Capitulo 9- Mensajes que provocan sonrisas

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El tiempo pasó, y llegaron las vacaciones de Navidad, seguidas del cumpleaños de Carol: 2 de enero. María y Carol llegaban de comprar todas las cosas para la fiesta de Carol, las notas de María habían sido muy buenas, las de Carol excelentes.

-¿No es genial que tu cumple caiga en las vacaciones de Navidad?- Dijo María a Carol cuando se dirigían a casa de Carol.

-Bueno, no te creas, como dentro de tres días son los Reyes, a veces me hacen un solo regalo.

-Vaya, eso es verdad…- Reconoció María- Aunque el regalo de este año va a ser mejor que todos, ¿eh? ¡Te vas a París!- Anunció María dando vueltas con los brazos abiertos.

-¡Sí! ¡París!- Repitió Carol- Aunque la verdad, me gustaría que vinieses conmigo…

-Lo sé, pero como ya te he dicho ya he ido, y quiero ir a Nueva York, no puedo pedirles tantas cosas a mis padres… Además, Fran irá contigo.

-Lo sé, eso me alivia mucho- Dijo Carol abriendo la puerta de su casa.

-Por eso, lo vais a pasar genial, ya verás- María guiñó un ojo a Carol y ambas se pusieron a arreglar la casa para la fiesta de cumpleaños de Carol, que empezaba en 2 horas.

Las horas pasaron y los invitados comenzaron a llegar. Todos bailaban, bebían, reían… A Carol le llegaban felicitaciones por todas partes, aunque en su fiesta no había mucha gente (porque ella no era precisamente muy conocida) los pocos que habían le daban una sensación de felicidad y de acogida maravillosa. Era la mejor fiesta de cumpleaños que Carol había tenido en su vida. Cuando llevaban un buen rato allí, era la hora de abrir los regalos.

-Primero el mío, te vas a caer muerta- Dijo Bruno dando una bolsa a Carol.

-¡Vaya! ¡Es genial!- Dijo Carol admirando la chaqueta de pelo blanco que tenía en sus manos- Gracias, en serio, me encanta- Abrazó a Bruno. Carol siempre era impresionada por él, ¿cómo un chico podía tener tan buen gusto? Aunque claro, había que tener en cuenta que era gay…

-París no sólo es la ciudad del amor, querida, también es la del glamur- Añadió Bruno con acento francés.

-¡Ahora el mío!- Dijo María impaciente- Te va a encantar.

-¡Anda! Una boina como la tuya- Dijo Carol observando la boina gris que María le había regalado.

-Hay otro- Anunció María sacando otra bolsa, era un bolso de diseño negro.

-¡Gracias! No tendrías que haberte molestado- Abrazó a María.

-Ir a París sin esto es un pecado- Respondió María con una sonrisa radiante.

-Y yo, como no tengo mucha pasta, te he comprado unos guantes y una bufanda a juego con la boina de María- Añadió Laura entregando el regalo a Carol.

-Muchas gracias enana, de todas formas me encanta- Carol abrazó a su hermana.

-Venga, ahora el mío.- Insistió Fran, era una sudadera en la que ponía: I LOVE PARÍS.- Creo que te vendrá bien para ganarte a los parisinos.

-Sí, yo también lo creo- Carol sonrió a Fran y luego lo abrazó.

Carol recibió muchísimos regalos más, casi todos relacionados con su viaje a París, cosa que a Carol le parecía fenomenal. Cuando la fiesta acabó, y todos se habían ido, Carol cogió su móvil, tenía un mensaje de Tony: Felicidades, preciosa, pásalo genial hoy, muchos besos. A Carol se le escapó una sonrisa, no pudo evitarlo. “Gracias, siento que no hayas podido venir, besos” respondió Carol, y volvió a sonreír, ¿cómo era posible que después de todo lo que había pasado con Tony un mensaje suyo le siguiera provocando sonrisas? ¿Tan fuerte era el amor que sentía por él?

De repente, su madre entró en la habitación, acababa de venir de trabajar, se le veía agotada, a Carol le molestaba mucho el hecho de que cuando unas personas están de vacaciones, a otras les toca trabajar el doble, como a su madre.

-¿Por qué sonreías tanto?- Preguntó Carmen con un tono picantón.

-Nada, no es nada- Respondió Carol con una sonrisa.

-Bueno… Felicidades mi niña.- Carmen abrazó a Carol intensamente- ¿Lo has pasado bien?

-Sí, mamá, lo he pasado genial.

-¡Qué mayor estás ya! 17 años… Y parece que fue ayer cuando el médico me decía: ¡Es una niña!

-Anda, no te pongas melancólica- Dijo Carol intentando animar a su madre.

-Vale, vale, perdona cariño. Mira, este es mi regalo de cumpleaños- Carmen sacó de su cartera una tarjeta de crédito, a nombre de Carol.

-Mamá, no era necesario, dijiste que no me regalarías nada y a mí me pareció bien.

-Lo sé, pero he cambiado de opinión, aunque esta tarjeta es sólo para emergencias, espero que no te lo gastes todo de compras en París.

-No, mamá, no lo haré, sólo usaré el dinero para comer y eso.

-Así me gusta, bueno, me voy a dormir.

-Vale, descansa.

Carol volvió a quedarse sola en su habitación, observó todas las fotos que se habían hecho en la fiesta, luego, miró su tarjeta de crédito. Carol pensaba que el hecho de que una madre, o cualquiera te entregue una tarjeta de crédito es símbolo de madurez, de independencia, luego se miró en el espejo, su cuerpo había cambiado, no sólo lo pensaba por los dos meses que llevaba en el gimnasio (que también empezaban a notarse) sino porque ya no era una niña, ya tenía 17 años, y dentro de muy poco iría a la universidad. De repente, un pequeño escalofrío recorrió su cuerpo, era algo que le asustaba, pero a la vez le gustaba.

El camino de las estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora