― ¡Hija, empezará el sorteo en pocos minutos, date prisa!
Mi padre. Sí, siempre con prisas. Odio las prisas, sobre todo cuando tu destino no es aquel hacia el que deseas correr con los brazos abiertos. Cada tres días todo el pueblo debe congregarse en la plaza a la espera de saber quién será el siguiente. Desde que ese feroz dragón llegó a nuestra aldea y desde el día que el ganado desapareció por culpa de su hambre voraz, todos estamos aterrorizados. Sobre todo mi padre. Cada vez que tiene que enviar a uno de los aldeanos a morir a manos del dragón puedo ver cómo su corazón se encoge. Sé perfectamente que todos los nombres, a excepción de los niños, están dentro de la urna. Una pequeña niña es la mano inocente, y hoy extraerá otro nombre. Otro nombre condenado a morir.
Hay quien cuenta que viaja de pueblo en pueblo un noble caballero que trae paz a los aldeanos. La noche que lo supe, recé para que ese hombre llegara a tiempo para salvar al siguiente. San Jordi, se hace llamar. Ojalá pueda venir a rescatarnos.
Me encaminé ataviada con una capa y una capucha cubriendo mi rostro, con mis cabellos atados en dos trenzas, una a cada lado, y mi vestido rojo, especial para dicha situación. El rojo que nos recuerda la sangre que hemos derramado, el sacrificio que todos hemos hecho para mantener el pueblo en pie.
― Hoy es un día triste, como todos en los que hemos tenido que despedirnos de nuestros seres queridos ―dice la voz de mi padre en cuanto llegamos al centro de la plaza―. Hasta el día de hoy hemos visto avanzar con valor por nuestro pueblo a cuatro de los nuestros. Dos jóvenes y dos muchachos que los llevaremos por siempre en nuestros corazones...
Mi padre hace un pequeño discurso en honor a cada uno de ellos. Personalmente, conocía a dos de los cuatro condenados, la hija del zapatero era mi mejor amiga. Y el hijo del herrero un buen confidente. Me gustaba pasar tiempo con él, y me divertía hacer de celestina entre ambos. Una lágrima surcó mi rostro al ser consciente de que nunca iban a poder decirse lo mucho que se querían.
Tan ensimismada estaba con mis pensamientos que no me di cuenta de que mi padre había terminado de hablar y la pequeña mano inocente procedía a sacar un pequeño papel de la urna. Y con sus pequeños y frágiles labios, pronunciaba un nombre.
― La princesa Alexandra.
Mis ojos se abrieron de par en par al escuchar mi nombre. Todo el pueblo se quedó en silencio. Lo único que fui capaz de hacer fue mirar a la pequeña niña que sostenía el papel con mi nombre entre sus inocentes manos. Apenas puede hablar cuando los guardias de mi padre posaron una mano a lado y lado de mi espalda instándome a moverme. Escuché a mi padre de fondo gritar, suplicando por mi vida. Yo me giré con cuidado e hice lo único que podía hacer en esos mementos. Sonreí. Le sonreí como solía hacer mamá. Como hizo los segundos antes de morir. Y mi padre se quedó quieto, sin palabras.
― Estaré bien ―dije moviendo solo los labios, luego me volví consciente de lo que iba a ocurrir a continuación.
Delante de la puerta de las murallas que separaban nuestro pueblo del exterior, me despedí de mi padre con un fuerte abrazo. Su semblante era angustiado y supe que de buena gana se habría cambiado por mí. Sin embargo, los elegidos anteriores también habrían sido sustituidos por sus padres, y no les permitieron hacerlo. No porque no estuviese permitido, sino porque ellos, los elegidos, lo decidieron así. Y yo también iba a dar mi vida por mi pueblo.
Aceptando mi destino, miré hacia el frente con valor. Entonces recordé aquello que me dijeron la noche que recé para que el valiente caballero viniera a rescatarnos. "Toda mujer sueña con su caballero de brillante armadura. Ese apuesto y valiente hombre que viene a rescatarte de tus más profundos temores. Sobre todo cuando un animal feroz y hambriento amenaza a un pueblo con su crueldad. Ese noble caballero, princesa, es sin duda San Jordi" Pero... la mujer no tenía razón.
― No va a venir nadie a rescatarme... ―dije en un murmullo al viento―. No existen los cuentos de nobles caballeros en brillantes armaduras... Nadie va a salvarme...
Seguramente fue mi padre quién divulgó esa noble y perfecta leyenda en la que el caballero llamado San Jordi me rescataba del dragón, lo mataba y me entregaba una rosa que brotó de la sangre de la bestia. Todo el mundo en mi región la conoce incluso ahora. Pero... las cosas nunca ocurrieron así.
Mi caballero de brillante armadura nunca apareció para rescatarme. No me ofreció rosa alguna, ni mató al dragón. Por el contrario, el dragón apareció, y con sus enormes garras me capturó del suelo y me alejó para siempre de aquello que más amaba. De mi familia, de mi pueblo, de mi hogar.
Aunque por otro lado, tal vez no fue todo tan malo.
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Hola! Este primer capítulo es cortito porque es prácticamente igual a la Leyenda real a excepción del final. En la Leyenda de Sant Jordi (una Leyenda Catalana) el caballero rescata a la princesa y mata al dragón. No obstante, en esta historia el dragón no es el malo de la pelicula XD por decirlo de algún modo.
Nadie matará al dragón!! Pobrecito!! XD
¡¡Espero que os guste!!¡¡Besos!!!
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La leyenda de San Jordi, el Dragón y la Princesa... ¿O era al revés?
RomanceUna Princesa, un dragón y un caballero de brillante armadura. Pero sobre todo, un misterio atado a una leyenda que los unirá para siempre. ― He dicho que no soy culpable de ser un asesino, lo que no quiere decir que no sea culpable de otro tipo de c...