caballero ―murmuró la joven antes de besar sus labios.

            ¡Y el muy imbécil se quedó quieto!

            ― No se preocupe ―escuché que murmuraba.

 ¿Qué no se preocupe? ¡Oh! ¡Ya veremos si se tiene o no que preocupar!

― ¿Volveremos a verle? ―preguntó la joven esperanzada.

¡No de una pieza, seguro! Yo me encargaré de ello…―pensé―.

― Sólo si alguna vez vuelven a estar en peligro.

Y yo sabía de alguien que iba a estarlo dentro de muy poco… Mis pensamientos fueron interrumpidos al escuchar alejarse a la joven. Luego los pasos firmes de Jordi se acercaron a mí y supe que estábamos solos.

La leyenda de San Jordi, el Dragón y la Princesa... ¿O era al revés?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora