Amigos + Beneficios (Versión Fanfic)

Capítulo 34

Dejo de escuchar el ruido exterior cuando entro a la ducha, el agua tibia cayendo sobre mi cabello. La puerta del baño se abre lentamente y no puedo evitar sonreír. Mi plan funcionó.

— ¿Se fue? — pregunto solo para confirmar.

— Si.

— Bien.

Entra en la ducha con tranquilidad, pero el brillo en sus ojos grises me indica que viene listo para su recompensa, así que me dejo caer de rodillas y le pido que se acerque.

— Oh sí... — Susurra — Esto suena como un gran premio.

Lo coloco debajo del chorro de agua tibia y observo como su piel se humedece, sus músculos desvían el agua por todo su torso, abdomen y piernas.

— Quédate quieto, cariño.

Le pido porque me mira con impaciencia y yo quiero disfrutar de ésto tanto como él. Su miembro erecto se balancea feliz de un lado a otro, así que desvío mi atención un poco.

Mi lengua prueba el agua que escurre por esa sensual V en su bajo abdomen, haciendo que ligeros gemidos escapen de su boca. Mis manos acarician sus piernas fuertes mientras continuo mi tortura.

Muerdo su muslo un poco, solo para dejar una ligera marca. Su mano de apoya en mi cabeza tratando de guiarme hacia él, lo que desea que le haga.

En cambio, me dirijo a su otra pierna para acariciar y besarla, el sabor del agua en su piel puede ser realmente adictivo.

— Nena... — gruñe con impaciencia.

— ¿Si, cariño?

Me aparto para poder mirar su rostro. Respira agitado y ligeramente sonrojado de excitación. Se ve adorable.

— ¿Esto es lo que quieres?

Mi lengua toca el borde superior y recibo un gemido en respuesta. Luego se desliza por el borde hasta rodearlo y poder llevar la punta dentro de mi boca, succionando con cuidado.

Mis manos aún están aferradas a sus piernas, por lo que trato de guiarlo usando solo mi boca y mi lengua. Intento levantar el rostro para mirarlo como en esas películas porno, pero el agua cae en mi cara, haciendome difícil respirar.

— Oh, nena — vuelve a gemir con la respiración más agitada.

Sus manos sostienen mi cabeza mientras acelera los movimientos de su cadera, y realmente amo su entusiasmo, pero el balanceo me empuja contra la pared fría de mosaicos.

No puedo hablar, solo puedo sujetarme con fuerza de sus piernas y afianzar las rodillas, que empiezan a acalambrarse por la presión.

De pronto detiene sus movimientos, me sujeta por los antebrazos para levantarme y puedo ver su mandíbula apretada.

— ¿Christian?

No habla, solo respira agitado mientras me levanta en sus brazos y tengo que abrazarlo por la cintura con las piernas. Sus manos me sujetan por los muslos cuando me apoya contra la pared.

— ¡Frío! ¡Frío! ¡Frío! — chillo al sentir el mosaico.

— No te preocupes, nena, enseguida te ayudo a entrar en calor.

— ¡Uy! Eso me encantaría.

Dejo de pensar en el frío mosaico cuando mi chico empuja su bella anatomía contra mi, fuerte y listo para llevarnos a ambos a la locura.

Y no nos toma mucho tiempo, la sensación de su piel cálida, el agua tibia cayendo sobre nosotros, sus dedos presionando con fuerza mis muslos y el ir y venir de nuestros cuerpos fue suficiente para hacernos llegar.

Jadeo su nombre agradeciendo que me tuviera sujeta contra él o mis piernas de gelatina no serían capaces de sostenerme. Probablemente se sentía igual, porque no tarda en cerrar la llave y envolvernos en las toallas.

— ¿Me llevas a la cama? — pregunto con voz somnolienta.

— Claro que sí.

Sonríe y me levanta en sus brazos para depositarme suavemente en la cama. Me giro sobre mi costado, con el cabello aún húmedo sobre la sábana y cierro los ojos exhausta.

— ¿Ana? ¡Ana! — La voz fuerte de Vania me saca de mis pensamientos.

Estamos en la editorial, la hora del almuerzo está cerca así que nos reunimos en mi escritorio para comer.

— ¿Escuchaste lo que dije? — Me dice de nuevo.

— No, perdona. ¿Qué decías?

— Les preguntaba si recuerdan a  Andrew.

— ¿El chico policía con el que sales?

— Si, ese — dice con un ligero rubor en las mejillas. ¿Ella sonrojada?

— Bueno, deja el misterio, ¿Qué con él? — Dice Regi impaciente.

— Me llevó a conocer a sus padres.

— ¡Oh! — gritan Mina y Lindsay.

— Creo que la cosa va en serio, ¿Eh? — digo emocionada.

— Muy en serio... Tan en serio que quiere que nos casemos.

— ¡¿Qué?! — gritamos al unísono.

— Oh, vamos, no es para tanto — Dice de nuevo avergonzada — Nos decidimos por una ceremonia pequeña, pero formal. Andrew prefiere comprar una casa para ambos y empatar nuestras vacaciones para la luna de miel.

— ¡Eso es maravilloso! — Dice Mina.

— ¡Si! ¡Fiesta! ¡Boda! ¡Yo quiero el ramo! — Grita Lindsay.

— Bueno, serán mis damas de honor, así que será mejor que estén ahí.

— ¡Claro! ¿Cuándo?

— En dos semanas.

— ¿Dos semanas? — la miro con los ojos entrecerrados — ¿Estás embarazada?

— Pues... — balbucea — Tengo un ligero retraso, pero él no lo sabe. Y no diré nada hasta estar segura.

— ¡Vania! ¡Por Dios! — La palmea Regina — ¿Andrew tiene hermanos?

— Será su padrino, así que será mejor que no falten.

— No lo haremos, rayos. Siento que todo pasa demasiado rápido — Dice Mina.

— Ana y Christian, Vania y Andrew... Todas empiezan a hacer sus vidas de casados.

— Bueno... — Balbuceo algo insegura — Christian y yo tenemos poco viviendo juntos, no diría que somos un matrimonio como tal.

— Pero casi lo son, ¿No? ¿Han hablado de eso?

— No.

Por un momento el silencio se instala sobre nosotras. Se que mis amigas no lo dicen por molestarme, pero comienzo a preguntarme si mi desición de vivir con Christian afectará planes futuros.

¿Aún querrá casarse? Si ya tiene la comodidad de una relación a largo plazo, ¿Se comprometería en matrimonio? ¿Ha pensado alguna vez en eso?

— Creo que esa es una charla que tenemos pendiente — Digo por fin — No me imagino viviendo con él por años sin estar casados, yo quiero una boda. ¡Una gran boda!

Y justo ahora caigo en cuenta que he estado tan enfocada en lo que yo quiero que no he considerado lo que él quiere. ¿Y si no quiere casarse?

Mierda.

¿Cómo le pregunto sin que sienta que lo presiono?