Soy consciente de que accedí a venir a su departamento, aunque no por las razones que él cree. Ahora me siento en confianza de poder decir No si la situación no me convence.
Entramos a su edificio y subimos al ascensor sin decir una palabra. Antes de que lleguemos a su puerta, mi corazón se acelera tanto que creo que me va a dar un infarto.
— ¿Quieres una copa?
Elliot empuja la puerta y se dirige hasta la cocina mientras me acomodo en el gran sofá de la sala. Me entrega una copa de vino y enciende el reproductor de cd's que tiene sobre el televisor.
— Háblame de tu trabajo – me pide.
— No hay mucho qué decir, soy la asistente del editor y mi función es leer todos los escritos que llegan.
— Suena aburrido.
— No lo es – tomo un sorbo de mi copa – Adoro leer, es lo que más me gusta.
— ¡Quién lo diría! No pareces un ratón de biblioteca.
— Bueno, no lo soy.
— ¿Por eso no soy tu tipo? – pregunta y contengo las ganas de reírme. ¿Qué le importa?
— Tal vez.
— ¿Entonces quién es tu tipo? ¿Otro amante de los libros?
Abro la boca para contestarle, pero el sonido de la puerta me distrae. Rayos, estoy ansiosa. Mi vista se detiene en la puerta para ver al chico de los impresionantes ojos grises llegar.
— Mierda – susurra pero lo escuchamos – Hola Ana. Elliot.
Saluda mientras lanza sobre el sillón su gran portafolio y el saco gris. Lo sigo cuando camina hasta la cocina y se sirve un vaso de agua que bebe de un solo trago. Luego veo su portafolio: esa cosa debe pesar mucho.
— ¿Qué cargas ahí? ¿Un cadáver?
Elliot frunce el ceño y Christian tose un poco para no ahogarse con el trago de agua. Se sirve otra vez y se acerca al sofá señalando su portafolio.
— Hoy no – me mira con los ojos entrecerrados – No lo habría puesto sobre el sillón, la sangre los maltrata.
— Entonces, ¿Qué rayos cargas ahí?
Elliot exhala fuerte y se levanta para servirse otro vaso de whisky. Sé que se siente excluido, pero en este momento siento mucha curiosidad por Christian.
— Partituras y libros. Soy maestro de música en la secundaria.
— ¿Maestro de música?
— Si – voltea hacia la cocina para mirar a Elliot – ¿Qué pensaste?
— ¿Honestamente? Que vendías biblias casa por casa.
Elliot suelta una risa de burla que Christian y yo ignoramos. Justo ahora está siendo un idiota. Y supongo que lo sabe, porque vuelve a beber su vaso de whisky antes de acercarse.
— Tomaré una ducha – dice en mi oído – puedes venir si quieres.
Lo veo alejarse hasta su habitación y cierra la puerta con cuidado. No sé si Christian escuchó lo que dijo Elliot, pero en este momento no me apetece ir detrás de él así que me quedo justo donde estoy.
— ¿Otra copa de vino?
— Si, por favor.
Lo veo en silencio mientras camina por la cocina sirviendo una copa para él y una para mí. Cuando me la entrega, se sienta en el sofá a mi lado.
— Creo que Elliot está celoso – dice después de unos segundos.
— Él y yo solo somos amigos, no entiendo por qué tendría que sentir celos.
— Pensé que estaban saliendo.
— No – Y la curiosidad vuelve a punzarme como una espinita – ¿Hace cuánto tiempo conoces a Elliot?
— Años – Arquea ambas cejas – Somos mejores amigos desde la secundaria.
— Oh vaya – balbuceo sorprendida – Y comparten departamento.
— Si. Es un buen arreglo para ambos. Nos ha funcionado durante un tiempo.
— Tú y Elliot no parecen tener mucho en común – afirmo – Lo mismo me pasa con mi compañera Kate.
— ¿Viven juntas?
— Si, nos conocimos en la universidad y compartimos departamento en Portland. Luego nos mudamos aquí y conseguimos un fabuloso lugar cerca de Piket Market.
Permanecemos en silencio un momento. Bebo de mi copa con tragos rápidos hasta beberla toda y Christian hace lo mismo con la suya. Tengo que admitir que hay muchas cosas que me gustaría saber, más no sé si sea prudente preguntar.
El silencio en el que estamos me permite escuchar la puerta de Elliot abrirse y por el rabillo del ojo alcanzo a verlo parado en la puerta con una toalla alrededor de la cintura. Su cabello rojizo mojado está desordenado y nos da otro vistazo antes de volver a cerrar la puerta.
Otro silencio incómodo se instala entre nosotros y sé que es por Elliot y por el hecho de que en este momento prefiero la compañía de su mejor amigo. ¿Es eso malo?
— ¿Más vino?
— ¡Si!
Ésta vez Christian trae la botella y sirve nuestras copas. Discretamente me deshago de los zapatillas y me acurruco en el sofá girándome hacia el chico de los ojos grises escondidos detrás de esos lentes.
Seguimos bebiendo y platicando sobre Seattle. Vuelvo a hablar sobre mi trabajo en la editorial y las actividades que realizo para el Editor, y de cómo espero una oportunidad para escribir.
— Así que además escribes – se ríe y se quita los lentes para tallar sus ojos – Y puedo saber, ¿Qué tipo de cosas escribes?
— Amo los libros en todas sus formas y la escritura es una pasión más – encojo mis hombros – Y por el momento solo escribo relatos cortos.
— ¿De amor?
— ¿Hay algo más importante?
— Tal vez – susurra antes de dar otro sorbo a su copa – La amistad.
— Es una clase diferente de amor.
Voltea de nuevo a verme y puedo apreciar perfectamente sus ojos grises sin los lentes. Mierda, es muy guapo. Incluso más que Elliot, pero no parece algo relevante para él.
Su mirada es intensa y la esquivo dando el último trago a mi copa. No puedo evitar girar hacia la puerta de Elliot y veo que la luz de su habitación ya está apagada.
La hora en mi móvil dice que son las 2:15 a.m. ¿Qué? ¿Cuánto tiempo he estado aquí con Christian? ¡Mierda!
— Tengo que irme.
— ¿Te llevo?
Giro para verlo pero no me atrevo a aceptar. No soportaría otro momento más de este silencio incómodo.
— No, estoy bien. Puedo tomar un taxi.
— Déjame acompañarte.
— No es necesario, de verdad.
— Solo quiero asegurarme de que nada te pasa mientras esperas. Es todo.
— Bien.
Vuelvo a ponerme las zapatillas, tomo el bolso y el móvil. Bajo con Christian hasta la calle pero no me atrevo a mirarlo. No cuando tengo la sensación de que algo está mal, aunque no tengo idea de qué.
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Amigos + Beneficios (Versión Fanfic)
FanfictionMientras llega el indicado... ¿Disfruto al equivocado? Porque el amor no siempre es perfecto. ~ • ~ La historia es mía, pero los personajes pertenecen a E.L. James y su trilogía 50 Sombras de Grey. Registro SafeCreative: 2103047086445