Capítulo Extra

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Estoy sentada en la mesa del comedor terminando de revisar el último escrito pendiente porque mi antiguo estudio se convirtió en la habitación de Ted, pero dos pequeños remolinos corren por todo el departamento y gritan.

— ¡Alcanzame!

— ¡No! — La nueva palabra favorita de mi hijo.

— ¡Eres muy lento, Teddy!

— ¡Phoebe! — Los llamo cuando rodean la sala — No molestes a tu hermano. Y dejen de correr, pueden caerse.

— Mamá — La niña de los ojos grises se acerca para hablarme — ¿Puede venir Anthony a jugar?

— Ajá — Balbuceo subrayando una línea en el escrito.

— ¡No! — La voz de Ted me sobresalga.

— ¿No? Espera, ¿Quién es Anthony?

— Mi novio, mamá.

— ¡Phoebe Anne Grey! ¿Novio? ¡No tienes edad para tener novio!

Dejo el escrito en la mesa para ir hacia mis niños, que permanecen de pie frente a mí.

— Pero mamá... — Hace puchero — Tu dijiste que podía tener novio.

— ¿Cuándo dije eso?

— La otra vez cuando íbamos en el auto.

¿Cuándo? Seguramente lo soñó, ¿Cómo podría permitir yo que mi niña de 4 años tenga novio?

— He dicho que no, señorita. Ahora vayan a sus habitaciones porque iré a hacer inspección y si encuentro juguetes fuera de su lugar me los llevaré.

— ¡No! — Chillan los dos y corren por el pasillo.

Bueno, eso me da un par de minutos para relajarme antes de que sea la hora de bañarlos y llevarlos a la cama.

El timbre del ascensor suena y mi esposo sale de él, con el maletín en su mano y el saco y la corbata en la otra.

— ¿Día pesado? — Pregunta cuando me ve.

Regreso a la mesa a recoger el escrito y guardarlo de nuevo en mi bolso, pero está decidido, cuanto más lo pienso más creo que es lo mejor.

— Nena, ¿Qué pasa?

— ¡Estoy harta, Christian! ¡No puedo seguir así! ¡No tengo ni tiempo para mí!

— ¿Por qué? ¿Qué ocurrió?

— Pues que no estoy enfocada en lo que debería, y estoy cansada de seguir así. No puedo, ya no.

Camino con mis cosas y las lanzo de nuevo en el sofá, fastidiada y tan harta que quiero llorar.

— ¿Pero...? Creí que estábamos bien...

— ¡Y yo también lo creí, por Dios! Pero la realidad es que no rindo lo suficiente, estoy todo el tiempo distraída y pierdo de vista lo importante.

— ¿Por qué no me lo dijiste?

— ¿Qué? ¿Qué estaba cansada? Creí poder resistirlo, creí que era algo pasajero y que me sentiría bien pronto, pero no es cierto. ¡Estoy cansada! ¡Exhausta! ¡No puedo seguir así!

Las lágrimas comienzan a salir de mis ojos y mi marido presiona sus labios en una línea. Está tan cerca que puedo inhalar el aroma de su colonia, pero no me toca.

— ¿Habría alguna forma en la que puedas pensarlo mejor? ¿Tal vez si lo hablamos...?

— No, ya lo pensé lo suficiente y es lo que quiero. Necesito tiempo para mí, para estar bien y volver a ordenar mis prioridades.

Amigos + Beneficios (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora