Carol y Felisa esperaban, junto a su madre, en el despacho de Julio, su abogado, la llegada de éste. Era un señor mayor, pero atractivo, a Carol y a Feli les caía muy bien, porque siempre les regalaba piruletas o caramelos, y una vez las llevó al cine. Las niñas habían visto varias veces a Julio y a su madre haciendo cosas de mayores, como darse besos o caricias, pero las pequeñas no entendían nada, pensaban que era algo normal.
-Hola, niñas- Dijo Julio sonriente entrando por la puerta- ¡mirad lo que traigo!- Sacó de su bolsillo dos piruletas, se las entregó a las niñas y ellas le correspondieron con un beso en la mejilla, como hacían habitualmente.- Sentaos, que os tengo que contar una cosa muy divertida.
Las niñas obedecieron y volvieron a sentarse mientras abrían sus piruletas y las saboreaban con entusiasmo.
-Veréis, niñas, ahora, como papá no está en casa, vuestra madre y vosotras os vais a mudar a mi piso, es grande, tiene 4 habitaciones, y está cerca de un parque, ¿qué os parece?
-¡Biiiieeeeen!- Gritaron las dos niñas al unísono.
-Genial, ¿de qué color queréis pintar vuestra habitación?
-¡Azul!- Dijo Carol- como mis ojos.
-¡Lila!- Dijo Feli- pero, un momento, ¿tú vas a ser nuestro papá ahora?
-Sí, seré vuestro papá hasta que vuelva Manolo, ¿qué os parece?- Explicó Julio a las despiertas niñas.
-Jo… Yo quería que fueras nuestro papá siempre, Manolo es malo, le pegaba a mamá, yo no lo quiero- Dijo Feli haciendo pucheros.
-Ni yo- Añadió Carol imitando a su hermana.
-Vale, en ese caso, seré vuestro papá siempre, decidme, ¿qué os parece la idea?- Corrigió Julio.
-¡Biiiieeeeen!- Volvieron a gritar las dos.
-¿Y te casarás con mamá?- Preguntó la atrevida Feli.
-Bueno…- Julio miró a Carmen y ambos se sonrieron- Eso depende de lo que ella me diga.
Julio se arrodilló delante de Carmen, sacó una caja, la abrió y se dejó ver un hermoso anillo de compromiso.
-Carmen, ¿quieres casarte conmigo?
-Pero…- Carmen no sabía qué decir, se puso muy nerviosa- pues… Yo…
-¡Di que sí, mamá, di que sí!- Le presionaron sus hijas.
-Está bien, sí, quiero casarme contigo.
Era el primer día de colegio (nuevo colegio) de Carol. Tenía mucho miedo, iba agarrada fuertemente de la mano de Feli y de Julio, porque su madre había encontrado trabajo en un bar y empezaba muy temprano.
-Hola, señor Julio, ¿cómo está?- Preguntó una mujer mayor con gafas, pero con cara amable.
-Muy bien, feliz, estas niñitas me han rejuvenecido unos 20 años, así que espero que las traten bien- Le advirtió Julio.
-Claro que sí, aquí no tendrán ningún tipo de problema, yo me encargaré personalmente de ello.- La señora se levantó las gafas y dirigió su mirada a Feli- Felisa, preciosa, esta es tu clase- Señaló la puerta de al lado, había un letrero que decía: 5º de Primaria.
-¿Quieres que entre contigo?- Se ofreció Julio.
-No, no lo necesito, soy valiente- Feli dio un beso en la mejilla a Julio, otro a Carol, cogió su mochila y entró en la clase.
Carol, Julio y la señora siguieron el pasillo adelante, doblaron a la izquierda, bajaron unas escaleras y se pararon en frente de una clase que tenía un 4 dibujado en la puerta.
-Esta es tu clase, pequeña- Dijo la señora a Carol.
Carol negó con la cabeza, apretó la mano de Julio fuertemente y lo miró a los ojos con tristeza.
-Disculpa, ¿puedo hablar un segundo con ella?- Preguntó Julio a la señora.
-Claro, no hay problema, esto suele pasar.- La señora dedicó una sonrisa, acarició con dulzura el cabello de Carol y se fue.
-¿Tienes miedo?- Preguntó Julio arrodillándose y agarrando a Carol de los hombros.- La pequeña asintió con tristeza- ¿Por qué? Vas a hacer muchos amiguitos nuevos…
-No es eso- Lo interrumpió Carol- es que estoy en el mismo curso porque soy tonta, ¿verdad?
-No, pequeña, no- Dijo Julio riendo- tú eres muy inteligente, lo que pasa es que no has podido aprender a leer porque estabas ayudando a mami, así que te tienes que quedar en esta clase para aprender, luego, a lo mejor puedes ir a la clase de 5 años, ¿qué te parece?- Carol asintió sonriente- Venga, entra ahí y aprende mucho, ¿de acuerdo?
Carol dio un beso a Julio en la mejilla y entró feliz en clase. Era la hora de gimnasia, los niños salieron al patio. Carol jugaba con un aro cuando una niña, vestida totalmente de rosa se acercó a ella.
-¿Tú quién eres?- Le preguntó la niña con tono borde.
-Me llamo Carol, ¿y tú?- Carol extendió la mano.
-Claudia- La niña miró con asco la mano de Carol, así que ella la bajó- y ese es mi aro.
-Vaya… Lo siento, toma- Carol le dio el aro a Claudia.
-No lo vuelvas a coger- La amenazó la creída niña y se fue, con un grupo de seis niñas detrás de ella.
Carol se quedó sola, sin aro. No sabía dónde acudir, porque el profesor no estaba, y le daba miedo hablar con sus compañeros, una niña castaña de pelo, acompañada de otros dos niños, se le acercó, pero después de la experiencia, Carol se sentía aún más avergonzada.
-¿No tienes aro?- Le preguntó la niña con una felpa blanca- Si no coges uno, el profe se enfadará- Le advirtió la adorable niña de ojos verdes.
-Esa niña se lo ha llevado- Carol señaló a Claudia.
-Será mala- Dijo la niña indignada- ven, anda, cojamos otro. Por cierto, soy María, este es Bruno- Señaló al chico rubio que estaba a su lado- y este Fran- Señaló a otro moreno. ¿Cómo te llamas tú?
-Yo soy Carol.-¿Quieres ser nuestra amiga? Sólo tengo amigos niños y quiero ser amiga de una chica.
-¡Claro!- Dijo Carol feliz.
Los cuatro nuevos amigos fueron a una sala, Fran cogió a María en brazos, ella tiró un aro al suelo de lo alto de la estantería, Bruno lo recogió y se lo entregó a Carol.
-Gracias- Carol abrazó a Bruno.
-De nada- Respondió el tímido niño.
-Bueno, volvamos al patio o nos caerá una buena- Aconsejó Fran.
Carol y María de niñas!! Qué monas *.*
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El camino de las estrellas
RomansaLa fama es como un caramelo, mientras lo tenemos en la boca, su azúcar y su suavidad nos llena, nos hace sentir satisfechos, pero cuando éste se acaba, el sabor dulce que deja en nuestro paladar hace que quieras otro, y que estés dispuesto a hacer...