Capítulo 21

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Varias rondas de tragos después, seguimos los cuatro de lo más divertidos en el bar. Tomo mi copa de la barra para terminarla, mientras mi brazo izquierdo sigue apoyado sobre el hombro de Christian.

— Voy al baño – susurro en su oído – no tardo.

Besa mi mejilla y me ayuda a bajar de la silla. Voy a pasos lentos pero seguros hasta el pasillo a un lado de la barra hasta el baño.

Lavo mis manos, retoco mi maquillaje, acomodo un poco mi cabello con el pasador y reviso mi móvil para ver la hora. Lo vuelvo a lanzar dentro de mi bolso mientras abro la puerta del baño.

Pero voy tan distraída que no me doy cuenta del hombre junto a mí, que sostiene con fuerza mi brazo.

— Aquí estás, primor, te he observado toda la noche – volteo rápido a verlo – No te separas de tu novio, eres difícil de atrapar.

— ¡Suéltame idiota!

— ¿Tan pronto quieres irte, muñequita? ¿Vas a decirme primero cómo te llamas?

— ¡No! ¡Qué me sueltes!

— Vamos, no seas amargada, tu noviecito no se dará cuenta – el chico se acerca a tratar de oler mi cuello.

— ¡Que no!

Intento apartarme del chico moreno, alto y musculoso. Aún sostiene mi brazo con fuerza, así que trato de empujarlo por el pecho pero no se mueve ni un centímetro.

— Muñequita, no me hagas enojar.

— ¡Qué me sueltes! ¡Christian!

Trato de gritarle, pero el ruido de la musica de fondo y las voces de las demás personas amortiguan mis gritos. Comienzo a desesperarme, no puedo siquiera moverme para golpear sus partes sensibles.

— Hueles muy bien...

— ¡Sueltame, idiota! ¡Ayuda!

Una mano se apoya en su hombro y tira de él con fuerza, haciéndolo voltear furioso. Antes de que pueda reaccionar, Elliot le golpea la cara con el puño.

— ¡Imbécil! ¡No la toques!

— ¡Elliot!

Él se acerca para ver el moretón que el tipo idiota hizo en mi brazo, pero es arrastrado hacia el pasillo por el moreno.

— ¡Elliot! ¡Christian! – grito de nuevo.

¿Voy tras Elliot? ¿Llamo a Christian? Giro sobre mis pies hasta el lugar en la barra en que mi chico y Kate platican.

— ¡Elliot! – es lo primero que les grito.

— ¿Qué? ¿Qué te hizo? – Christian me mira de arriba a bajo, preocupado.

— No, él no, me quitó a un tipo de encima. Pero están peleando, ¡Ayúdalo! – señalo de nuevo el pasillo.

Christian se apresura para ir tras su amigo, Kate y yo lo seguimos, pero mi amiga rubia le dice al cantinero que llame a seguridad.

En el pasillo de los baños, detrás de una escalera, el hombre y Elliot aún forcejean. Christian se apresura a golpear al tipo para quitárselo de encima a su amigo.

— ¡Elliot! – chilla Kate.

Intenta correr hacia él, pero la detengo cuando el tipo se levanta y se lanza ahora contra Christian.

— ¡No! – grito asustada cuando lo golpea.

Un hombre pasa junto a mi, empujandome y se dirige a ellos para separarlos. Mi chico levanta las manos y retrocede, pero el moreno se gira para golpear al guardia de seguridad.

— ¡Largo de aquí! ¡Borracho idiota! – el hombre igual de grande que él lo empuja al fondo del pasillo, dónde abre una puerta.

Apenas se han alejado, mi amiga corre hacia el pelirrojo para ayudarlo a levantarse y yo voy con Christian, que está apoyado contra la pared.

— ¿Estás bien? – tomo su rostro con mis manos con cuidado, tiene rojiza una mejilla.

— ¿Tú estás bien? ¿Qué te hizo ese bastardo?

— Me sujetó del brazo – señalo la marca – Quería saber mi nombre, pero me negué y no me dejaba ir.

Christian se acerca a ver mi brazo, luego mi rostro y frunce el ceño.

— Voy a matarlo.

— No, Christian – lo abrazo – Elliot lo apartó de mi. Gracias Elliot.

Le digo al pelirrojo, que está apoyado en el hombro de Kate con un ojo hinchado que comienza a tornarse morado.

— De nada Ana, el único qu puede molestarte soy yo.

Intenta sonreír, pero un gruñido de dolor se le escapa. El hombre de seguridad del bar se acerca de nuevo a nosotros, solo.

— Lamentamos mucho el inconveniente, señorita – me dice – Ese hombre no volverá a entrar aquí.

Yo asiento sin dejar de mirar a Christian, él y Elliot lucen terribles.

— Será mejor que nos vayamos – tomo la mano de mi novio.

— No se preocupen por la cuenta, corre por la casa.

— ¡Claro! – se queja Elliot – Después que el bastardo ese me usará de trapeador.

No puedo evitarlo y me río de sus palabras. Christian presiona sus labios para no reírse, pero Kate si suelta una risita.

— Vámonos, boxeador, te curaré esa herida.

Kate le habla y él sonríe dejándose llevar por ella hasta la puerta principal. Nosotros los seguimos tomados de la mano hasta afuera.

— Supongo que Elliot va conmigo – grita Kate.

— Y tú conmigo – dice Christian.

Mi amiga sonríe y sube a su auto seguida de Elliot. Tan pronto como enciende en motor, desaparecen en el tráfico.

— Lo siento, Christian. Traté de quitármelo de encima.

— Nena, no – sujeta mi rostro – No fue tu culpa. Dios, si ese imbécil te hubiera hecho algo.

— Elliot llegó justo a tiempo, jamás me alegré tanto de verlo – Christian sonríe – No se lo digas.

— Vamos Ana, te llevaré a casa para que puedas descansar. Olvidemonos ya de todo esto.

Vuelve a tomar mi mano y caminamos hasta su auto para ir al departamento que comparte con el pelirrojo. Tengo que admitir que hoy me llevé un gran susto, me aferro a los brazos de Christian cuando ya estamos sentados en el sofá.

— Tranquila Ana, estás bien. No dejaré que nada te pase, lo prometo.

— Lo sé, amor. Es solo que me sentí tan impotente, tenía tanto coraje.

— Bueno, desde ahora no podrás estar fuera de mi vista.

— ¿No te parece exagerado? Tengo que ir al trabajo, tú tienes que ir a tu trabajo, además vivo con Kate.

— Pensaré en algo – vuelve a besar mi cabeza con mucho cariño.

— Pensé que yo era la celosa – Su pecho vibra con su risa.

— No soy celoso, quiero mantenerte sana y salva, siempre.

— No soy celoso, quiero mantenerte sana y salva, siempre

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