CAPÍTULO 13 SEM'YA

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«En la vida nada ocurre por casualidad y siempre sucede lo inesperado»

«En la vida nada ocurre por casualidad y siempre sucede lo inesperado»

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Han pasado dos largos años... dos años en los que la sombra de Boris Zaitzev se ha extendido como una plaga, infectando cada rincón de nuestras calles con su guerra sangrienta. La organización, esa entidad que juramos proteger y servir, ha optado por la neutralidad, una decisión que me corroe las entrañas. Nos llaman hermanos, pero ¿qué clase de hermandad es esta que permite que la traición florezca?

¡Qué conveniente es para ellos! ¡Qué conveniente es para el maldito de Zaitzev!

Boris y yo no compartimos sangre. No hay lazos que nos unan más allá de los juramentos vacíos pronunciados ante el Vorozk. Un código que ahora me encadena, me impide actuar, me prohíbe aplastar a ese insecto traicionero. "No levantarás tu mano contra tu hermano a menos que él revele sus colmillos primero", así reza el mandato.

Pero aquí estoy, languideciendo en este sofá que se ha vuelto mi prisión, esperando a que algún perro fiel de Zaitzev, venga a por mí. ¿Esperar a la muerte como un cordero? Eso jamás.

No está en mi naturaleza ser pasivo, no cuando cada fibra de mi ser clama venganza. Necesito encontrar la manera, un plan maestro que me permita derribar a Boris sin caer en la trampa del código. Pero para eso, necesito algo más que mi propia astucia; necesito el respaldo de la organización, un respaldo que parece imposible bajo estas circunstancias.

¡Malditas sean estas reglas que me atan! ¡Maldita sea esta guerra que nos consume a todos!

—¡Concéntrate, Kirill, concéntrate! —Me reprendí a mí mismo, sintiendo cómo la frustración me carcomía el cerebro. Tiene que haber algo, alguna fisura en la fachada impoluta de ese canalla. No puede ser tan intachable como pretende.

El coñac giraba en mi copa, un remolino oscuro que reflejaba mi tormento interior. El alcohol, ese fiel compañero en las noches de desvelo y angustia, ahora parecía perder su efecto sedante. Ansiaba la embriaguez, el dulce olvido, aunque fuera por un efímero momento. Desde esa noche maldita, la noche que lo cambió todo, mi mundo se ha sumido en el caos más absoluto.

La mercenaria, la clave de todo este embrollo, se había esfumado como humo entre mis dedos, llevándose consigo la única oportunidad de recuperar mi preciado diamante.

¡Qué ironía tan cruel! La fortuna parece burlarse de mí, dejándome a merced de un destino caprichoso y despiadado.

Y mientras tanto, mi obsesión por desenterrar las traiciones de Zaitzev y sus secuaces parece ser en vano. Porque sí, incluso en este submundo en el que nos movemos, la burocracia se erige como una barrera infranqueable.

YASHCHIKAYA PANDORY© [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora