Capítulo 3

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 Len

No tenía el valor de volver a casa y encontrarme con ella, enfrentar su mirada llena de odio y decepción. Sabía que sería doloroso para mí. Pero tenía que recoger mis cosas, así que esperaría hasta que cayera la noche para poder entrar sin ser notado, cambiarme rápidamente y marcharme.

En cuanto el reloj marcó las: 

"11:00 pm"

Entré sigilosamente a la casa, tratando de no hacer ruido. Me dirigí directamente a mi habitación y me sumergí en un largo y relajante baño. Pasé horas allí, intentando calmar mi mente turbia.

Finalmente, me vestí con mi ropa habitual. Tenía la intención de ir a ver a alguna de mis enamoradas, quizás alguna de ellas aún estuviera despierta. Pero entonces, mi mirada se posó en la puerta de su habitación... No pude resistirme y sentí la urgencia de volver a verla.

Abrí la puerta lentamente y allí estaba ella, acurrucada bajo las sábanas, con su cabello sedoso desordenado. Era tan hermosa... 

Me acerqué sigilosamente, asegurándome de que no se diera cuenta de mi presencia. La observé de cerca, sin poder explicar lo que sentía al verla. Deseaba que fuera solo mía, que solo tuviera ojos para mí y nadie más.

El impulso se apoderó de mí nuevamente. Me acerqué aún más, hasta que nuestros labios se encontraron en un suave y tierno beso. Esta vez, fui cuidadoso para no despertarla. Mi corazón latía cada vez más rápido con cada segundo que pasaba.

Y entonces, la idea me invadió por completo:

¿Cómo se sentiría si ella fuera solo mía? 

¿Si la hiciera mía por completo?

En ese momento, Rin me golpeó con fuerza, solo pude lanzar un quejido de dolor como respuesta, para que ella después se dedicara a decirme cosas hirientes.

No podía creerlo. Allí estaba yo, inmóvil, sin poder articular ni una sola palabra. Todo mi cuerpo estaba paralizado por la sorpresa y la confusión. No tenía ni la menor idea de lo que estaba sucediendo. 

Intenté hablar, pero mis labios se negaron a moverse. Solo podía mirar fijamente a Rin, tratando de encontrar alguna respuesta en su expresión. Pero ella parecía tan enojada, tan furiosa, que no podía comprenderlo.

Mi mente estaba llena de preguntas y dudas. Quería entender, quería saber por qué Rin había reaccionado de esa manera. Pero no podía hacerlo. Me sentía impotente, incapaz de hacer algo más que quedarme allí, sintiendo cómo mi mejilla ardía por el impacto de su golpe.

Entonces, de repente, todo se volvió claro. Rin se mantuvo en silencio, mirándome fijamente a los ojos. No dijo una palabra, pero su mirada lo decía todo. Su expresión era de determinación y fuerza, como si estuviera dispuesta a protegerse a sí misma.

En ese momento, supe lo que tenía que hacer. Me giré rápidamente y me alejé de la habitación, dejando a Rin sola en su tranquilidad. Sabía que había cruzado una línea, que había herido sus sentimientos de una manera que no podía reparar en ese momento.

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