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- Hija... Lisa... Lalisa despierta – La voz del señor Manoban era lo único que sonaba en aquella habitación blanca a parte de monitor que se mantenía pegado a su pecho, la castaña se encontraba profundamente dormida, sentada junto a la camilla y recostando su cabeza en uno de los costados de ella. El señor Manoban movió de forma sutil a su hija para despertarla.

- ¿Mmm? – Preguntó adormilada, se levanto muy despacio y se talló los ojos - ¿Todo bien?

- Todo bien hija, solo que ya es un poco tarde y mañana tienes que ir a trabajar – La castaña tomo su móvil y vio la hora – 23:50pm – se estiró haciendo tronar toda su espalda adolorida por la forma en que estaba durmiendo.

- Le escribiré a Jennie, no quiero dejarte solo esta noche.

- Lisa, estoy bien, no faltes mas al trabajo, la señorita Jennie ha sido lo suficientemente flexible con tu horario, pero recuerda que si pidió tener un guarda espaldas es porque necesita de tu protección, no por querer pagarle a alguien más. – la tailandesa miro a su padre con tristeza y cansancio, era verdad, la empresaria le había dado un par de semanas para que estuviera con su padre tranquila, no podía seguir abusando dolo porque fueran novias.

- Padre – dijo acariciando su mano – no quiero que tengas otra recaída y yo no esté contigo – El señor Manoban negó con la cabeza y acaricio la mejilla de su hija.

- Eso no pasará, tú misma escuchaste al doctor, he mejorado mucho gracias al tratamiento que me compraste y la búsqueda de un donante ha mejorado mucho desde que la señorita Jennie decidió ayudarte, es una buena muchacha, me alegra que se hayan hecho tan amigas. – Lisa desvió la mirada, su padre no sabía la relación que mantenía con su jefa y tampoco tenia ganas de contarle, no sabía cómo iba a reaccionar.

Aunque el señor Manoban ha sido siempre de mente abierta y comprensivo con esa clase de cosas Lisa nunca ha tenido la valentía de decirle nada sobre su sexualidad, es normal tener miedo al decir algo tan importante y Lisa aun no tenía todo el valor para que su padre supiera que ella es Lesbiana, no, de ninguna manera le diría algo que pueda afectar negativamente su corazón.

- ¿Estas escuchando? – La voz de su padre la sacó del pequeño trance.

- Perdón... ¿Qué decías?

- Te decía que vayas a tu casa a descansar, yo estaré bien, lo prometo.

- ¿En serio lo prometes? – El señor Manoban le hizo señas para que se acercara, ella obedeció.

- Lo prometo - beso la mejilla de su hija – ahora vete, antes de que se te haga más tarde – Lisa obedeció, tomó sus cosas y salió de aquella estéril habitación, no sin antes decirle a su padre cuanto lo amaba.

Mientras caminaba por los grandes pasillos de aquel hospital no podía evitar observar las familias que se encontraban ahí, algunos dormidos en la sala de espera, otros llegaban llorando por algún familiar herido o fallecido y otros simplemente se mantenían inexpresivos, nenes solos, parejas separadas, definitivamente odia los hospitales, y con su madre tuvo que pasar la mayoría de su adolescencia en uno...

- La historia se repite – murmura para sí misma, voltea hacia la puerta de emergencias y recuerda el día que entro con su madre casi sin signos vitales, ese diga en que todo se volvió más complicado, cuando tuvo que madurar teniendo apenas 12 años, ese día...

- Disculpe señorita – dijo alguien llamando la atención de Lisa.

- ¿Si? – pregunto extrañada al ver a un chico desconocido, parecía trabajar ahí en el hospital.

- Es que lleva varios minutos parada en este lugar y si llega una emergencia la pueden lastimar – Lisa observó al muchacho, no era muy alto, ojos azules, delgado, rasgos finos y con unas pequeñas pero notables ojeras. Bueno si alguien estuviera trabajando a esa hora es obvio que tendrá ojeras – señorita – repitió al darse cuenta de que Lisa se perdió nuevamente en sus pensamientos - ¿quiere que la acompañe a alguna parte?

Protegerte °Jenlisa & Chaesoo°Donde viven las historias. Descúbrelo ahora